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Nesstor Sigwald, apodado "La Bestia" por su imponente estatura, es el actual Capitán de la 2ª Compañía de los Martillos de Wikia, y el Señor de la Guardia del Capítulo.

Historia[]

Orígenes[]

Nesstor, hijo de un navegante súrdico y una mizenia heredera de un emporio comercial, era un joven atlético e inteligente, un chico al que la vida parecía haberle sonreído con dinero, salud y amores. Por eso causó tanto revuelo en su entorno su decisión de presentarse a las pruebas a neófito de los Martillos de Wikia.

- ¿Por qué? –le decían- ¿Por qué vas a cambiar tu vida por otra de sufrimientos, guerra y castidad?

- Porque me aburro –acabó por contestar–. Y porque mientras aquí voy a pasarme la vida sin hacer nada digno de mención mientras los Martillos nos miman; ellos forjan leyendas y crean héroes.

Y así Nesstor se alistó en las pruebas, creyendo que serían casi un juego y que ganaría sobradamente. Poco se esperaba que otros fueran a conseguir hacerle sangrar o llanamente darle una paliza, como el rarito de Tyresias.

Aun así, Nesstor estuvo entre los mejores y los Martillos lo consideraron digno de recibir la semilla genética. Las pruebas que tuvo que pasar de camino al Sello también se le hicieron cuesta arriba, al parecer más que a otros neófitos más acostumbrados al sufrimiento. Pero apretó los dientes y lo consiguió. Hubiera sido una deshonra volver a Nyumba cubierto de vergüenza.

Los problemas de Nesstor comenzaron realmente en las primeras fases de implantación de la semilla. Estaba claro que iba a crecer… pero por alguna razón su crecimiento óseo y muscular se disparó muy por encima del de otros neófitos, y seguía creciendo. Como humano normal había sido corpulento pero nada fuera de lo común, por lo que tal cosa no tenía razón lógica.

Los Apotecarios siempre vigilan muy de cerca estas primeras fases de implantación, y fue doloroso para Nesstor ver cómo era analizado y vigilado mucho más estrictamente que el resto de neófitos. En corrillos y por lo bajo, Nesstor les oía hablar de “hiperdesarrollo osmodular”, de un “torrente hormonal desde la biscopea” de “posible mutación” y de “posible incompatibilidad”.

Cada semana Nesstor seguía creciendo y cada semana los Apotecarios le juzgaban más duramente con la mirada. Incluso llegó a interrogarlo verbalmente un Capellán.

Nesstor llegó al punto de creer, cuando ya le sacaba dos cabezas incluso a los hermanos veteranos, que acabarían ejecutándole como un experimento fallido o una abominación. Y sus temores parecieron hacerse realidad el día que acudió el Maestro del Apothecarion Galeno Averroes para escoltarlo, junto a un Capellán y un miembro de la Guardia de Honor, a la Sala del Martillo; donde le esperaba el mismísimo Señor del Capítulo Crissos el Viejo.

Nesstor y su escolta esperaron cerca de la entrada mientras Galeno se adelantaba con unos informes y le hablaba de ellos a Crissos en voz baja. Crissos hacía honor a su apodo: tenía un aspecto viejo, viejísimo, con una barba blanca y una cara tremendamente arrugada. Se decía que ningún Martillo de Wikia vivo le había conocido antes de ser Señor del Capítulo.

Crissos, al parecer poco interesado en el informe, ladró con su voz áspera y seca:

- ¡Dejad en paz al muchacho! ¿Tan cobardes sois que os asusta que os saque dos cabezas?

Galeno se retiró respetuosa pero fríamente y, en cuanto se asentaron todos los implantes y hubo culminado su primer adiestramiento, Nesstor entró por fin en la Décima Compañía de Exploradores.

Sin embargo, el alivio le duró poco. Dentro de ciertos márgenes, el tamaño de todos los Astartes es relativamente similar; y su equipamiento, en especial las servoarmaduras, está hecho con un margen para ajustarse al cuerpo del marine sin problema.

Pero el tamaño de Nesstor se salía de todos los márgenes, y casi cada pieza de armadura y cada arma necesitaba ser ajustada en su empuñadura, gatillo y similares para que pudiera usarlos; lo que en muchos casos impediría que otro marine de tamaño normal pudiera aprovecharlos de nuevo. Tal circunstancia, unida a la laxitud que imperaba en los últimos tiempos de Crissos, hizo que el joven Explorador solo tuviera acceso al equipo más básico y fundamental; en ocasiones ni siquiera totalmente adecuado.

