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La Masacre Carmesí (Crimson Slaughter en inglés) es un Capítulo Renegado de Marines Espaciales del Caos, originalmente conocido como los Sables Carmesíes, que se entregó al Caos durante el M41.

Llegaron a este milenio siendo la última defensa de la Humanidad. Ya fuera por algún destino funesto o la insidiosa influencia de alguna entidad sobrenatural, estos poderosos guerreros se apartaron de la Luz del Emperador. Su propia locura, o quizás su falta de fuerza de voluntad, es lo que los ha conducido a través de un camino de condenación, un camino del que ya no hay vuelta atrás.

El Imperio ha intentado censurar todos los rumores acerca de que un Capítulo entero de Marines Espaciales había sido corrompido, ya que los Marines Espaciales del Caos son un poderoso y temido enemigo: poseen la fuerza y habilidad de un Marine Espacial y su poderoso equipo de combate; además, tales enemigos portan el corruptor poder de los Dioses Oscuros del Caos y sus macabros dones. Estos Traidores son expertos en el uso de poderes arcanos, armamento creado en los infiernos de la Disformidad y máquinas de guerra poseídas por Demonios capaces de emular a las más temidas criaturas de pesadilla. No pararán ante nada para llevar a cabo sus oscuros propósitos.

Sin embargo el Imperio no ceja de intentar ocultar la verdad sobre los Masacre Carmesí: sus actos son demasiado atroces, la escala de sus sangrientas matanzas demasiado grandes. Desde que dieron la espalda al Imperio que juraron defender, los Masacre Carmesí han forjado sangrientos senderos de destrucción por toda la galaxia. A su paso no han dejado más que masacres tan repulsivas por lo salvaje y brutal de sus actos, que incluso los más duros veteranos prefieren apartar la avista a afrontar la visión que estas ofrecen.

Los Masacre Carmesí golpean con la misma precisión y contundencia que el resto de fuerzas de los Marines Espaciales. A sus tácticas de ataques relámpago y puntas de lanza blindadas se suman maliciosas máquinas de guerra controladas por entes daemónicos y oleadas de Cultistas descerebrados. Acompañando al armamento pesado y los Bólteres tradicionales se unen explosiones de magia prohibida e intensos bombardeos de fuego disforme. Para los combates cuerpo a cuerpo los Masacre Carmesí dan uso a las poderosas Espadas Sierra y los venerados Puños de Combate acompañados de latigazos de tentáculos causados por mutaciones o impactos de garras tan afiladas que podrían rajar el casco de un Dreadnought en dos con facilidad.

Contra ellos no hay defensa que pueda resistir, no hay búnker que permanezca intacto. Al final, muchos de sus enemigos simplemente echan a correr esperando encontrar cobijo entre las ruinas de su mundo. Sin embargo, los Masacre Carmesí les perseguirán por todos los métodos a su alcance: pactos de sangre, augurios, Auspex e instrumentos disformes y el final será el mismo para todas sus desafortunadas víctimas. Nadie puede ocultarse, nadie puede escapar; todos morirán, ya sea a golpes de Espada Sierra o disparos de Bólter.

Los ataques bien coordinados han sido siempre el sello de identidad de las fuerzas de Marines Espaciales, pero nadie emplea estas tácticas con mayor maestría que los Masacre Carmesí. Con su armamento infernal causan el desconcierto en sus enemigos, blandiendo tan letales armas igual que un poderoso maestro de esgrima emplearía su propia espada. Aun con todo, nada gana en horror a la violencia gratuita que desatan y las masivas purgas genocidas que llevan a cabo. Pero hay algo que hace a los Masacre Carmesí aún más aterradores que cualquier otra de las amenazas que acechan en esta era de barbarie.

Sucesos extraños empiezan a producirse cuando los Masacre Carmesí se unen a la batalla. Cosas terribles y sobrenaturales, demasiado horribles para ser descritas sólo con palabras. Espíritus fantasmagóricos surgen de las sombras y constantes premoniciones de la condenación que está por llegar saturan el aire como una neblina funesta. Los cielos sangran, las paredes se funden y retuercen dando lugar a formas grotescas en ángulos imposibles mientras de ellas brotan los gritos de los condenados que aúllan a los cielos carmesíes. Estos sucesos persiguen a los Masacre Carmesí.

