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Veredicto del Certamen de Relatos Wikihammer + Voz de Horus ¡Léelos aquí!

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No puedo ubicar bien estas secciones. No tengo el tiempo. Estoy siendo cazado. Ahora lo sé. Solo logré escarbar estos fragmentos desde una matriz de datos antes de verlos, trotando a través de la niebla hacia mí; silenciosos, delgados y altos.

Todo lo que puedo decir con certeza sobre estas secciones es que todas ocurrieron más o menos al mismo tiempo dentro de los cinco años de reconquista que siguió a la corta guerra de Vulkan-Fulgrim, y la guerra de insurgencia mucho más larga contra los Teólogos de Ceylán.

Haz con esto lo que desees:

1) Los guerreros de Castervoss[]

[¿Cuento de hadas o crónica? Me parecen ambos para mí]

Los guerreros del Príncipe-Gen Kadance eran viciosos y crueles; fuertes de brazo y mezquinos de espíritu. Pisaban sobre las cabezas abusadas de los trabajadores menores y esclavos en el mundo de Castervoss. Muchos héroes se levantaron para intentar derribar al temible tirano. Hombres inteligentes construyeron maravillosas máquinas de guerra para asediar sus ciudades. Los guerreros los despedazaron y vencieron a los inteligentes. Hombres audaces vestidos con placas resplandecientes llevaron a sus ejércitos para luchar valientemente contra estas criaturas malvadas. Fueron vencidos, y sus cuerpos empalados sobre sus estacas. Incluso los dioses en sus botes celestiales no podían vencer al Príncipe, pues él era una cosa cautiva de demonios más antiguos, y ellos no le dejarían perder.

La gente se desesperó, y no buscó más héroes para salvarlos. En su lugar, se volvieron hacia un hombre retorcido con una sonrisa centellante. Él les prometió una victoria, si solo le permitían algo simple; él deseaba las bóvedas bajo el palacio del Príncipe para sí mismo. La gente estuvo de acuerdo, y el extraño partió.

Acudió ante el Príncipe vestido con un atuendo blasfemo; ahogado en sangre y con runas malditas. Se llamaba a sí mismo un hechicero, y afirmaba que él podía mejorar a sus guerreros hasta que nada pudiera matarlos. Ni siquiera los Dioses del Caos. Hambriento de más poder, el Príncipe acordó, y el hechicero se puso manos a la obra. Empleó magia oscura y hechicería tecnológica para que los guerreros se hincharan en poder y malicia. Estos guerreros arrasaron hacia las tierras de los indefensos, y la gente se lamentaba.

Pero esto era más que una traición a ellos. Pues los gigantes continuaron creciendo; se hinchaban más y se expandían. Rollos de grasa inundaban las calles y los corredores; grasas y huesos rompían torres en pedazos a medida que crecían al tamaño de catedrales y se hacían aún más grandes. Sus ojos y cerebros reventaban en sus sobre-trabajados cráneos, y rogaban por una muerte que no vendría pronto. El tirano maldijo el nombre de Caleb el Mentiroso, incluso aunque pliegues de carne grasosa le sepultaran en su palacio. El mundo estaba ahogado en carne, hasta que una capa ampollosa de piel brillante y músculo cubrió todo el mundo. Fue entonces cuando el hechicero liberó las armas víricas de las bóvedas del Príncipe-Gen; necro-toxinas se unieron al contagio químico, y consumieron la carne del mundo. Entonces, desde la luna de Castervoss, el mentiroso dejó caer ocho lanzaderas ardientes a la superficie. Cuando encendió la sopa fétida de podredumbre en llamas, conformó un poderoso patrón estelar a través de los hemisferios nocturnos. Cuando cesaron los incendios, los cielos una vez humeantes estaban claros como un cristal; claros para ver al Ojo mientras se alzaba en el horizonte.

Nadie regresó a Castervoss. Pues se dice que cada persona murió en la misma instancia, y sus almas fueron filtradas de una vez. Este era el peor de los pactos. O esas almas permanecen completas mientras cayeron en el abismo.


2) Un acuerdo mediado[]

[No puedo confirmar este evento. Supuestamente hay un testigo ocular pero, francamente, ¿por qué no lo mataron instantáneamente? Este hombre es un fanfarrón mentiroso. O, más siniestramente, estos monstruos lo dejaron escapar...]

Menantus era un capitán mercante en los recientes intentos del Imperio de Vulkan para unir a imperios menores y rebeldes al suyo sin guerras (porque, sin importar lo que las historias digan, muchos imperios estaban bastante de acuerdo en evitar las guerras. El Caos es una excepción, pero el Caos, como el nombre implica, no es la mentalidad más estable...). Desafortunadamente, se encontró encalmado en la Disformidad.

Menantus había sido necio, y se había desplazado peligrosamente cerca de la Tormenta de la Ira del Emperador. Esta superposición disforme se había convertido en una zona muerta, donde la realidad se estancaba y el tiempo se ralentizaba. Esto era porque se sabía que había Ángeles en grandes concentraciones en ese lugar y su influencia era obvia. Luego de varias décadas intentando alejarse unas pocas millas fuera de la órbita del mundo muerto, Menantus se rindió, y dejó que su nave cayera sobre la superficie. Milagrosamente (quizá), su nave sobrevivió al impacto. Así como gran parte de su tripulación.

Febriles y congelados, salieron de su nave con la vana esperanza de encontrar materiales para reparar su casco. Cientos murieron mientras deambulaban a través de la congelada tundra del planeta. Vientos supersónicos arrancaron el equipo medioambiental de sus cabezas, y la radiación hizo crecer tumores en sus tripas y carne. Pero estas serían solo el comienzo de sus aflicciones.

Porque, más temprano que tarde, se cruzarían con los Ángeles. Se aparecieron ante ellos como bellos guías de calor y seguridad, y les dieron la bienvenida con los brazos abiertos. Pero no había júbilo o calidez allí. Era una luz fría, y aquellos que se dirigían hacia ellos se convertían en zánganos adoradores, quienes sonreían estúpidamente mientras se inclinaban en el polvo, sin preocuparse que sus cuerpos desnudos se estuvieran cristalizando por el hielo. El Capitán se escondió, y observó desesperanzado cómo sus hombres eran esclavizados y quebrados.

