Portadores de Plaga

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Caos portador de plaga ataque — Ataque de un Portador de Plaga

"Que la raíz se pudra y la rama se infeste para alimentar la plaga de la fortuna."

—Aghalhor, Portador de Plaga

Un lastimero tañido de campanas y un frenético zumbido de moscas anuncian la llegada de los Portadores de Plaga (Plaguebearers en inglés) de Nurgle, la base de sus Legiones de Plaga. Cada Portador de la Plaga está formado por el alma corrupta de un mortal que contrajo la Putrefacción de Nurgle. A diferencia de otras bendiciones de Nurgle, mientras más resista el enfermo contra la enfermedad que roe su cuerpo y alma, la cual varía en virulencia, mayor será la bendición de poder otorgada por el Señor de la Descomposición. Este Daemon avanza arrastrando los pies, con su cuerpo maduro hinchado y abierto de par en par por el contagio. El hedor de la decadencia antinatural fluye pesado a su alrededor, rodeando al Portador de la Plaga como una niebla. Cada Daemon tiene un ojo legañoso y un cuerno que brota de su cráneo, la marca de la Putrefacción de Nurgle para toda la eternidad. La poca carne que le queda se estira sobre los órganos rotos y está marcada por innumerables llagas, tumores y pústulas goteantes.

Los Portadores de Plaga de Nurgle mantienen el equilibrio entre las nuevas enfermedades, y los signos y síntomas, a su vez, aportan una apariencia de orden a las traviesas hordas de Nurgle. La necesidad obsesiva de organizar de los Portadores de Plaga se caracteriza por un escrutinio constante para tratar de calcular cada nuevo brote epidémico, un oneroso deber que llevan a cabo a regañadientes. En verdad, sus monótonos cantos apenas logran nada que no sea provocar náuseas a los mortales pues es casi imposible catalogar nada en mitad de la naturaleza siempre cambiante del Caos. Esto no los desalienta, sin embargo, pues encarnan la necesidad de imponer orden en un mundo indiferente y sin sentido. Desafortunadamente para los Portadores de Plaga, son propensos a perder la cuenta en el ir y venir del combate, momento en que estos malhumorados daemons gruñen frustrados antes de empezar nuevamente la cuenta desde el principio. Tales hechos rara vez escapan al ojo de cualquier Escribano Rancificador cercano, siempre ansiosos de castigar a cualquiera por sus fallos.

En batalla, los Portadores de Plaga se arrastran deliberadamente hacia sus enemigos. Grupos de estos daemons menores, a menudo en grupos de siete miembros, son conocidos como Bandas Enumeradoras y forman el núcleo de las Legiones de Plaga de Nurgle. Cada Portador de Plaga empuña una Espada de Plaga que corrompe la carne en un instante. Un enemigo que sea capaz de soportar el hedor y no caer, encontrará que sus golpes son obstaculizados por enjambres de moscas. Cuando los ataques impactan sobre los Portadores de Plaga parecen tener poco efecto, pues los lacayos de Nurgle no sienten dolor y se encogen de hombros ante lo que deberían ser golpes letales.

Heraldos de Nurgle[]

Un mortal que resista los estragos causados por la Putrefacción de Nurgle durante mucho tiempo llega a incubar un Portador de Plaga en su interior, que lo convierte en un individuo más grande y resistente conocido como Heraldo de Nurgle. Estos guerreros son testimonio de la futilidad de negar el abrazo de Nurgle.