Como garras chirriantes sobre el acero o el lento y constante raspar del esmalte de los dientes para llegar al nervio que albergan, las malditas y afiladas voces les susurran contantemente. Como un sonido repulsivo, el susurro no es nada al principio, apenas un murmullo lejano tan tranquilo que un guerrero solitario ni siquiera tendría en cuenta ni llamaría su atención. Pero van aumentando su intensidad, no sólo elevando su tono sino también su poder. Al igual que un goteo constante puede perforar las más duras rocas, así actúan estas voces. Sólo a través de los actos de barbarie y carnicería más inhumanos pueden los miembros de la Masacre Carmesí encontrar momentos de paz alejados de esta constante agonía. Sólo la sangre derramada en batalla puede disipar este mal que les aqueja, que les persigue muy de cerca, a cada paso que dan. Sólo convirtiendo mundos enteros en crueles mataderos pueden hacer que estas voces paren, aunque sea de una forma efímera.

Al principio, el Capítulo Renegado hizo frente a su maldición, resistiéndose a ella con todas sus fuerzas (y quizás aún resistan). Muchos de ellos, sin embargo, ya han roto sus cadenas que les forzaban al servicio y a las privaciones carnales. Finalmente han abrazado el poder y la locura otorgados, anhelando únicamente poder apaciguarla mediante la constante masacre. Ya es imposible distinguir quién está más maldito, si el guerrero que se odia a sí mismo por los pérfidos actos que lleva a cabo o aquel que ha desarrollado un cierto placer cometiéndolos.

En cualquier caso, el poder de la Disformidad y la sombra del Fin de los Tiempos crecen más y más. Las campanadas del juicio resuenan como un preludio a la fatalidad. Y en algún lugar de la galaxia, o quizás escondidos en la más profunda oscuridad, los Masacre Carmesí son impulsados una vez más por las voces que les atormentan a comenzar la caza.

Historia: La Caída de los Sables Carmesíes[]

Caos mundo jungla masacre carmesí

Marines del Caos de la partida de guerra Masacre Carmesí

Su historia es trágica. Para el Imperio de la Humanidad, es la historia de una de las más ruines traiciones, un Capítulo de Marines Espaciales que dio la espalda a la Luz del Emperador, renegados que rompieron sus sagrados votos de obediencia para perseguir sus propios y degenerados propósitos. En cuanto a los Masacre Carmesí, las teorías sobre este asunto son de lo más dispares: algunos afirman que la sucesión de desastres fueron cosa del azar y que se precipitaron por un camino del que ya no hay retorno; otros niegan esa falta de rumbo hacia su destino, con la teoría de que hay fuerzas oscuras más poderosas implicadas en esto, o quizás es la propia mente inconsciente de estos Marines Espaciales la que se ha desbordado después de demasiado tiempo reprimida.

Algunos buscan la verdad sobre la caída de los Sables Carmesíes en desgracia, con la esperanza de identificar esos signos corruptores en otros Capítulos del Adeptus Astartes; mientras, otros buscan evidencias simplemente para comprender qué puede corromper a uno de los más poderosos guerreros que protegen a la Humanidad hasta convertirlos en su peor pesadilla. Sin embargo, algo en lo que todos coinciden es en que los Masacre Carmesí nacieron para la guerra, y su historia está escrita con sangre.

Comienzos dispersos[]

Los Renegados que actualmente se hacen llamar Masacre Carmesí fueron una vez el Capítulo de los Sables Carmesíes. Desde su traición y posterior excomunión, muchos han intentado encontrar información sobre los orígenes del Capítulo, ahondando en su pasado para sacar alguna lógica a su rápida caída en una carnicería salvaje constante. Hasta el momento, la Inquisición no ha querido revelar ninguna evidencia concluyente que los vincule a sufrir una mutación en su semilla genética o algún otro agente mutagénico.