No obstante, los Ángeles no habían venido específicamente por este ínfimo precio de hombres míseros medio muertos de hambre. Habían llegado antes al planeta. Estaban esperando. Eventualmente, Menatus se daría cuenta a quiénes esperaban.

La oscura nave veteada estaba anunciada por la agitación de tormentas eléctricas que destellaban con un rayo, mientras poco a poco descendieron sobre el encalmado mundo. Eran más grandes que ciudades, sin embargo, las naves no parecían sufrir ninguna tensión mientras sostenían la órbita baja en el planeta. Menantus reconoció las profundas y crecientes formas de las naves de las oscuras leyendas provenientes de la Franja Este; estas eran naves de los Demonios Espejados. Naves Funerarias Necronas. Pero no portaban los símbolos grabados que indicaban lealtad a los C'Tan, sino que estaban cubiertos en patrones algebraicos de complejidad enloquecedora.

Menantus se apartó de la vista, pero no pudo sino mirar mientras espectros esqueléticos rielaban trémulos bajo las naves, en existencia. Todos ellos eran uniformes y fríos, chirriando con luz verde cadavérica. Todos excepto su líder. La figura estaba adornada con placas de oro y una capucha viva de acero similar a humo. Relámpagos recorrían su cuerpo, destellando desde las puntas de sus garras y azotando el suelo, mientras caminaba. Con toda seguridad se trataba del Heraldo de la Tormenta; un Necrón renegado que lideraba una facción significativa de estas construcciones metálicas. Pero se había dicho que había sido forzado a soportar las tormentas de Medusa V, y entonces perdió lo poco que le quedaba de su mente una vez mortal. Pero había sido salvado de la destrucción por otros Necrones sin alineación, quienes lo vieron como su campeón (o quizás, sus mentes pre-programadas simplemente funcionaban mal. ¿Quién puede suponer algo sobre estas bestias inescrutables?). El tiempo en la Disformidad del Heraldo de la Tormenta le había dado también una revelación sobre el reino de las almas. Decidió que necesitaba aliados en ambos planos.

Solo una facción disforme podía satisfacer su necesidad de un Materium y un Inmaterium estéril. Por lo tanto, parecía que el Señor Renegado acudió ante los Ángeles para conversar.

Sin saberlo por Menantus, el mundo en el que había colisionado no era cualquier tierra baldía, sino que era la misma Ophelia; el corazón arrancado del viejo Imperio Opheliano y el primero de los Mundos Angélicos. Mientras miraba, horrorizado por la forma en que los Necrones, en su eterna calma, desollaban a los pocos miembros sobrevivientes de su tripulación con arcos de muerte incandescente, los Ángeles comenzaron a aparecer. Se desdoblaban a partir del mismo suelo; criaturas de alas filosas y chasqueantes. Los Ángeles chillaron; sus voces similares a órganos de iglesia aumentando en volumen hasta niveles dolorosos. En contraste, los Necrones estaban completamente silenciosos. Lentamente, avanzaron el uno hacia el otro, cada bando brillando con energías apenas contenidas; una unida a la Disformidad, la otra nacida de ciencia antigua más allá de la comprensión mortal.

Mientras se aproximaban, los rayos del Heraldo de la Tormenta chocaron con las descargas eléctricas del Ángel líder, causando que ambos lados pausaran por un rato. El líder de los Ángeles se alzó, sacudido por sus propias energías etéreas. Lentamente, sus alas se plegaron como un loto, para revelar las facciones lentamente formadas de uno de los Arcángeles. Pronto, las características encantadoramente bellas de Celestine la Flama Pura aparecían en existencia ante los extranjeros reunidos. Miró a los Necrones ante ella sin ninguna pista de respuesta emocional. El Heraldo de la Tormenta levantó su mano. Mientas abría sus garras, se conformó un holograma entre las dos fuerzas.

En sus profundos brillos verdes, se mostraba toda la galaxia; girando lentamente mientras las estrellas centrales hacen girar a las demás. Luego, se disolvían en una forma humanoide, fluyendo con fuego de almas. Con un crudo gesto con una garra, el Heraldo de la Tormenta desgarró el alma del holograma, y la dejó libre... dentro del puño abierto del Padre Estelar, quien se alzó desde la pantalla. El cuerpo marchito del ahora desesperanzado mortal era entonces presionado en enormes construcciones de Necrodermis y fuego verde; sus energías vitales drenadas desde ellos durante lo que parecían eternidades.

La cuenta de Menantus desciende en desvaríos e incoherencias sin sentido, muchas de las cuales pueden haber sido pesadillas despiertas contaminando la veracidad de su visión. No conseguimos ser testigo de cómo las dos fuerzas se comunicaron más allá de este holograma, ni cómo fue que consiguieron llegar a un acuerdo[1]. Menantus fue eventualmente encontrado desnudo sobre el árido desierto nuclear de Valhalla, tallando cuidadosamente su historia sobre roca madre irradiada con un fémur roto. Se desconoce cómo llegó hasta ahí.

3) Capturando al Hijo de la Anarquía[]

Cuatro batallones de cazarrecompensas Fremen, respaldados por los costosos Soldados-Siervos de Krieg comprados por el Capitán Mercenario, intentaron capturar al legendario Malalita Sparrod durante el asedio en un planeta rebelde en la Unión Teológica.

Sin más que añadir, fracasaron, y fueron destruidos cuando Sparrod usó su posición como Administrador en Jefe Planetario para destruir los campos de fuerza de las represas que mantenían a los ríos de magma controlados. No hubo sobrevivientes. Además, inadvertidamente soltaron una toxina en los navíos mercantes del planeta, el cual contaminó a unos cien mundos vecinos con una forma de contagio memético asesino de Khorne, el cual provocó años de guerras civiles sin sentido en todo un sector. Se dice que los Fremen estaban todos muertos para cuando cayó el ocaso, y el Ojo del Terror miraba desde el horizonte. Los Soldados de Krieg continuaron luchando contra los lunáticos rebelados, ignorando el magma mientras los carbonizaba hasta los huesos.