Así pasó Nesstor su periodo de Explorador, con su mismo Bólter, su misma pistola y su misma armadura mal ajustada.

Pero Nesstor tenía algo muy importante a favor: una resistencia a los golpes y una fuerza sin parangón. Su Sargento Explorador vio pronto que disparar no era precisamente su fuerte y al final consiguió que le adaptasen dos largos cuchillos de combate, uno en cada mano.

Pasaron las décadas y el explorador Nesstor se ganó su apodo de “La Bestia”, y de paso su servoarmadura para entrar en la Segunda Compañía, que un Tecnomarine consiguió preparar con mucha buena intención.

Tras una breve estancia en las Escuadras de Devastadores, pasó a las Escuadras de Asalto y allí cambió los cuchillos por Espadas Sierra. En combate era brutal, aplastando y troceando a sus rivales; y la falta de recambios para sus armas adaptadas agudizó su ingenio para poder seguir manteniéndolas en el mejor estado posible. Nesstor se sentía orgulloso de haber demostrado que su físico era una ventaja.

Finalmente llegó a ser el Sargento Veterano de mayor confianza del Capitán de la Segunda Compañía, Aulo Plautio.

Y entonces sucedió: el Señor del Capítulo Crissos encontró el destino que buscaba luchando contra los Tau, acompañado de su Guardia de Honor.

Cisma de Wikia[]

La notificación de la muerte de Crissos inició el procedimiento, casi olvidado, para elegir a su sucesor: todos los Capitanes, salvo por motivos bélicos de fuerza mayor, debían volver al Sello Eterno de inmediato y reunirse en la Sala del Círculo Interior con el Maestro de Santidad, el Maestro del Apothecarion, el Ojo del Omnissiah y el Bibliotecario Jefe hasta elegir de entre todos ellos un nuevo Señor del Capítulo.

Según las crónicas, en las ocasiones anteriores las reuniones apenas habían durado una semana; por lo que el mayor trastorno era el parón general de las operaciones. Sin embargo, se entendía que la ocasión marcaba el fin de una era y el inicio de otra, y era la mejor oportunidad en siglos para que todos los Martillos se vieran juntos en su hogar. Por ello era una ocasión en cierta parte alegre, puesto que normalmente solo coincidían en el Sello tres o cuatro Compañías a la vez y había hermanos que llevaban mucho tiempo sin verse.

Sin embargo, el ambiente no era precisamente muy alegre en el Sello. La Fortaleza-Monasterio estaba aún más descuidada que la última vez que Nesstor la había visitado. Todo dejaba una sensación de hastío, de viejos tiempos mejores, de fuego apagado.

El Sargento Veterano se dio prisa en conseguir algo interesante en las armerías y de saludar a algunos amigos, previendo que rápidamente volverían a estar en marcha. Pero pasó la primera semana, y pasó la segunda. Los Capitanes tenían prohibido hablar de las deliberaciones del Círculo Interior salvo con su plana mayor, pero todos los Hermanos de Batalla los veían salir de la sala con cara de disgusto o de enfado.

Siguieron pasando las semanas de deliberaciones. Los hermanos, ociosos y preocupados, veían cada vez más caras de enfado saliendo del Círculo Interior. Los Capitanes se lanzaban pullas por los pasillos a media voz… y pronto a voz completa.

Y la situación se descontroló: cada Capitán confiaba poco o nada en los de las otras Compañías, y los hombres de cada cual hacían piña con él. La desconfianza se transmitió a los hombres y el Sello se llenó de crispación. Y mientras tanto, las diez Compañías de los Martillos de Wikia permanecían inactivas en el Sello, pues el procedimiento marcaba que no se reiniciase la actividad hasta la elección del nuevo Señor.

La guerra verbal se hizo abierta y cada Compañía entraba en corrillos con otras mientras despreciaban a esta o a aquella, por cobardes, por pretenciosos o por lo que fuera.

Y los Capitanes volvían cada día a reunirse a regañadientes en el Círculo Interior, y un día, al salir, dos de ellos llegaron a las manos sin mayores consecuencias.