Lo que hasta ahora ha visto la luz en esta búsqueda para entender lo que le pasó a un ejército de élite como este es tan sólo otro recordatorio de las gigantescas lagunas en los datos imperiales. Rastrear los registros históricos imperiales es una ardua tarea. Mucha de la información sobre la historia del Imperio de la Humanidad, incluida la de algunos de sus Capítulos de Marines Espaciales más condecorados, tiene numerosos huecos donde la información simplemente ha desaparecido. Estas lagunas se han asociado normalmente a periodos de guerra constante, aunque no siempre. Incluso sin la amenaza de los xenos o las luchas internas, el tamaño galáctico del Imperio y los peligros de los viajes por la Disformidad juegan en contra de poder llevar un registro constante y coherente de los hechos.

Los sistemas más burocráticos, entre los que se encuentran la mayor parte del Adeptus Administratum, mantienen los mejores registros almacenados pero irónicamente, son también los sistemas de los que es más complicado obtener información. El gran número de papiros de información junto a los gigantescos almacenes de datos, unido a tecnología obsoleta o cuyo funcionamiento hace ya mucho que fue olvidado, convierten la tarea de almacenamiento y recopilación en la función de por vida de ejércitos de escribas.

Se desconoce de qué Fundación proceden los Sables Carmesíes, o qué Capítulo fue su Capítulo progenitor. Tanta especulación ha llevado a cuestionárselo incluso a los miembros del propio Capítulo. Las primeras menciones de los Sables Carmesíes que se han descubierto son registros de batalla que les muestran como partícipes en campañas en los albores del M36. El hecho de que su Fundación sea un misterio se suele asociar a dos hechos importantes de aquellos momentos, el Cisma y la Destrucción de Rhoghon.

Primeras impresiones[]

Tras largas búsquedas, equipos inquisitoriales bien entrenados han podido localizar varias fuentes relacionadas con los Masacre Carmesí y su actividad durante las Guerras de la Apostasía. Uno, un breve informe, revelado por los servocráneos de los Cráneos Plateados, registra el servicio de los Sables Carmesíes en múltiples batallas, señalando su disciplina de fuego como ejemplar. Para ayudar a los investigadores, los Pronosticatores de los Cráneos Plateados recopilaron los registros, confirmando que al menos por un tiempo las acciones de sus hermanos se efectuaban acorde al Codex Astartes. Otra referencia en los datos de los Templarios Negros menciona a los Sables Carmesíes como los líderes de la cacería llevada a cabo contra los xenos a lo largo del Segmentum Solar mientras el Imperio se encontraba inmerso en su guerra contra el cruel Alto Señor de Terra Goge Vandire.

Durante la Purga de Danor IV, una campaña de un año de duración que implicó a nada menos que a seis Capítulos de Marines Espaciales, fueron los Sables Carmesíes quienes recibieron la mayor cantidad de elogios. El comandante supremo del conflicto, el Señor del Capítulo de los Ángeles Sangrientos Virgilus, señaló que los Sables Carmesíes eran expertos en el empleo de las tácticas de ataque relámpago, alabando su empleo de las Cápsulas de Desembarco, y llegando a decir que podrían llegar a rivalizar con su propio Capítulo. La única anotación de advertencia durante este periodo provino del Hermano Aerigulus, un Bibliotecario de los Ultramarines que participó en los hechos acaecidos en Danor IV. En su informe cita a los Sables Carmesíes por su "excesivo celo por ser aceptados". Más tarde, en el mismo informe, Aerigulus aclara que este exceso de celo que menciona puede esperarse de un nuevo Capítulo que combate junto a los poderosos Capítulos de los Ultramarines y los Ángeles Sangrientos. Sin embargo esto era sólo un presagio de lo que estaba por llegar.