4) La Caída de Thex Prime[]

Thex Prime era un gigante de gas, rodeado por docenas de lunas de sangre habitadas; cada mundo abarcaba ciudades continentales y puertos de comercio titánicos. Las Lunas de Sangre, incluso en este tiempo, eran una de las tres metrópolis cosmopólitas en toda la galaxia, además de la ciudad arruinada de Dinero Libre, el Sept T'au y Commorragh. Solo el espectacular cáncer negro que era Commorragh poseía una diversidad y profusión mayor de razas, credos y especies que el activo centro de intercambio del Imperio Comercial Thexiano. Las profundas cavernas, donde una vez Thexianos prehistóricos merodearon ahora estaban convertidas en fábricas y minas gigantes para la encorvada raza Grongolem. Había espiras y fantásticas ciudades endentadas en espiral flotando en los cielos; hogares para los siniestros y zanquivanos Oseófagos Ulthianos. En órbita, los Monasterios Drong y los Dhows de los Nicassar navegaban por el congestionado vacío, entre barcazas comerciantes Actorianas y las naves con forma de barril de los venenosos y ácidos Fúlgaros Nestrinianos.

Dentro de cientas de ciudades diferentes, había criaturas de todas las formas y especies inundando las calles, ululando chillidos y vociferando apuestas, deudas y regateando piezas y bienes. Los enviados de la Casta del Agua de los T'au permanecían dentro de sus cámaras, confiando en sus Kroot y drones N'dras como guardaespaldas. Los amontonados y púrpuras L’Huraxi se codeaban con los soldados caninos Tarellianos y guerreros Nekulli, mientras los Loxatl barrenaban en medio de los tejados como gárgolas volviendo a la vida. Realmente, las ciudades de Thex Prime eran las civilizaciones más rebosantes y vibrantes en la historia. Y todo estaba bajo la influencia de la Élite Thexiana.

A pesar de que los más altos entre ellos se acomodaban dentro de palacios pulidos de metales preciosos, la vasta mayoría de los infames Élites Thexianos estaban escondidos entre la misma población. Aunque toda la Élite compartía la misma forma de batalla quiróptera, sus formas secundarias podían tomar el aspecto de cualquier especie. Ellos empleaban esta imitación para infiltrarse en cientas de razas; trayendo a todos en competencia benévola con los demás. Cada raza competía y luchaba para que su propia estirpe floreciera y obtuviera ganancias, pero permanecían unidos contra los extranjeros de plata. Y todo el tiempo, los Thexianos competían con todos, y se hacían obscenamente ricos en el proceso. Esta prosperidad podría parecer extraña a los lectores, ya que la metrópolis estaba sobreviviendo dentro de un inmenso Imperio mientras estaba en constante guerra contra las fuerzas del Portador de la Noche. De hecho, incluso a un par de sistemas de distancia de las Lunas de Sangre, las guerras rugían a una escala horrible; poblaciones enteras eran erradicadas, y las estrellas se enfermaban bajo la influencia C'Tan. Pero la Élite Thexiana usó este conflicto para mantener a sus razas-facciones distraídas, mientras mantenían tranquilamente su imperio desde tronos inatacables, solo deleitándose con los presos y los enemigos del Estado cuando su lujuria bebedora de sangre se volvía demasiado fuerte para ignorarla.

O eso es lo que pensaban.

Pues, de hecho, también estaban siendo utilizados y engañados. La Élite no era inmune a la manipulación; todo lo que bastaba era encontrar dónde estaban los pliegues en sus armaduras. Los candidatos más obvios eran los revoltosos familiares de especie de la Élite Thexiana; los autodenominados horrores conocidos como los Diablos de Cythor. En contraste con la Élite, los Diablos de Cythor no tenían deseos de entremezclarse o imitar a las especies menores del Imperio. Los Diablos de Cythor permanecían en sus negras formas de batalla con las alas plegadas en todo momento, ataviados con telas finas que parecían contradecir sus monstruosas formas.

Los Diablos de Cythor creían en la manipulación y en sobremaniobrar astutamente a sus oponentes política y económicamente, sin embargo, y lo hicieron con entusiasmo durante los últimos años del M54 hasta principios del M55. Ellos se enfrentaron con la Élites en numerosos desaires; había políticos Élites Thexianos como Tomork, quien clamaba por la disolución de la Élite, y su asimilación completa con las especies del Imperio, mientras otros Élites intentaban congelar activos de los Diablos, o activamente interceptando contratos y ofertas destinadas a sus propias empresas fachada y esfuerzos económicos.

La represalia de los Diablos de Cythor sorprendió incluso a ellos mismos. Un Diablo pícaro de hecho, desató su furia en un lugar público, destrozando a un centenar de ciudadanos, e hiriendo fatalmente a uno de la Élite, quien estaba discretamente monitorizando la situación. Había voces entre los Élites, y desde las otras razas para que los Diablos de Cythor fueran censurados; eran una amenaza para la paz que el Imperio requería para sobrevivir a la Larga Guerra. Esto culminó en el arresto de Barosk, el Jefe Ejecutivo del grupo de los Diablos, quien fue juzgado y apresado por incitar leyes temerarias y suicidas económicamente, y por fallar en condonar la violencia de su facción.

Mientras tanto, un Oseófago Ulthiano (un miembro de una raza con la cual los Diablos estaban más afiliados que con cualquier otra), explicó esta censura de una manera diferente; apuntó a las Élites y su acto de conformar lazos más cercanos con el Imperio T'au a través de los elementos Nicassarianos. Esto provocó una especie de paranoia sutil en los Diablos, mientras comenzaban a ver al resto del Imperio en contra suya; una multitud amenazante de alienígenas, esperando una oportunidad de derribar a los Diablos de Cythor. Los T'au parecían crecer en su estimación como un enemigo; eran de hecho el enemigo más antiguo del Imperio Comercial Thexiano, con la excepción del Portador de la Noche. Se sintieron atrapados, y desesperados. Tanto fue así, que cuando un extraño ser dorado se apareció ante Barosk en su celda, él escuchó su oferta.