Ese día, como tantos otros, Aulo Plautio volvió silencioso a su sección con el Sargento Veterano que le asistía en el Círculo; que hablaba a voces de lo idiotas que eran los de la 3ª Compañía. Plautio lo mandó callar con gesto cansado, se dirigió a Nesstor y le dijo:

- Tú me acompañarás mañana a la reunión.

- ¿Por qué yo, señor?

- Porque eres el único que aún me pregunta si hemos llegado a algún acuerdo; y quiero que veas lo que realmente sucede allí para que comprendas lo que voy a hacer.

Nesstor se sintió emocionado al día siguiente al entrar en la Sala del Círculo Interior por primera vez, y nada menos que en la elección del nuevo Señor del Capítulo. Le parecía que la ocasión era solemne e histórica y se mantuvo de pie tras su Capitán, respetuosamente, mientras los altos mandos se sentaban a la mesa, pues eran los únicos con voz y voto en este asunto.

Lo que siguió no entraba en la cabeza de Nesstor:

- Mierda, estoy harto de volver siempre a este cuchitril a discutir con esta panda de idiotas –dijo el Capitán de la 4ª Compañía, Demetrius.

- ¿A quién estás llamando idiota, pavo arrogante? –le espetó Tulfias, de la 6ª-. Si fueras otra cosa que un palurdo con pretensiones, estaríamos navegando ya en vez de aburrirnos aquí con tus idioteces.

- ¡Vuelve a hablarme así y te demostraré lo fácil que es rajar a los cerdos de la 6ª!

Gritos, voces. Discusiones sobre quién había dicho o hecho qué. Orgullo. Trapos sucios. El Bibliotecario Jefe Masum en silencio y con los ojos cerrados. El Señor de Santidad Raum ignorado mientras pedía silencio a gritos. Hel Vaal sin saber qué decir. Aulo Plautio, sentado en silencio con los ojos vidriosos.

Los estandartes de los techos, y el emblema de los Martillos de Wikia de la mesa, mancillados con el deshonor que llenaba la sala. La espada Purificadora, reposando en un pedestal donde se instalaría una estatua en honor a Crissos, manchada por las calumnias.

Huyendo del hogar[]

Acabó la reunión, Aulo Plautio se puso en pie de vuelta a su sección y Nesstor le siguió. Su Capitán no había abierto la boca en toda la reunión, y parecía una costumbre.

Ya en la Sala del Martillo, se apartó con Nesstor y habló en voz baja:

- Nesstor, acude al Arsenal, consigue todas las reliquias y equipo de valor que seas capaz de sacar sin que te lo impidan, móntalo en la Letra de Nyumba y prepara a tus hombres. Mañana nos vamos.

- ¡¡Señor!! – Exclamó atónito Nesstor - ¡No podemos irnos, el procedimiento no ha concluido!

Aulo Plautio miró a su alrededor para asegurarse de que ya no había nadie más en la sala, se volvió hacía Nesstor y le empujó el pecho contra la pared bruscamente.

- ¿No tienes un cerebro acorde con ese cuerpo, Nesstor? ¿O tienes los ojos tan arriba que no ves la realidad? ¿¡Para qué crees que te llevo a reuniones en las que no hablo!? No va a haber acuerdo. Lo que va a haber es sangre, idiota. Cada uno de esos Capitanes va a intentar hacerse con el hueco de Crissos por la fuerza antes o después. El que se haga con el control de las mayores reliquias del Capítulo tendrá tanto el poder como el respaldo moral para imponer a los demás sus deseos, con sangre si hace falta. Tenemos que llevárnoslas antes de que estallen. El Sello es una olla a presión, Nesstor. Los hermanos están hartos de no luchar durante meses, y se odian entre sí. Así igualaremos el asunto y se tendrán que limitar a discutir como hasta ahora. Nesstor, el día que los Martillos de Wikia nos matemos unos a otros todo habrá acabado. Ayúdame a evitarlo.

Nesstor consiguió cerrar la boca, pero no recuperar el color. Jamás hubiera creído que la situación era tan grave. Con un leve gesto de asentimiento procedió a cumplir las órdenes de su Capitán.

El plan estaba tan bien elaborado como era posible: pese a que un Capitán tenía más autoridad, quienes habitualmente pedían el material al Arsenal eran los Sargentos; por lo que era Nesstor quien tenía que acudir para no levantar sospechas. Para justificar el pedido especial llevaba un escrito de puño y letra de Plautio... pero aun así, las posibilidades de éxito eran mínimas.