Cisma en el pecio Amalgama[]

Aunque las Tormentas Disformes que una vez lo habían aislado ahora por fin lo habían liberado, el Sistema Brakatoa permaneció rodeado por extraños torbellinos en el Inmaterium. El tránsito por la Disformidad en sus proximidades demostró ser particularmente peligroso, pudiendo arrojar a naves fuera de su ruta, aumentando el riesgo de problemas espacio-temporales o propiciando una incursión daemónica. Pero a pesar de las advertencias, muchas naves fueron atrapadas por las rugientes mareas disformes que aquí convergían y así pues muchas naves y anomalías disformes retornaban al Espacio Real en los límites del Sistema Brakatoa, en una región que poco a poco llegó a ser conocida como el "Páramo de los Pecios". Desde Rhoghon, los Sables Carmesíes enviaban misiones de exploración rutinarias para investigar los pecios espaciales que iban apareciendo, con su flota disparando a los restos y abriendo un camino a través de los escombros, empleando los cúmulos mayores como objetivo para prácticas de tiro. De hecho, uno de los pocos registros sobre los Sables Carmesíes que se han encontrado en los archivos de Terra trata sobre este tema, afirmando que la localización del mundo de los Sables Carmesíes fue elegido especialmente para poder realizar este tipo de labores preventivas.

Incluso antes de que el pecio, designado como Amalgama, emergiese de la Disformidad, los coros psíquicos de todo el Sistema Brakatoa empezaron a recibir mensajes de ayuda enviados de forma desesperada. Otros canales de comunicación fueron registrando cómo el proceso de solidificación en el Espacio Real se llevaba a cabo y lo que la Disformidad liberó fue una amalgama en el sentido literal de la palabra, un enorme conglomerado formado por restos de múltiples naves compactados en un único y gigantesco pecio. En el corazón de la aberrante aglomeración se encontraba un transporte de peregrinación, un crucero donde millones de colonos hacían frente a un asedio llevado a cabo por parte de entidades procedentes de la Disformidad.

Todos los miembros disponibles de los Sables Carmesíes fueron llamados a la acción, pero no sólo respondieron ellos a la llamada. Siguiendo alguno de sus propios rastros, los Ángeles Oscuros llegaron poco después y solicitaron acceder solos al interior del pecio. Esta solicitud fue dejada de lado tras la llegada de un Crucero de Asalto de los Ángeles Sangrientos, que también había acudido a la llamada de socorro. Debido a que poseían al mando de mayor rango, los Ángeles Sangrientos tomaron el mando de las fuerzas imperiales, pero aun así los Sables Carmesíes siguieron sus propios protocolos y lanzaron Torpedos de Abordaje al pecio. Al poco, las otras fuerzas se unieron al asalto desplegándose mediante Thunderhawks mientras los Exterminadores del Ala de Muerte se teleportaban directamente al interior de la estructura. Los Marines Espaciales registraron el inmenso pecio, abriéndose paso a través de los corredores centrales del armatoste. Cuando el traqueteo del fuego de Bólter anunció el contacto con el enemigo, los Demonios empezaron a desvanecerse, volviendo a disolverse en la Disformidad. Con los aspectos militares de la misión cumplidos, los Marines Espaciales se dispusieron a regresar a sus respectivas naves, dejando los colonos supervivientes a disposición de los agentes de la Inquisición que llegarían al lugar en breve.

En su celo en seguir sus propios métodos y su constante afán por demostrar su valía, los Sables Carmesíes no habían logrado posicionarse a la par que dos de los Capítulos más condecorados de los Adeptus Astartes aunque muy diferentes entre sí: los directos y taciturnos Ángeles Oscuros, famosos miembros de la Primera Legión, que contrastaban con los brillantes Ángeles Sangrientos, guerreros de brillantes armaduras rojizas cubiertos de adornos dorados. Ambos Capítulos eran orgullosos pero prestaban atención al estatus que poseían. Sin embargo esta costumbre había sido rota por los Sables Carmesíes, que fueron tratados fríamente por estos otros, que les señalaron como unos novicios imprudentes más que como unos respetables compañeros de armas.