Mephet'ran contrarrestó el escepticismo del Diablo de Cythor de sus motivos recordando al alienígena que las propias fuerzas personales de este C’Tan nunca habían atacado una sola vez al Imperio Comercial Thexiano; de hecho, sus Necrones muy a menudo no luchaban como los de su compañero Dios Estelar el Segador contra los T'au. Pero no lucharía contra los Diablos: pues Mephet'ran entendía a Barosk y su raza de monstruosos Terrorgheists (Terrorgheist es el verdadero nombre para ellos y la especie de la Élite, o así es como sugiere una docena de reportes biológicos recolectados a lo largo de los años). Los quirópteros alienígenas eran una raza vampírica de bebedores de sangre, y entendían la necesidad vampírica de esclavizar a su ganado para un festín más fácil. Mephet'ran era también un vampiro, y sintió que los Diablos de Cythor podían ser unos aliados valiosos. Le ofreció ayuda para derrocar a la Élite, y dejaría que los Terrorgheists lideraran al Imperio Comercial en la última guerra contra los T'au.

Barosk inmediatamente exigió saber el precio a cambio, haciendo que el Embaucador arrugara una sonrisa alocada e inhumana.

“Instalaciones, mi querido Barosk. Si voy a ayudarte a derrocar a tus caprichosos parientes, por supuesto necesitaré las herramientas para hacerlo”.

El Embaucador quería una fábrica de armas, instalada dentro de Thex Prime. A cambio, las armas serían entregadas a mercenarios Cythor seleccionados, quienes asaltarían los Palacios de la Élite y asesinarían a sus gobernadores. Entonces, los Diablos de Cythor podrían usar su negada habilidad de cambiaformas para asumir el mando del Imperio.

Con cautela, Barosk aceptó las condiciones del Embaucador, y se puso manos a la obra. A través de mensajes codificados entregados a visitantes de su celda, el Ejecutivo organizó que una de las familias Grongolem hiciera una transacción, y discretamente, alquilara varios cientos de patios de almacenamiento y almacenes a un rico aristócrata, que se hacía llamar ‘el Rey de Silvae’.

Esta figura era el mismo Embaucador. Esta transacción fue escondida a las Élites por los audaces Diablos de Cythor, detrás de océanos de burocracia y cuentas proxy. Por supuesto, Barosk no estaba completamente crédulo; no confiaba en nadie, especialmente no en alguien llamado ‘el Embaucador’. Hacerlo sería una necedad inmensa. Pero Mephet'ran podía ser útil, así que complació al Dios Estelar (aunque hubiera plantado explosivos de alta potencia en los almacenes que prestó al C'Tan, por si acaso...).

Eventualmente, el Embaucador entró al sistema sin ser visto, y sus fábricas se activaron rápidamente. Lentas al principio, pero pronto, cada almacén alquilado estaba lleno... de algo. Los años pasaban, y lentamente, la presencia de algo oscuro en el corazón del Imperio se volvía aparente. Los convictos eran encontrados muertos. No solo secados de sangre; sus cuerpos fueron convertidos en polvo en las entrañas de los complejos penitenciarios más profundos.

Incluso aunque los Diablos de Cythor estaban desviando la atención de los almacenes, ellos mismos enviaban espías en los complejos cavernosos para ver qué estaba ocurriendo. Lo que vieron les aterró incluso a ellos.

No habían solo armas Gauss avanzadas allí en las profundidades. Había Necrones. Millones y millones de Necrones. Estos no eran las huestes guerreras de las legiones cadavéricas del Portador de la Noche; asesinados una y otra vez, sino que eran una legión de autómatas. Eran Guerreros Necrones completamente nuevos. Barosk no podía pensar en qué les potenciaba, pero entonces, recordó las muertes de los convictos, y gimió. Antes que pudiera advertir a alguien, su prisión fue atacada desde abajo por serpenteantes Espectros Canópticos y Desolladores enterrados. Aunque luchó con una terrible furia, fue asesinado, junto al resto de la población recluida en la prisión. Esto no quedaría ignorado.

Pero para entonces, ya era muy tarde. Los Diablos de Cythor desesperadamente intentaban revertir lo que habían hecho, y detonaron las cabezas nucleares de mil megatones que implantaron dentro de cada Necrón. Para su abyecto horror, observaron cómo sus bombas, hace ya tiempo movidas por el Embaucador, explotaban dentro de los complejos industriales de los Grongolem, haciendo colapsar las cavernas y enterrando a millones de Grongolem en ellas.

La sorpresa ante la emboscada Necrona fue total y completa. Los ciudadanos y guerreros de Thex Prime fueron asesinados luego de cinco días de carnicería total, mientras los Demonios Espejados arrasaban a través de cada ciudad. Estos Necrones eran nuevos, poderosos y totalmente dementes. Recordaban vívidamente el dolor de su fallecimiento, y tenían un disgusto ante todos los enemigos carnosos que les rodeaban; aquellos cerdos orgánicos que les habían apresado y de los que se alimentaron durante siglos. La venganza condujo a estos nuevos Necrones a extremos de crueldad no vistos en las construcciones Necronas desde las primeras décadas de la Guerra en el Cielo. El Embaucador de alguna forma hizo frenar su masacre; una selección de Élites Thexianos y varias especies miembros fueron perdonadas y esclavizadas por el C'Tan, mientras los Ulthianos, los verdaderos aliados del Embaucador, se regocijaban sobre los huesos atomizados de una civilización totalmente masacrada. Pues el Embaucador lo había planeado todo: había jugado en ambos bandos, pues él era un cambiaformas supremo e incomparable. Había sido el Diablo de Cythor díscolo de aquella vez, había jugado su parte como Tomork también, y él había abogado por el juicio y la detención de Barosk. Y aún no había terminado.