Si un Sargento pedía material era porque en breve su Compañía iba a partir, y si iban a partir iban a incumplir el procedimiento. Y obviamente, el hecho de que pretendiesen llevarse reliquias clave no ayudaba a no generar sospechas. Los pedidos que se hacían en el mostrador no circulaban por los pasillos, sino que el propio Arsenal tenía su almacén en los exteriores de la Fortaleza Estelar. Allí se enviaban los datos del pedido y desde allí los montacargas y transportes llevaban directamente el pedido a la nave que correspondiera.

Pero el Capítulo estaba lleno de ojos como nunca antes. Alguien rondaría por el Arsenal, alguien se enteraría en los almacenes, la noticia volaría y alguna Compañía malhumorada trataría de impedir el despegue de la Letra de Nyumba. "¿Y si nos amenazan con sus armas? ¿Y si nos persiguen por el espacio?", pensaba.

Pero lo obvio era que los Tecnomarines no eran tontos. No les iban a dejar irse justo ahora con ese pedido saltándose todo el procedimiento. Era demasiado obvio lo que pretendían hacer.

Con cara pálida y sudor frío, Nesstor y su papel llegaron al mostrador de pedidos del Arsenal. Allí también se exhibían las nuevas obras de la forja y los hermanos podían consultar, verlas y probarlas en un campo de tiro y en las jaulas. Había muchos alrededor, preguntando por esto o por aquello… lo habitual. No en balde era el segundo punto de encuentro tras el espacio llamado coloquialmente “La Taberna”.

Nesstor maldijo para sus adentros. Obviamente ninguno de los hermanos estaba haciendo pedidos. Se notaría demasiado si lo hacía él. Debería acudir a otra hora con menos gente. ¿A cuál?

Entonces un Tecnomarine se le acercó.

- ¿Sargento Nesstor? ¿Viene con órdenes de Aulo Plautio?

Nesstor asintió con la cabeza, extrañado. Le enseñó el papel.

- Sígame, por favor.

Nesstor siguió al Tecnomarine hasta una sala dentro del espacio de pedidos, lejos de los ojos de todos. Allí solo solían entrar los Tecnomarines y los servidores, pero su presencia tampoco era extraña.

- Espere aquí un momento mientras aviso al Venerable Ojo del Omnissiah.

“¡El Ojo del Omnissiah!”, volvió a maldecir Nesstor, sin entender que tenía que ver Ternak en esto.

Al poco apareció Ternak, Ojo del Omnissiah; segundo al mando del Arsenal del Capítulo y Señor de la Forja en todos aquellos aspectos que el Venerable Sven Sannlar no podía atender desde su sarcófago Dreadnought.

El Ojo saludó a Nesstor con su típica voz átona y monocorde. Cogió su pedido, tecleó unos códigos en el panel de pedidos y siguió tecleando incluso cuando había terminado.

- Estoy añadiendo a su pedido un conjunto de piezas especiales que habían olvidado solicitar, y que necesitarán en su misión.

Nesstor estaba atónito. No sólo no le ponían pegas sino que introducían más. No podía ser. Esto era cosa de Plautio. ¿Pero cómo, con lo independientes que eran los Tecnomarines, y lo que apreciaban sus reliquias?

- Lo he puesto en prioridad de carga Alpha y en categoría de secreto Maximi. Reúna a sus hombres para despegar lo antes posible.

- Están ya listos.

- Excelente. Iré con ustedes hasta el muelle de carga para que mi autoridad disuada al resto de hacer preguntas.

Al llegar a los muelles donde la Letra de Nyumba estaba lista para despegar, Plautio salió a recibirles. El ceño fruncido del Capitán le reveló a Nesstor que lo del Ojo y su apoyo no tenían nada que ver con él.

Tras tranquilizar a su Capitán, tomó la palabra el Ojo:

- He comprobado que Plautio había marcado la salida de esta nave como “Operación rutinaria de entrenamiento en Phlegetos” y he añadido al informe que es bajo petición de La Forja para probar nuevo material. Tendrán salida sin levantar sospechas hasta días después de hacer el salto de Disformidad, y yo trataré de hacerles ganar todo el tiempo posible. A partir de ahí, que el Omnissiah les proteja. Bajo él les exijo juramento de que devolverán intactos al Sello los dones que se les confían.

