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Veredicto del Certamen de Relatos Wikihammer + Voz de Horus ¡Léelos aquí!

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Mi Querido Ralei,

Llevo esperando vuestra correspondencia desde hace algún tiempo. Tenéis una importante reputación de radicalismo, amigo mío, y si no fuera por mi propio interés en el campo de la xenología habría dudado en contactar con vos. La influencia del mojigato Cónclave Conservati nunca ha sido tan fuerte, y desafiarles es una forma segura de acabar muerto. Han hecho saber (educadamente, por supuesto) que sois un hereje y un xenófilo de la peor calaña, y que cualquiera que sea descubierto confraternizando con vos será considerado del mismo modo.

Hace dos años, en el transcurso de mi investigación de los túneles bajo la colmena de Aggavaria, me tropecé con un hombre desquiciado. Tal era su aspecto y desnutrición que apenas le reconocí como un ser humano. Hablaba poco gótico vulgar, y su mente estaba tan destrozada que casi nada de lo que decía tenía sentido, pero poco a poco reuní una relación de sus desgracias.

Fue separado de su madre a los seis años, y todo su conocimiento de contacto humano era anterior a ese momento. Durante el resto de su vida había sido un zanhaad, una especie de esclavo-mascota de sus captores: los Hrud. Por fortuna, nuestra llegada al interior de sus túneles había coincidido con el poh-ha de la tribu: una migración en masa (cuyo destino nunca descubrimos) provocada por el aumento de la población.

Con la ayuda de algunos estímulos de interrogatorio, el hombre fue capaz de recopilar una descripción de sus captores.

Los Hrud son una raza hermética de carroñeros subterráneos, cuyos junntak (ciudades-túnel) aparecen invariablemente cerca de los mayores centros de población humana. Estos grupos rara vez mantienen contacto, ya que carecen de los medios para hacerlo, pero como raza muestran una minuciosidad sin parangón en el terreno del mantenimiento de registros, recopilando vastos repositorios de información histórica, cultural y técnica. Ferozmente tribales, son expertos saqueadores de tecnología y pueden reunir fácilmente una colección mestiza de armas y artefactos a partir de cualquier recurso que tengan a su disposición. Mejor aún: sus cuerpos están perfectamente adaptados a la vida como depredadores oportunistas, ya que pueden sintetizar una apabullante cantidad de venenos diferentes y escurrirse silenciosamente a través incluso de los túneles más estrechos. Lo más extraño que nos describió nuestro cautivo fue la ssaak, o "niebla visual", que deducimos que se trataba de algún ingenioso campo de distorsión generado biológicamente para confundir la vista de cualquier enemigo. No es de extrañar que los "reptantes de las sombras" sean casi invisibles.

Parece que cuando la población de una tribu alcanza un nivel determinado de saturación, varios de sus miembros se escinden colándose como polizones en los rincones de transportes y pecios espaciales para formar nuevas tribus en algún lugar lejano, llevándose consigo el conocimiento reunido de la Raheed, la "tribu general". Naciones nómadas enteras han florecido en los huecos entre cubiertas de las naves imperiales, y con su formidable capacidad de memoria, los antiguos esclavizadores de nuestro cautivo relataban las andanzas de sus antepasados durante días y días. En sus forzados testimonios, nuestro prisionero pintó un retrato de unas criaturas para las que el linaje y los lazos familiares eran de suma importancia, desafiando la miope descripción de "inmundos carroñeros" que nuestros eruditos nos quieren hacer creer.

La religión Hrud es un asunto peculiar. Donde otras razas contemplan a sus deidades con una distancia subconsciente, la claridad de la memoria racial Hrud hace probable que sus leyendas, si no son reales, al menos estén basadas en hechos verídicos. Según ellos, en el amanecer de los tiempos su raza fue creada por un panteón de dioses benévolos (los Slah-haii, o "los más antiguos"), que pretendían que disfrutaran al sol y fuesen prósperos. Todo esto cambió cuando las deidades entraron en una ruinosa guerra contra los Yaam-khoh ("diablos espejo"), y fueron asesinados, incapacitados u obligados a huir. Según los Hrud, sólo quedaba uno de sus dioses: Qah, "el que permanece". Esta solitaria deidad, reconociendo el peligro en que se encontraban sus amados hijos, transformó a los Hrud en los saqueadores nocturnos que conocemos hoy día. Curiosamente, hace unos 500.000 años, Qah desapareció, informando a los Hrud de que tenía grandes obras que atender, y que volverían a encontrarse en la era del Raheed-skoh: cuando todas las tribus se reúnan para la última batalla contra los Yaam-khoh.

Dado que nuestra Sagrada Humanidad ha dominado las rutas espaciales desde una fecha relativamente cercana para las longevas cuentas de los Hrud, debemos concluir que estas tribus parásitas han estado acechando en las sombras de la galaxia mucho más tiempo del que creíamos. Sólo un detalle queda sin resolver en este contexto: cuando se le preguntó por su mundo de nacimiento y su devoción al santo Emperador, nuestro desquiciado cautivo simplemente se echó a reír, negándose a tratar un tema tan remoto. Al oírle hablar, parecía como si creyese sinceramente que todos los humanos eran esclavos de sus amos xenos, y que la Era del Imperio no era más que un recuerdo lejano.