El Dios Estelar se retorció en la forma del Presidente del Consejo de la Élite Thexiana, y solicitó que las flotas del Imperio Comercial se reunieran en el Sistema Vellan. Afirmaba que los estaba reuniendo para un empuje decisivo dentro del espacio del Segador. Afirmaba que ‘podrían terminar la guerra en cuestión de semanas’. Por primera vez, horriblemente, no estaba mintiendo. Cuando las flotas de Tarellianos, Grongolem, Fúlgaros, L’Huraxi y Nekulli se reunieron alrededor de la funesta estrella de Vellan, la trampa se cerró. El Embaucador, usando sus poderosas tecnologías, causó que la estrella se convirtiera en supernova, destruyendo a todo el sistema. Solo las fuertes naves-forja de los Grongolem fueron lo suficientemente duras para sobrevivir a la explosión, pero aún ardieron desde dentro de sus grandes naves sin poder hacer nada. Algunas naves evitaron la reunión, y fueron cazadas por las naves del Embaucador.

En una rápida maniobra, en el año 998.M55, el Dios Estelar más débil desgarró el corazón del Imperio Comercial Thexiano. Al cabo de semanas, miles de mundos desamparados en el imperio fueron purgados de vida por las ahora imparables fuerzas del Portador de la Noche. Tal carnicería no era vista desde aquellos oscuros días del Nuevo Devorador. Luego de unas pocas semanas más, el Imperio Thexiano había caído. Es probable que la gran mayoría de los Terrorgheists huyeran del Imperio y se infiltraran en otras civilizaciones lejos de la Franja Este, mientras otros, desesperanzados, buscaron refugio con la única facción que podría recibirlos: los T'au.

Pero ahora, los T'au enfrentaban la inevitable tarea de enfrentarse a toda la fuerza de las huestes Necronas, a solas.

Esta guerra es de una envergadura demasiado grande para esta sección fragmentada, pero para ilustrar de forma sucinta la respuesta T'au ante este horror, he recuperado cierta telemetría desde el puente de ‘El Camino Trascendente’, la nave capital de Kor’O’Vana’Va’Shas’s (traducción: Almirante Firesoul), y la nave insignia de la Gran Flota T'au, apenas un mes posterior a la caída de los Thexianos;

[Telemetría 0:04837:2847 a 0:14382:2847. Comienzo de la Transcripción]

[Primario, puente de la Casta del Aire ingrávido.]

Almirante: Por favor, repite informe de mando.

Timonel Kor’la: Informes proviniendo desde vectores 2,3,4 hasta 9,9,9, en cada elevación. Mont’ka entrante. Primera y segunda flotas de piquetes insuficientes. Pasando a movilizar a cuadros dirigentes diecisiete a cuatro-mil ocho.

Timonel Kor’Ui: Negativo, insuficientes, tenemos naves Necronas viniendo en picada y en rotación.

Almirante: [suspiro, frotando pesadamente las fosas nasales y su frente]. Los Mont’ka y sus demonios están entrantes; somos la Luz Imperecedera. Podemos hacerles replegarse. Soliciten reservas secundarias y terciarias. Contacten a N'Dras; necesitamos otras cien mil naves clase Idealista enviadas y movilizadas a finales de esta semana.

Timonel Kor’la: Pero señor, las pruebas-

Almirante: [En calma] No me importa si no están en los estándares de seguridad de nivel Sigma; son necesarias. ¡Por Aun'Va, ni siquiera me importa si no están pintadas! Tenemos que detener a los Necrones aquí, así les haremos replegarse a la línea de la Grieta de Perdus; y entonces aplastar esta incursión. [Sonríe alentador]. Podemos hacerlo, mis hombres. Tengan fe en sus Ideales y no podremos fallar.

[La tripulación vitorea. Uno de los Gue'Vesa en el pozo sensorial en la cubierta secundaria a 1 G no está vitoreando. De hecho, se le ve extremadamente pálido, con los labios temblorosos. El Almirante se da cuenta].

Gue’Vesa Gaxon: Los Necrones... ya vienen...

Almirante: Ayudante Humano Gaxon, ¿estás bien? Por supuesto que vienen. ¿Tienes un objetivo en tus sensores superlumínicos? ¿Cuántos vienen?

Gaxon: ...

Almirante: ¡Gaxon, te ordeno que me lo digas ahora! ¿Cuántos vienen?

Gaxon: ... Todos ellos ...

[La sonrisa del Almirante se desvanece].


5) Contención[]

Sobre el mundo de Jokven, el cultista malalita contrabandea la carga robada desde las bóvedas de Castervoss dentro de la casa de fieras personal del Gobernador. El objeto capturado de las bóvedas era un monstruo de un ojo preservado, el cual el Príncipe-Gen hubo comprado desde Gran Sicarium en algún momento en el pasado. Esta horrible bestia regeneradora no era como nada que la gente de Jokven hubiera visto antes, y se esforzaban por contener sus atraques.

Eventualmente decidieron lanzar un agente nervo-paralizante en el complejo zoológico que acaparaba al bramante Cárnifex dentro. Desafortunadamente para ellos, los secuaces malalitas causaron que las bombonas del agente nervioso se rompieran de camino al sitio, y las FDPs del planeta, sin saberlo, extendieron los productos químicos a través de las calles de sus semiorugas y Chimeras, contaminando el suministro de agua en el proceso. Toda la ciudad capital lentamente perdía la habilidad de mover sus cuerpos bajo su propia fuerza.

La gente estaba aterrada pues todos morían lentamente, muertes agonizantes debido a la hambruna. Esto no fue todo, sin embargo. Tan pronto como la antigua bestia ciclópea fuera liberada de la contención del zoológico, y ávidamente comenzara a devorar a cada humano hasta el último en la ciudad. Para el momento en que llegaron otros asentamientos de Jokven, solo se encontraron con los cuerpos maullantes de un millón de ciudadanos semi-devorados aún vivos. Los horrorizados rescatistas observaron la masacre hacia el atardecer, justo cuando el Ojo del Terror hacía su tránsito diario a través de los cielos...


6) Iacob y Crolemere[]

Alrededor de este período de tiempo, se desarrollaron cuentos e historias a través del Imperio de Vulkan y más allá sobre un cubo perfectamente simétrico que podía aparecerse ante un planeta, para luego desaparecer una vez que las fuerzas concertadas llegaran a investigar su finalidad y su forma.