Y el problema no se detuvo ahí. En contra del procedimiento estándar, un Capellán de los Ángeles Oscuros había capturado a uno de los colonos que estaban de peregrinación. El Capellán se encontraba en medio de un duro interrogatorio cuando varias escuadras de Sables Carmesíes interrumpieron sus labores. Estos le desafiaron, alegando que alguna enfermedad proveniente de la Disformidad había poseído al Ángel Oscuro y le había obligado a actuar así, y un breve tiroteo siguió a tal acusación. Esto dio lugar a bajas entre ambos Capítulos y la posterior fuga del rehén atormentado. Claramente enfurecidos, por un momento pareció que los Ángeles Oscuros estuvieran a punto de tomar represalias, cuando desaparecieron súbitamente tras la llegada de los Inquisidores.

Un creciente distanciamiento[]

Incluso los hechos aislados tienen repercusiones y aunque por fuera todo seguía igual, después de este hecho, que llegó a ser conocido por los Sables Carmesíes como "el cisma del pecio Amalgama", se desencadenaron una serie de acontecimientos que iban a tener repercusiones mucho mayores. En pocos días, la Fortaleza-Monasterio de los Sables Carmesíes de Decavitum recibió palabras de censura por parte de Terra y probablemente por parte del Capítulo Fundador también, aunque no hay ningún registro que lo confirme. Fue poco más que una amonestación, un reproche menor que mostraba que la falta de respeto por los Ángeles Oscuros y los Ángeles Sangrientos había deshonrado al Capítulo de los Sables Carmesíes, una mancha que no sentó muy bien entre los mandos del Capítulo. El Alto Consejo de Capitanes de Compañía y oficiales de alto rango, convocaron un tribunal para esclarecer el asunto. Nadie deseaba que se cuestionaran las acciones de los Sables Carmesíes y el Señor del Capítulo Nigellus se alarmó al comprobar que los miembros del Capítulo temían que pudieran ser de nuevo censurados. Preocupado por lo que él pensó que sería una sensación de paranoia sin sentido, Nigellus se indignó. Para él, los Sables Carmesíes habían actuado de forma rápida y contundente en respuesta a la amenaza. Si alguna conducta errónea fue llevada a cabo no sería por su Capítulo. Es más, no tenían intención alguna de dañar el honor del resto de fuerzas imperiales, ¿no estaban todos sirviendo al mismo Emperador y haciendo frente al mismo enemigo?

Nigellus estaba decidido a librarse de la creciente falta de confianza en su Capítulo y a hacer una declaración de intenciones. Tomó una dura decisión: declaró que todos los Sables Carmesíes cortarían sus lazos con el resto de sus hermanos Marines Espaciales, incluyendo a su Capítulo Fundador. Serían únicamente leales a los edictos recogidos en el Codex Astartes y seguirían de modo inflexible las órdenes emitidas por los Altos Señores de Terra. No contestarían a ninguna otra petición. Esta era la forma en la que Nigellus pensaba que debía hacerse, sin que su misión se viera truncada por la influencia de sus camaradas. ¿No fue la lealtad al Señor de la Guerra Horus lo que había permitido que la mitad de las Legiones de Marines Espaciales tomaran el mal camino? Con esta decisión, Nigellus buscaba liberar a los Sables Carmesíes de cualquier reproche o falta.

Renacidos[]

Al principio, los Sables Carmesíes se mantuvieron orgullosamente resueltos en sus acciones pero lentamente la duda empezó a roer la voluntad de muchos en el seno del Capítulo. Sin permitir jamás un solo acto de disidencia, Nigellus sancionó cualquier tipo de debate sobre el asunto y cualquier mención sobre lo ocurrido durante el Cisma fue prohibido.