Nesstor y Plautio se miraron entre sí, y juraron. Cuando El Ojo se dio la vuelta para volver a su puesto, Nesstor le preguntó:

- Venerable Ojo... ¿Por qué?

Sin darse la vuelta, y tras una pausa, el Ojo contestó.

- Porque todos somos hermanos.

Exilio[]

Así se produjo la salida del Sello Eterno de la Letra de Nyumba, cargada con las más valiosas reliquias de los Martillos de Wikia. De entre todas las joyas de ese nivel, solo Purificadora había quedado en la Sala del Círculo Interior; pues era imposible sacarla del invisible campo de fuerza que la protegía sin que el mismísimo Sven Sannlar lo desactivase. Además sería, aparte de demasiado obvio, un verdadero insulto a la memoria de Crissos.

Nesstor jamás supo si les habían llegado a perseguir o no. Pronto cortaron toda comunicación con el Sello, y buscaron la forma de apartarse de allí la mayor cantidad de años posible.

Mucho tiempo después llegó una comunicación del Sello de prioridad Alpha. Afirmaba que todas las Compañías y sus Capitanes se habían marchado, cada uno por su lado, de la Fortaleza-Monasterio. Al parecer, el Librarium, el Reclusiam, el Apothecarion y el Arsenal habían permanecido allí declarando el Sello “zona abierta libre de hostilidades” y habían establecido un comité que regía la Fortaleza temporalmente hasta que el asunto se solucionase.

Invitaban a todas las Compañías que lo necesitasen a aprovisionarse en el Sello, y exigían que acudieran con el mayor respeto hacia el lugar y hacia las otras Compañías con las que pudieran coincidir durante su estancia.

Plautio no quiso acudir hasta bastante tiempo después por precaución; pero finalmente se vio obligado porque la situación de algunos suministros de la nave era crítica.

Con infinito cuidado, la Letra de Nyumba llegó al Sistema Wikia y atracó en el Sello tras no detectar amenazas. No había ninguna otra Compañía.

El gran Sello Eterno estaba abandonado, oscuro, muerto. Salvo porque a veces se cruzaban con algún servidor y porque no había xenos tras cada esquina, la sensación no era muy diferente a la de andar por un Pecio Espacial. La moral de la Segunda Compañía cayó por los suelos.

Nesstor no pudo evitar pasar por “La Taberna”. Roboute Guilliman prescribía en el Codex Astartes que eran necesarios breves periodos de ocio para que el Marine Espacial recuperase su fortaleza mental y su estabilidad psicológica. Pero los Martillos siempre habían ido más allá: un Marine Espacial necesitaba ocio moderado para fortalecer su unión con sus hermanos, cosa que les daría fuerza en el combate.

Pero La Taberna, aquel lugar tan lleno de risas, de bromas, de chistes, de pullas amistosas… estaba completamente vacío. Llevaba infinidad de años sin usarse, oscuro, muerto y lleno de polvo.

Muchos de los mejores recuerdos de su vida como Astartes estaban en esa sala.

Nesstor no pudo evitar sentarse en una de las butacas y llorar en soledad.

Volvieron tan rápidamente como pudieron a la Letra de Nyumba con intención de no volver en el mayor tiempo posible. Pero aún tuvieron que volver muchas veces más. Entretanto, la Segunda Compañía luchaba en campañas no demasiado duras allí donde aportaba algo, reclutaba neófitos donde podía y rescataba el conocimiento que era capaz; siempre manteniendo segura la nave y sus reliquias.

Pero estas precauciones no fueron suficientes para que Plautio, el amado Capitán de la Segunda, cayera en una incursión sorpresa de los Eldars. No hubo muchas bajas más, pero aquella supuso un durísimo mazazo para la Segunda Compañía. Plautio siempre había declarado que deseaba que Nesstor le sucediera si le pasaba algo, y era el único que había jurado ante el Ojo del Omnissiah aparte de él. Por ello, nadie discutió su nombramiento.

Y así fue como Nesstor se vio Capitán de una Compañía sin Capítulo, con un hogar al que preferían no acercarse. Fue en su triste investidura cuando el Tecnomarine Orho le regaló su enorme Armadura Artesanal cubierta de pinchos, en la que había trabajado con cariño durante meses a petición de Plautio. También iba acompañada de dos potentes Puños de Combate.