Esto, por cierto, era obra de Ahriman, pues había escapado de Terra al transportar un cubo perfecto del Palacio Imperial en la Disformidad. Aunque se desconoce cuál era su propósito mientras saltaba de planeta en planeta. Con certeza, de seguro estaba investigando o estudiando algo integral al interior del mismo cubo (de hecho, nunca se le vio abandonar el cubo en ninguna de las leyendas anteriores). No obstante, cada vez que movía el cubo, el planeta que dejaba sufría perturbaciones tectónicas, y un aumento de incursiones psíquicas/demoníacas, debido a las desafortunadas consecuencias de crear portales disformes en pozos gravitatorios.

Sin embargo, Crolemere, su misteriosa aliada Sensei Gris, parecía dejar el cubo. Era una figura de miedo entre muchos mundos, ya que no entendían el significado de la llegada del cubo. Algunos creían que la mujer de cabello dorado era un fantasma o un espectro, pues no parecía envejecer, y siempre se desvanecía con el cubo.

Lo que muchas historias no registran es que ella era, de hecho, una asistente de Ahriman; adquiriendo ingredientes y artefactos para sus hechicerías y ciencias disformes experimentales. Pero ella estaba buscando algo más; alguna figura que era esencial a los acontecimientos que se extendían por toda la galaxia como pólvora. Crolemere sería enviada a infiltrarse en el planeta, y localizar a potenciales candidatos; cuestionando sutilmente los motivos de aquellos que conocía y tomando nota de sus respuestas a ella.

En un mundo, su misión fue interrumpida, sin embargo. Mientras intentaba obtener acceso a una ciudad, quedó atrapada en un incendio en uno de los sistemas de transporte subterráneos del planeta (causado irónicamente por los efectos de disrupción gravitacional del cubo). Todos a bordo del tubo fueron carbonizados a cenizas, pero ella logró salir libre, desollada y ardiendo por los escombros. Mientras las unidades de emergencia de FDPs reutilizadas intentaban calmar el incendio, las unidades Medicae intentaban en vano localizar sobrevivientes. Crolemere se escabulló, gimiendo en agonía mientras su carne ardía y sus huesos se molían como trozos de madera quemada en un horno.

Fue encontrada por un hombre llamado Iacob. Por lo que sabemos, este hombre parece poco notable, incluso en esta etapa temprana como un hombre joven. Pero este hombre la recogió de las calles. Él era un Medicae, y se encargó de sus heridas.

Pero mientras se hacía cargo de ella, se volvió aparente que no era una mujer normal. Se curó rápidamente, su carne juntándose perfectamente sin siquiera cicatrización. Pronto, sus hermosos rizos de oro brotaban de su cuero cabelludo quemado, mientras regeneraba su cálida tez. Al cabo de una semana, ella parecía completamente ilesa.

A diferencia de un centenar de otros mundos, Iacob no temía a sus habilidades sobrenaturales. A través de la galaxia, la mayoría de los seres humanos eran supersticiosos, malévolos o simplemente locos. Incluso sobre su propio mundo, los cazadores de brujas y demagogos estaban en vigor; cazando a la espectral ocupante del Cubo, el cual se había aparecido en una ladera cercana como un mal augurio.

Iacob no era como esos monstruos cobardes. Él vio su curación como milagrosa y en cierto modo, mística. Con entusiasmo le hacía preguntas acerca de sus capacidades y su propósito en su mundo, a la vez que se escondían de las bandas errantes de redencionistas vestidos de rojo, quienes comenzaron a recorrer la ciudad en busca de mujeres rubias, pues las profecías siempre mencionaban a la inmortal bruja rubia...

Ella respondió las preguntas de Iacob tan bien como pudo, porque el hombre, aunque entusiasta, no podía entender realmente toda la metafísica disforme involucrada. Habló de su misión a una entidad mayor conocida como el Hechicero de la Rúbrica, y cómo intentaba derrotar a las oscuras fuerzas que se levantaban para consumir la realidad. A su vez, Crolemere le hizo preguntas también, y con el paso de los meses, descubrió que este hombre era un posible candidato para los propósitos de Ahriman; él necesitaba un ‘hombre realmente bueno, sin la carga de la afiliación a cualquier facción o poder’; ella rechazaba la opresión de los antiguos poderes y deseaba crear una nueva cultura. Crolemere se rehusaba a creer que en la galaxia solo hubiera guerra, debía haber algo más. Discretamente, Crolemere señaló su éxito al Hechicero.

Pero antes de que pudiera conseguir que Iacob fuera con ella, le alcanzaron eventos. Los Redencionistas, en sus capuchas cónicas y portando sus armas flamígeras, acorralaron a Iacob en su casa, luego de descubrir que estaba dando refugio a la Sensei Gris. Intentaron forzar su camino hasta su casa, pero él salió a la calle para enfrentarse a ellos, sin armas y sonriendo. Llamó a sus vecinos para que salieran, y él prometió a los Redencionistas que Crolemere no suponía ninguna amenaza para ellos. Los cultistas no le creyeron, y atacaron. Aunque su propósito era ser discreta en todas las cosas, a Crolemere se le agotaba el tiempo, y no podía soportar ver cómo uno de los pocos humanos verdaderamente benevolentes era asesinado por necios. Saltó desde el cuarto de Iacob, y entró en combate con los encapuchados fanáticos.

Aunque desarmada, Crolemere era un vástago descarriado de la línea sucesoria del Emperador, y sus habilidades eran formidables (especialmente luego de la tutela de Ahriman en aprovechar su poder). Su cuerpo brillaba con la luz de las estrellas mientras despedazaba a los cultistas. Esquivó y desvió sus espadas sierra, mientras les arrancaba los lanzallamas de sus manos y los lanzaba a un lado con desprecio. Al cabo de momentos, los cultistas estaban todos muertos o habían huido, gritando, “¡El demonio! ¡La bruja! ¡Se ha alzado!”.