A pesar de que los Sables Carmesíes se mantuvieron firmes en sus convicciones, la ruptura con sus Progenitores no fue nada fácil. Gran parte de las tradiciones del Capítulo tuvieron que verse alteradas, omitiendo cualquier parte que mencionara cualquier cosa sobre sus fundadores. Una y otra vez, se ordenó a los Bibliotecarios y Capellanes limpiar cualquier evidencia de sus antepasados, y Rhoghon fue examinado y se hizo desaparecer cualquier reliquia, estatua o servoarmadura anterior a la Fundación del Capítulo. Entre las naves de la Flota, los Cruceros de Asalto adquirieron nuevos nombres y los métodos de entrenamiento de la Décima Compañía fueron rediseñados de nuevo. En esencia, los Sables Carmesíes habían renacido, ahora eran nuevos defensores al servicio del Imperio, libres de las ataduras de cualquier vínculo con su pasado.

Únicamente en el Sanctum de la Espada, las cámaras más profundas de la torre más alta de Decavitum, su Fortaleza-Monasterio, se encontraba el registro completo de la historia del Capítulo de los Sables Carmesíes. Se decretó que la verdad sobre la fundación de los Sables Carmesíes y su historia al completo deberían permanecer sellados allí. El Sanctum era sólo accesible para los oficiales de más alto rango de entre las filas del Capítulo (los Capitanes de Compañía, junto a los Capellanes mayores y los Bibliotecarios). Bajo el tozudo liderazgo de Nigellus, los Sables Carmesíes fueron fanáticos con su deber. Si cualquier rumor o pensamiento oscuro sobre los Sables Carmesíes permanecía entre los miembros del Adeptus Terra, ya había sido olvidado. Los Marines Espaciales enfundados en armaduras rojas se ganaron una buena reputación por la rapidez de su respuesta, siendo considerados como guerreros de conducta intachable. De hecho, su ciega obediencia a los edictos del Codex Astartes, que seguían al pie de la letra, les valió muchos elogios por parte de muchas fuerzas imperiales. Sin embargo, entre los Sables Carmesíes algo más estaba tomando forma.

La creciente rectitud[]

Durante más de cien años, Nigellus sirvió como Señor del Capítulo. Era inflexible y rápido entrando en acción, pues conocía bien los principios del Codex Astartes y los seguía a la perfección. En su búsqueda de la perfección, Nigellus fundó un culto al rigor extremo en el seno de los Sables Carmesíes. No era suficiente que se alcanzara el éxito en cada misión; debía de completarse de forma impecable, ejecutándola con mayor rapidez, y siendo debidamente detallada y registrada en los anales del Capítulo. Su pérdida fue un duro golpe para los Sables Carmesíes, ya que cayó muerto en acción durante la rebelión de la ciudad de Forn. Arnoch sucedió a Nigellus como nuevo Señor del Capítulo de los Sables Carmesíes, pero los valores que Nigellus había instaurado perduraron. Es más, el Capítulo se volvió aún más fanático y exigente en su estricta adhesión a las órdenes.

Arnoch llegó a ser conocido como el Intransigente, un título que describiría la forma de ser de todos los Señores del Capítulo que le seguirían. Una de las primeras acciones de Arnoch el Intransigente fue romper aún más con su oculto pasado, cuidándose del juicio de otros sobre las acciones del Capítulo. Decidió sellar todas las entradas del Sanctum de la Espada, no sólo para evitar la evidencia de una antigua imperfección sino también como testimonio de que el pasado había sido dejado atrás y daba comienzo una nueva era.

Con más fervor en mostrarse a sí mismos que eran los mejores, los Sables Carmesíes realizaron operaciones con innegable precisión, durante siglos, sus registros de combate eran ejemplares. Adquirieron una gran distinción durante las Guerras de Zobrist cazando a los piratas Drukhari y ganaron muchos elogios por dirigir los ataques durante las batallas de las estrellas moribundas. En ambos casos, sus aliados (que incluían múltiples batallones y divisiones acorazadas de Tallarn junto a los Templarios Negros) son señalados en documentos oficiales por alabar las acciones de los Sables Carmesíes. Extraoficialmente, sin embargo, la situación era bien distinta.