Nesstor miró a los menos de cien hermanos que tenía bajo su mando, y decidió no desmoronarse. Había esperanza para los Martillos. Volverían a estar unidos. Él se aseguraría de que permanecieran juntos hasta entonces.

Pasaron las décadas. Pasó mucho tiempo. Los hermanos que habían salido con Nesstor del Sello fueron cayendo lentamente, y otros nuevos les sustituyeron. Otros que no conocían lo que era ser un Capítulo, y los veteranos trataban de explicárselo.

Hasta que llegó el día.

Punto de Encuentro[]

Una comunicación. Desde el Ira Justa, el Crucero de Asalto de la 4ª Compañía de los Martillos de Wikia. El Capitán. No el idiota de Demetrius. Uno que se llamaba... Eledan. Qué nombre tan absurdo. No le conocía.

Nesstor cogió el comunicador. El tal Eledan era un tipo cortés y amable. Solicitaba que ambas naves se encontrasen para poder hablar y debatir formas de volver a unir al Capítulo.

“Un idealista”, pensó despectivamente Nesstor. “O un espabilado que cree que voy a picar para que me robe las reliquias.”

Sin embargo, Nesstor dudó. Finalmente declinó la invitación cortésmente, deseando suerte a Eledan en su empeño.

- La vas a necesitar -le dijo.

La sorpresa fue mayúscula cuando solo unos pocos años después el mismo Capitán, acompañado al parecer de varios otros, mandó un comunicado desde el mismísimo Sello; rogando encarecidamente una reunión con todos los Capitanes de los Martillos de Wikia para poner fin a la situación. Mencionaba por nombre a varios Capitanes que ya habían confirmado su asistencia.

“¿¿Será posible??”. Nesstor tenía que ir. Planeó entrar en el Sistema Wikia y dejar la Letra de Nyumba en el punto de salto más cercano posible al Sello, y acercarse él en una Thunderhawk. No atracarían en el Sello, era demasiado arriesgado. Si las cosas salían mal, las reliquias podrían huir sin él.

Una vez en el Sello conoció personalmente a Eledan y a varios Capitanes nuevos. Otros eran viejos conocidos. El tal Eledan parecía un buen tipo pero se le notaba nervioso. Iba acompañado por un Sargento llamado Romerae y por un veterano de su Escuadra de Mando profundamente súrdico, Erik. Al parecer buena parte de los Capitanes nuevos, y alguno de los viejos, como Hel Vaal, simpatizaban con él.

Una sensación desagradable se apoderó de Nesstor cuando se sentó en la Sala del Círculo Interior. Ahora ocupaba el lugar de Plautio. Faltaba el Capitán de la Novena.

Eledan tomó la palabra:

- Hermanos, nos encontramos aquí porque esta situación no lleva a ninguna parte. Y solo la podemos arreglar nosotros.

Algunos Capitanes viejos reaccionaron visiblemente con estupor. Hacía demasiado tiempo que nadie usaba la palabra “hermanos” en esa sala.

- A ver si crees que eres el único que ha intentado arreglar esto, espabilado –bufó Tulfias-. Ahora viene un novato a darnos clases. ¡Ja!

Eledan respondió con educación e intentó reconducir la conversación. Muchos parecían interesados, pero pronto empezaron a excusarse, a echarle las culpas de la situación a otros. Algunos interrumpían a Eledan y a los demás cuando hablaban. El Capitán Skarus de la 7ª y Hel Vaal de la 10ª pedían silencio y calma. Pero no había forma.

Volvieron las mismas escenas. Gritos, voces. Discusiones sobre quién había dicho o hecho qué. Orgullo. Trapos sucios. El Bibliotecario Jefe Masum en silencio y con los ojos cerrados. El Reclusiarca Kelbor ignorado mientras pedía silencio a gritos. Hel Vaal sin saber qué decir. Nesstor, sentado en silencio con los ojos vidriosos.

Los estandartes de los techos, y el emblema de los Martillos de la mesa, mancillados con el deshonor que llenaba la sala. La espada Purificadora, reposando en la estatua en honor a Crissos, manchada por las calumnias. Pero había cambiado algo.

“Ese tipo está intentando arreglar las cosas”, pensó Nesstor mirando a Eledan, que se desgañitaba, rojo, pidiendo calma e intentando argumentar. Romerae y Erik trataban de apoyarle pero temían faltar al respeto a los Capitanes, de rango superior.