Incluso mientras Iacob recuperaba su agudeza, ella lo cogió e intentó forzarlo a que fuera con ella; debían escapar, ahora que toda la ciudad estaría tras de ella, y las entidades de la Rúbrica de Ahriman estarían preparándose para asegurar el área. Pero Iacob se resistió, desafiando sus convicciones como salvador autoproclamado. Aún estaba manchado con la sangre de los cien hombres que ella asesinó, y no iría con ella. Le imploró desesperadamente; ella le explicó que si no se iban, los hombres de Ahriman matarían a todos en la ciudad para proteger su premio. Iacob no deseaba ser un premio, ni le gustaba cómo sonaba ese tal Ahriman; un hombre que con calma ordenaría la muerte de millones de personas asustadas solo porque él tenía prisa. Al final, Crolemere no le dio más opciones; lo dejó inconsciente antes de lanzarlo a la parte posterior de un semioruga apagado y dirigirse hacia el cubo.

Ahriman era tan bueno como su palabra y las afueras de la ciudad estaban en llamas, mientras los inmortales Marines Rúbrica atacaban a las FDP del mundo en una tormenta de fuego, acero y energías etéreas. Crolemere condujo su vehículo robado a través de la tormenta de fango y fuego, mientras las fuerzas de la ciudad asediaban al Cubo, y a la colina donde se encontraba.

Los bombarderos Marauder soltaron miles de bombas de alta potencia sobre el protegido edificio, mientras la infantería marchaba sin miedo hacia la colina, caminando sobre los huesos de aquellos soldados que caían ante el fuego de bólter. Lucharon para (en sus mentes) defender su ciudad de una amenaza fuera de contexto que podía amenazar las vidas de todos los que caminaban por la superficie del planeta. Crolemere intentó ignorar la carnicería, y los valientes soldados morían por su mano aliada, pero no pudo. Sus ojos estaban húmedos con lágrimas amargas, mientras su semioruga se quedaba sin combustible. Con sus brazos en sus hombros, Crolemere desesperadamente arrastraba a Iacob a través del fango y los cadáveres arruinados. Sus finas facciones estaban ensuciadas por los desechos de sangre y suciedad que salpicaban a ella mientras luchaba por alcanzar el cubo.

Ella fue interrumpida en su escape por una peculiar visión. Los cielos de repente reventaron en colores brillantes justo sobre ella. Momentos más tarde, una venenosa nave gravitatoria Eldar salió a través de ahí. Le faltaba una aleta y ardía en varios lugares, pero de alguna forma aún se mantenía a flote para que su extraña tripulación saltara de ella antes de estrellarse contra el suelo con una feroz detonación que hizo tropezar a Crolemere sobre su espalda. Dejó caer a Iacob mientras caía.

La nave tenía tres miembros a bordo, de acuerdo a las cuentas sobre esta confrontación. Ninguno de ellos era Eldar. Dos de ellos eran, obviamente, hombres ancianos, argumentando furiosamente, con el más viejo castigando al más joven en una capa de colores cambiantes en su imprudencia. La tercera figura era un hombre siniestro, vestido en ropas oscuras con ojos brillantes que resplandecían con un azul penetrante. Sin embargo, no era un hombre, pues se desplazaba con una precisión deliberada y hábil que ningún ser humano podía emular. El ser artificial había disparado a Crolemere con una docena de ráfagas láser en el corazón y en la sien. Mientras caía curada en una piscina de su propia sangre congelada, ellos abdujeron a su cautivo, antes que el colorido hombre retrocediera a la grieta en la realidad, seguido de cerca por sus aliados.

Ahriman arrastró a Crolemere del campo de batalla usando sus formidables poderes, y al rato después, el cubo se desvaneció también en una tormenta estridente de fuego disforme.

Se desconoce por qué Ahriman quería a Iacob en ese momento. Pero parecía ser clave en uno de los esquemas del Hechicero. Sin embargo, ese encuentro plantaría pequeñas semillas de duda en la mente de Crolemere; a qué servía realmente ese Astartes Hechicero. Le llevaría a investigar a su aliado. Sería entonces cuando ella conocería la horrenda verdad de este renegado de los Mil Hijos.

7) Patrón del Olvido[]

Durante casi tres mil años, no había habido ninguna palabra o rumor de que estuviera activo. Muchos esperaban que hubiera dejado el universo, así como había hecho el Nuevo Devorador, o que se hubiera consumido a sí mismo en alguna oscura esquina de la galaxia. Pero como un tiburón acudiendo a un barco hundiéndose, los desastres y miseria hechas manifiesto al final del M55 casi parecían invocarlo de vuelta a nuestra realidad.

Los Navegantes notaban su presencia durante sus trazados cartográficos anuales de los planos disformes del Imperio de Vulkan. Planetas, sistemas y en un punto, un sector completo; todo desaparecía. Las naves patrulleras que investigaban encontraban esos lugares completamente vacíos. Los psíquicos ni siquiera habían detectado el aullido revelador de la Disformidad que siempre va acompañado de la destrucción planetaria. Era como si fueran deshechos a cierto nivel fundamental.

El Ophilim-Kiasoz era móvil. Las esperanzas se desvanecieron; estaba de vuelta. Solo los miembros más antiguos de la galaxia sabían qué prometía esta entidad; conocían de su destrucción en los diez mil años pasados.

Imogen de la Hermandad de la Voluntad no estaba perturbada por esta entidad. Tan pronto como fue posible, reunió todos los datos que pudo sobre los ataques; aquellos del pasado, y los del presente. Se encerró en sus aposentos luego de haber robado la Anathame, y su febril mente aún estaba conmocionada por las conspiraciones apocalípticas y revelaciones que ella estaba descubriendo. El Ophilim-Kiasoz era la más insoportable y potencialmente peligrosa de todas, y ella supo que tenía que saber a dónde se dirigía.

Al principio, mientras observaba sus cartas galácticas actualizadas, el camino del Ophilim-Kiasoz parecía completamente aleatorio; parecía moverse por un par de cientos de años a la mitad de la velocidad de la luz. Por un par de años luz iba en una dirección, antes de aparecer en un sitio completamente diferente y continuar a velocidad sublumínica por otro par de siglos, y así. No fue hasta que empezó a calcular las posibles ubicaciones de agujeros negros y estrellas de neutrones, y dobló sus mapas a lo largo de líneas geométricas que unían estos fenómenos, que ella se dio cuenta que el Ophilim-Kiasoz no se movía de forma aleatoria. Se estaba moviendo en una línea perfectamente recta, más o menos hacia el borde occidental del plano galáctico. Pero el Ophilim-Kiasoz no estaba viajando a través del espacio. En su lugar, de alguna manera estaba pasando por alto vastas extensiones de espacio; viajando a través de algún otro medio que Imogen no podía comprender.