Nuestro cautivo murió a los dos meses. Su cuerpo se había adaptado a las emanaciones venenosas de sus esclavistas, y su ausencia le dejó en un estado de shock tóxico.

Rezo al Trono porque mi conocimiento os ayude en vuestra misión, aunque no resuelve a las preguntas más acuciantes: ¿qué son los Hrud, y de dónde surgieron? Que el Emperador nos libre.

Braez

Inquisidor Ryal Braez


++BOLETÍN GENERAL++

++A TODOS LOS OPERATIVOS, ORDO XENOS++

++ATENCIÓN:++

++NOSOTROS LOS MIEMBROS DEL CONGRESIUM XENOS HACEMOS SABER QUE EN ESTE DÍA, 0.506.800.M41, EL INQUISIDOR RYAL BRAEZ HA SIDO DECLARADO EXCOMMUNICATE TRAITORIS Y XENÓFILO EN UN JUICIO ANTE UN CONCILIO DE SUS PARES. ESTÁ CONDENADO A MUERTE. ASÍ PERECEN TODOS LOS ENEMIGOS DEL VERDADERO EMPERADOR, Y DE SU MÁS SAGRADA INQUISICIÓN.++

++AVE IMPERATOR++

+++FIN+++


Los Hrud son un enigma viviente. Antes siquiera de que llegase a tener uno en mi poder (resultado de un incidente fortuito a bordo del Paternus Gloriem y de la afortunada posición de mis asociados mercantiles) mi búsqueda de conocimientos ya había descubierto un único detalle múltiples veces: nadie dudaba de la existencia de los Hrud, pero nadie sabía mucho sobre ellos. Abundaban los rumores sobre sociedades secretas bajo las ciudades, en las salas de máquinas de las naves imperiales y entre los niveles de las colmenas más antiguas, pero a falta de pruebas todo había quedado reducido a relatos medio serios con los que asustar a los niños.

Incluso cuando mi cautivo fue instalado en el bestiario, ni Darvus ni yo pudimos discernir mucho más. En el momento de escribir estas líneas, el espécimen Hrud ha estado con nosotros once años, y sabemos tan poco de él como cuando llegó. Es imposible estudiar su físico: la andrajosa capa con que se cubre normalmente oculta su verdadera forma, y lo poco que revela de sí mismo es una pila cambiante y deforme de inmundicia en descomposición. Lo más curioso de todo es que la criatura tiene alguna inefable habilidad para confundir la vista. No sé cómo lo hace. No sé si es una capacidad física, o alguna curiosa propiedad de las sustancias químicas que produce, o simplemente un truco de la luz, pero incluso en una celda sin sombras es capaz de ocultarse: un efecto óptico verdaderamente perturbador.

El espécimen nunca habla ni trata de comunicarse. Si no hubiera sido por el testimonio de mi viejo amigo el Inquisidor Braez, que respondió a mi esperanzada correspondencia durante mi último viaje a Safaur, el enigma Hrud seguiría tan impenetrable como siempre. Como consecuencia, Braez me ha empujado a un frenesí de actividad, y escribo esta entrada en el registro recién llegado de Aggavaria, donde (según dice) él encontró a su esclavo humano. Los túneles bajo la colmena hace mucho que están abandonados, pero su tamaño me dejó estupefacto. Sin duda pasé de largo sin darme cuenta ante maravillas ocultas y ciudades invisibles en la oscuridad, pero lo que sí encontré (una serie de glifos y pictogramas inscritos en la pared de un túnel) me ha dado más que suficiente material para reflexionar.

Dado el testimonio del prisionero de Braez, no dudo en especular que las figuras garabateadas allí son esos mismos antiguos dioses que recordaban sus captores Hrud. Lo que más me preocupa no es la herejía inherente a este panteón, sino su notorio parecido con los dioses de otras razas. Aquí vemos a un cazador cornudo, allí a una figura de manos rojas, a un bufón que ríe y a un artesano que blande un martillo. Estos demagogos se repiten una y otra vez en los mitos y leyendas de varias razas. ¿Hay una sincronicidad en la adoración de estas antiguas deidades? Y, lo más preocupante, ¿hay algo de verdad en su existencia?

De esa horrible y herética especulación surge otra pregunta. El testimonio de Braez habla de un solo dios que se quedó atrás, que abandonó a los Hrud hace medio millón de años, con promesas de una "gran obra". ¿Qué suceso de colosal importancia estaba en marcha en ese momento?

Como con tantas cosas relativas a los Hrud y todos sus primos xenógenos, es improbable que lleguemos a saberlo nunca.

Inquisidor Maturin Ralei, 6.997.801.M41.

Fuentes[]

  • Xenology, por Simon Spurrier.
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