Los Sables Carmesíes eran de una eficacia y eficiencia increíble, pero al acabar la batalla eran excesivamente inflexibles y molestos. Los mandos aliados, ya fueran subordinados o cargos de rangos superiores, recibían registros de la batalla de gran detalle. Estos no dejaban de especificar dónde las propias fuerzas aliadas había fallado en la consecución de sus tareas o no habían cumplido con los estándares apropiados. Para cualquier fuerza aliada de Marines Espaciales, cualquier maniobra que difiriera de las pautas enmarcadas en el Codex Astartes generaba aún más cantidad de registros (una larga lista de fuerzas aliadas analizadas había fallado al intentar cumplir con la táctica u métodos de organización establecidas por Roboute Guilliman). Así como sus peticiones de riguroso análisis, planes de contingencia y exactitud en el protocolo ayudaron a ganar muchas batallas para el Imperio, también distanciaba más y más a los Sables Carmesíes de las fuerzas con las que combatían codo con codo. Todos estos conflictos previos fueron sólo los precursores del papel que los Sables Carmesíes jugaron en durante las Cruzadas de Redención.

Absolución a través de la Expansión[]

La Era de la Redención en el Imperio estuvo marcada por múltiples cruzadas. Incontables campañas se pusieron en marcha en un esfuerzo por purgar los pecados de la anterior Era de la Apostasía. Una vez más la Eclesiarquía recondujo su fanática devoción y oleada tras oleada de nuevas ofensivas fueron proclamadas. Hubo un esfuerzo global por toda la galaxia por expandir las fronteras del Imperio más de lo que jamás habían estado.

Era la ocasión propicia para que un Capítulo se probara a sí mismo. Ansiosos por obtener gloria, los Sables Carmesíes combatieron con máxima ferocidad, esforzándose al máximo en mejorar sus ataques relámpago. Con una eficiencia despiadada fueron completando una misión tras otra en todas las cruzadas donde fueron partícipes, expandiendo las fronteras del Imperio por todo el Segmentum Tempestus. Planeta tras planeta, sus asaltos a infraestructuras enemigas clave y sus asedios a enclaves fortificados permitieron a las tropas de la Guardia Imperial consolidar todo el terreno ganado.

Fueron los Sables Carmesíes quienes erradicaron a los Hrud del Mundo Fronterizo de Nolla y abrieron la senda para liberar al Sistema Reductus del ataque de los Orkos. A pesar de su heroísmo y sus constantes actos de sacrificio, el por entonces Señor del Capítulo Drabek estaba cada vez más convencido de que la reputación del Capítulo estaba en juego. Para los que se encontraban en la lejana Terra, no era el caso, pues para ellos los Sables Carmesíes estaban entre las fuerzas más condecoradas de las que participaron en el Segmentum Tempestus. Entre los que combatieron junto a ellos, sin embargo, los temores de Drabek se estaban cumpliendo. La frustración aumentaba entre las fuerzas aliadas debido a la naturaleza extremadamente crítica de sus peculiares aliados de armaduras carmesíes.

Muchos mundos largo tiempo perdidos y nuevos Sistemas Estelares se fueron sumando al control del Imperio durante las Cruzadas de Redención. En su ansia por alargar las campañas y gestar más y más las fuerzas imperiales sufrieron muchas bajas y se dispersaron por un frente demasiado amplio. La galaxia es un lugar peligroso y aborrece la falta de poder. Mientras el Imperio concentraba sus esfuerzos en ampliar sus fronteras por el vacío del espacio descuidó la defensa de los Sectores conquistados. Por toda la galaxia rebeliones dirigidas por insurgentes del Caos, invasiones Orkas y nuevas amenazas xenos se cernieron sobre los mundos escasamente protegidos.