Sin embargo, ella podía predecir en dónde aparecería la próxima vez. Llevó sus conclusiones al gobernante Consejo de Armageddón a toda prisa. Les imploró que comenzaran la evacuación de aquellos sistemas que caían en el patrón del camino del Ophilim-Kiasoz. Pero durante este tiempo, el Imperio de Vulkan estaba reconstruyéndose de una guerra mayor, y Vulkan estaba fuera reconquistando franjas del Imperio. El consejo argumentó que se requerían todos los mundos fronterizos que aún se poseyeran, para sobrevivir. Imogen respondió que esos sistemas estaban condenados de cualquier forma, con o sin defensores; pues el Ophilim no podía ser detenido por métodos de guerra mortales. No obstante, hubo un miembro de la Corte Prometeana que afirmó lo contrario; un brillante científico conocido como Cayden, quien había estado observando los hallazgos de Imogen y notó que el Ophilim-Kiasoz solo hacía sus ‘saltos’ cuando se encontraba cerca de una anomalía solar/gravitacional. Con audacia, solicitó que el Consejo de Iguales le permitiera el acceso a la armería prohibida, bajo la Colmena de Hades; la ubicación del viejo armamento Nova de la hace tiempo muerta Era Oscura de la Tecnología. Afirmó que tenía un método para desviar al Ophilim-Kiasoz lejos de mundos aliados. Todo lo que necesitaba era conjurar una anomalía celestial.

Eventualmente, el Consejo votó reñidamente a favor de darle una oportunidad al científico. Sin embargo, también dieron visto bueno al plan de Imogen, en caso que Cayden fallara.

Los dos diversas fuerzas de rescate se dirigieron con prisa a los sectores occidentales del Imperio; una de ellas una flota de un millón de naves mercantes reutilizadas y naves de almacenamiento de grano para llevar a billones de potenciales refugiados; la otra una armada militar de naves empaquetadas y navíos de reserva, apresuradamente convocados para el esquema de Cayden.

La flota de Cayden se amasó en el Sistema Deimia, donde una estrella supergigante azul masiva ardía de manera irregular y con una luz brillante como un millón de soles terrestres. Era ahí donde instalaría las descargas de bombas Nova, en un anillo libre de satélites pesadamente protegidos alrededor del ecuador de la estrella. Este sistema fue escogido para esta operación porque era un sector aislado alejado de cualquier sistema vecino; la nova resultante encendida en su corazón no chamuscaría ningún mundo de Vulkan inadvertidamente.

Le tomó semanas a su equipo ajustar las configuraciones óptimas y calcular la explosión resultante que se produciría. Esto era muy largo, y pronto se comenzaron a quedar sin tiempo. Mientras el Ophilim-Kiasoz se acercaba, comenzaron a ocurrir cosas extrañas. Todas sus lecturas cronométricas y dispositivos de tiempo perdían su consistencia, fluctuando salvajemente con discrepancias. Los planetas orbitando la estrella cambiaban sus órbitas; algunas se volvían elípticas, otros no lograban completarlas, y simplemente comenzaron a girar sobre sí mismos en una espectacular exhibición de reajuste astronómico. La presión empezó a subir a bordo de sus buques, pero Cayden se enfocaba en su propio trabajo. Cada psíquico en su nave caía inexplicablemente mudo y sordo, y todos los suministros de alimentos durante la noche se volvieron rancios. Una de las fragatas que escoltaba su nave insignia cambió su rumbo directo al corazón de Deimia; sus escudos de vacío explotaron como burbujas de jabón al impactar, abrazando el ardor del horno de fusión. No había explicación para esto.

Entonces, las cosas se comenzaron a volver más extrañas. La misma estrella comenzó a fluctuar en sus lecturas; no solo en sus niveles de radiación, sino en sus detalles superficiales. Comenzaban a formarse líneas y patrones en puntos del sol, que precedían a gigantescos cambios de mareas solares, con enormes secciones de plasma deslizándose fuera de la estrella como bloques de piedra, para mucha perplejidad y asombro absolutos de la tripulación.

Ya no podían esperar más. Ajustaron los descargadores Nova en un temporizador, y se fueron del sistema tan rápido como la Disformidad se los permitió. Solo Cayden y un puñado de naves permanecieron detrás, para asegurarse que el arma detonara. Nadie sabe qué les pasó a ellos. El último mensaje de Cayden al espacio imperial fue una señal ilegible retransmitida por un psíquico ensordecido, de (lo que parece son) sus últimas palabras.

Incluso este archivo no logra depurar todo el mensaje libre de distorsión, pero solo se rescató una única frase (aunque aún hace muy poco sentido. Sospecho que Cayden solo quería decir algo enigmático antes de morir, para preservar su leyenda).

Su último mensaje es corto. La gran mayoría de la transmisión de diez minutos es estática y ruidos extraños que podrían ser el sonido de un casco rompiéndose, o un cambio rápido de temperatura causando micro-fracturas y ruptura de contenedores de plasma. No puedo estar seguro. Pero estas son las secciones más claras:

[Distorsionado]... Yo-[distorsionado]-no- [distorsionado]-allo completo de integ-[sección distorsionada/corrupta]-Todas las locuras regresan a casa. Tod- [distorsionado. ¿Estruendo metálico? ¿Distorsión estática?].

Al final, los mundos en el camino del Ophilim-Kiasoz fueron salvados. Sin embargo, le tomó un buen rato a Imogen recalcular su nuevo camino multi-dimensional. Cinco mundos fueron anulados en ese tiempo. Esto llevó a que los futuros intentos de desviar o atacar a la anomalía Kiasoz fueran cancelados por orden ejecutiva del mismo Vulkan.

Es mejor dejar algunas cosas solas...

  1. Pero podemos asumir que sí lo hicieron, considerando los eventos que se revelarían posteriormente...
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