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Veredicto del Certamen de Relatos Wikihammer + Voz de Horus ¡Léelos aquí!

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El aire brillaba por los disparos láser por encima de la posición del Pelotón Tres. Los Escudos Blancos vieron cómo cuatro Dreznaut Orkos se movían pesadamente a través del humo: una punta de lanza blindada que trataba de abrirse paso a través de la línea de la Guardia Imperial.

Superarremetedor de Ataque, pensó automáticamente Yarren: dos garras de energía, un cañón láser, un bólter pesado. Y se dirigían directamente hacia el Pelotón Tres.

Seis cañones láser dispararon casi al unísono. Dos Dreadnoughts cayeron entre llamas carmesíes, pero los otros dos seguían avanzando. Una lluvia letal de fuego de bólter barrió a la mitad de las Escuadras A y B.

Yarren salió corriendo de detrás de un montón de escombros, zigzagueando a través del humo y el fuego hasta los restos de la Sección de Mando. El Capitán Murdin estaba muerto, y el Comisario Traidir estaba gravemente herido. Yarren sacó el estandarte del pelotón de los dedos muertos del Ordenanza, y se arrodilló junto al Comisario.

—¿Permiso para avanzar, Comisario? —preguntó. Sus ojos brillaban, aquí estaba su oportunidad de demostrar su valía.

El Comisario levantó su cabeza un poco, y sonrió con debilidad.

—Que el Emperador te guarde —susurró con voz ronca. Entonces murió.


Todos los hombres del regimiento que se podían mantener en pie estaban en la sala de reuniones. Yarren se encontraba de pie, rígido en posición de firmes, frente al estrado, junto a los otros dos supervivientes de los Escudos Blancos. Sentía como si su cuerpo fuese un único y enorme agujero de bala, y estaba mareado por la pérdida de sangre, pero el júbilo relegaba todo lo demás al fondo de su mente. Apenas oía las palabras del Coronel Tarvit.

—...Debido al coraje y a la rapidez de pensamiento del Probitor Yarren, y a la dedicación de los Escudos Blancos que siguieron su ejemplo, la punta de lanza Orka fue destruida. Considero que los Escudos Blancos han demostrado ser dignos del rango de Guardias Imperiales de pleno derecho. Ordeno que los supervivientes sean asignados al Pelotón Uno para cubrir sus pérdidas, y que los demás sean enterrados con todos los honores regimentales. ¿Hay aquí algún hombre que sepa de alguna razón por la que esta orden no deba llevarse a cabo?

Silencio.

—Entonces así sea —El ordenanza del Coronel se adelantó, y retiró los parches blancos del pecho de los tres Escudos Blancos. Yarren se sintió sin aliento cuando los colores del regimiento fueron fijados a su túnica antifrag.

—Cuando se considere que están preparados, estos tres hombres recibirán las cicatrices que se han ganado hoy. Y el Guardia Yarren será introducido en la Logia del Águila Suprema, bajo mi propio patrocinio.

La sala resonó con aclamaciones mientras los tres eran llevados a la enfermería. Yarren pensó en los rituales de hombría que le aguardaban, y en los misterios de la Logia del Águila Suprema, la más respetada de las logias guerreras del regimiento. Hoy había demostrado su valor.

Pero ahora estaba cansado. Más cansado de lo que había estado nunca.


Yarren apretó los dientes para rechazar el dolor y se concentró en quedarse perfectamente quieto. No solo era una desgracia encogerse o gritar, sino que también era peligroso, y no quería acabar con una arteria cortada en lugar de sus primeras cicatrices de hombría.

Al fin, el Asistente Morth se incorporó, limpiando su cuchillo de caza Torathim. Yarren se relajó, y entonces gritó de dolor cuando los dos Sargentos restregaron un polvo negro en los cortes.

—Esto escocerá un poco —dijo el Sargento Raddon en su voz inexpresiva, y el Sargento Ferth se rió. Yarren se sonrojó.

—No te preocupes, pequeño guerrero —dijo Ferth, jovial—. Todos dan un salto, yo lo hice, pero el polvo hace que cicatrices bien.

—Bueno —dijo Morth, retrocediendo—, ya no eres un niño, Yarren. Tienes tu uniforme, tienes tu rifle láser, y cuando esos cortes se curen, tendrás tus primeras cicatrices —Envainó su cuchillo y se puso firme—. Preséntese en el entrenamiento, Guardia.

Guardia. La palabra resonó en la cabeza de Yarren mientras caminaba por el pasillo, flanqueado por los dos Sargentos. Desde ahora, no habría más tareas en la cocina. Había demostrado su valía en el campo de batalla: ahora era un Guerrero.

Fuentes[]

Relato escrito por Graeme Davis.

  • Warhammer 40,000: Compendium (1ª Edición).
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