“No ha tirado pullas a nadie. No ha hablado de privilegios. No echa culpas a otros. Habla de olvidar el pasado. Habla de nosotros, del Capítulo. Habla de mejorar lo que hay. Pero no le escuchan.”

El rugido de voces en la sala hacía imposible entenderse. La reunión era un desastre. Eledan ponía caras de desesperación. Nesstor le vio mirar la Purificadora y la estatua de Crissos, con cara de decepción... Pero abrió los ojos como platos.

Sin que nadie salvo él le prestase atención; Eledan se acercó a la Purificadora, la cogió mientras Nesstor abría la boca de par en par y los ojos como platos, y caminó hacia la mesa con la más férrea cara de determinación que el Capitán de la Segunda había visto jamás.

Enzarzados en sus discusiones, nadie se esperaba el tremendo golpe que Eledan descargó a dos manos con la Purificadora en el centro de la mesa, dejándola allí clavada.

Incluso Nesstor, que estaba algo retirado, notó en sus carnes la potencia del golpe del arma. Un silencio estruendoso se hizo en la sala mientras Purificadora brillaba y crepitaba con violencia clavada en la mesa, en el centro del mosaico con el emblema de los Martillos de Wikia.

- ¡Basta! – rugió Eledan- ¿Acaso lo que queremos es desaparecer? ¿Queremos otros dos siglos de vergüenza? ¡Da igual lo que haya pasado, tenemos la opción de empezar de cero!

Tulfias se alzó de la mesa con la cara congestionada.

- ¿¡Cómo te atreves a amenazarnos con la mismísima espada del Viejo, mocoso!? ¿Qué brujería has usado para sacarla del campo de energía? ¡¡Escúchame, no eres nadie!! ¡¡JAMÁS...!!

Tulfias no pudo seguir. Estaba sentado justamente enfrente de Nesstor y simplemente no vio llegar la tremenda masa del Capitán de la Segunda, que le agarró como un muñeco por los hombros, le levantó por encima de la mesa y le alzó la cara contra la suya.

- ¡¡CALLATE DE UNA PUTA VEZ, TULFIAS!! ¡¡SI VUELVES A ABRIR LA BOCA TE LA PARTIRÉ CONTRA LA MESA!! ¡Ya hablaste suficiente hace doscientos años! ¡NO PERMITIRÉ QUE VUELVAN A ARREBATARME A MIS HERMANOS Y A MI HOGAR! ¿ENTIENDES? ¡¡NUNCA!! ¡¡NO VOY A PASARME OTROS DOSCIENTOS AÑOS PERDIDO POR LA GALAXIA POR CULPA DE OTRO IDIOTA!!

Tulfias tenía la cara desencajada de terror de una forma impropia para un Capitán, y apenas reaccionó cuando Nesstor le lanzó suavemente sobre la mesa para que volviera a caer en su asiento. Se volvió a hacer el silencio.

Nesstor se giró hacia un asombrado Eledan.

- Continúa –y Nesstor miró a su alrededor-. Yo me encargo del siguiente que te interrumpa con idioteces.

Eledan, algo pálido, tragó saliva y pausó un momento para pensar. Acto seguido empezó un breve discurso improvisado que ha llegado a recogerse en las crónicas como El Alegato de Reunificación, que marcó el inicio del retorno de los Martillos de Wikia.

En la actualidad[]

Nesstor sigue empleando hoy día la gigantesca Armadura Artesanal que se le regaló durante su ascenso a Capitán, y a lo largo de los años le ha ido añadiendo más filas de crueles púas por casi toda su superficie para aumentar su efectividad en combate cuerpo a cuerpo. Su única concesión al disparo es un Lanzagranadas auxiliar montado sobre su hombro derecho. Además, encima de su mochila generadora lleva instalado un altavoz que amplifica sus órdenes y sus insultos al enemigo haciéndolos resonar por todo el campo de batalla. Esta actitud se ha hecho famosa entre los Martillos de Wikia, y su estilo de combate hace que muchos coreen la broma del Veterano Havoc "Bigotes", miembro de su propia Escuadra de Mando: "El Capitán no combate, simplemente se desplaza de un lado a otro de la batalla y sus enemigos son lo bastante insensatos como para ponerse en medio cuando pasa."

Miniatura[]

Autores[]

Aresius King y Lord Eledan.

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