Fue mientras los Sables Carmesíes extendían su campaña por la Región Velada cuando el colapso del Sistema Brakatoa comenzó, y las distantes flotas de los Sables Carmesíes recibieron noticias sobre el sitio que su Fortaleza-Monasterio, Decavitum, estaba sufriendo, pero no podían abandonar la campaña hasta que esta hubiera finalizado de forma exitosa. Para cuando todas sus misiones fueron completadas y sus dispersas Compañías reunidas, la incursión sobre Brakatoa había concluido. El mundo escudo de Rhoghon, su mundo natal, había sido el primero en caer ante la incursión daemónica. Posteriores explosiones de los reactores del planeta, reliquias de la Era Oscura de la Tecnología, convirtieron el planeta en un yermo devastado cubierto de radiación, que no podría volver a albergar vida humana durante miles de años. Cuando las masivas huestes daemónicas cayeron sobre el Sistema Brakatoa, la única ayuda que provino del Imperio fue en forma de torpedos ciclónicos.

Tres mundos bullían de corrupción y la única solución posible fue condenarlos a una muerte ardiente. Siguiendo la estela de esta purga, una plaga recorrió Ocaso de Rynn; del una vez floreciente Sistema Brakatoa ahora sólo Raamdhon y Drogsh seguían intactos.

La devastación de su Sistema Estelar y la pérdida de su mundo natal fueron duros golpes para los Sables Carmesíes. Las últimas transmisiones de los coros psíquicos de Astrópatas revelaron una escena dantesca: su fortaleza parcialmente invadida, y sus ocupantes cruelmente torturados. Aunque se reasentarían rápidamente en Drogsh, el tercer mundo del Sistema Brakatoa, la pérdida de Rhoghon fue un martillazo para el orgullo del Capítulo. Todos los registros de su pasado y la verdad sobre sus orígenes se habían perdido, enterrados bajo las ruinas de su fortaleza. A pesar de haber rechazado su pasado, algunos albergaban esperanzas de que sus Fundadores algún día reconocerían su valía y volverían a poder estrechar lazos. Ningún Capítulo lo hizo jamás. Llevó largos años para el Capítulo establecerse por completo en Drogsh y volver a su número de miembros de antaño. En este tiempo, no faltaron a su deber ni cejaron en su empeño pero un sentimiento de resentimiento iba creciendo en su interior.

La Masacre de Umidia[]

Más de un milenio después de instalarse en Drogsh, los Sables Carmesíes continuaron con su deber. Todos los Marines Espaciales tienden a mantenerse apartados de aquellos a quienes sirven, pero en el caso de los celosamente obedientes Sables Carmesíes fue más intenso, aislándose cada vez más y más. No se dieron cuenta de la propia acritud que se estaba formando y que estaban fomentando entre sus propios camaradas. Sólo veían fallos en los demás y se mostraban atónitos por los pocos elogios recibidos al mostrar una completa adhesión a los edictos recopilados en el Codex Astartes. En el momento en que realizaban el descenso sobre el mundo que cambiaría a su Capítulo para siempre, los Sables Carmesíes se habían ganado una reputación de cruzados justicieros.

Varios Capítulos de Marines Espaciales escucharon la llamada de socorro procedente del Mundo Selvático llamado Umidia. Cuando supieron que los Sables Carmesíes se disponían a acudir en su auxilio, el resto de Capítulos cercanos retiraron sus ofertas de ayuda. Si alguno de ellos hubiera enviado algún detalle de las zonas de aterrizaje para ayudar en la operación quizás las cosas podrían haber sido distintas. Siguiendo el procedimiento estándar, un reconocimiento de los Sables Carmesíes informó de un sorprendente desarrollo en Umidia. La petición escaló en los rangos del Capítulo y este convocó a todos sus guerreros disponibles sobre el fatídico planeta para hacer frente a cualquier eventualidad. Con cada nueva zona que sus augurios rastreaban aparecía más y más corrupción, así que no tardaron en realizar asaltos para limpiar el mundo de forma genocida. Siguiendo con sus metódicos procedimientos, los Sables Carmesíes purgaron Umidia, buscando y erradicando a todos y cada uno de sus habitantes. Posteriormente cuando la Inquisición preguntó a los Sables Carmesíes por los registros del conflicto, muchos miembros del Capítulo afirmaron que toda la ciudadanía del planeta formaba parte de alguna clase de Culto Balethu, viles cultos que servían a los Dioses Oscuros.

A raíz de esta purga, se ordenó una investigación por parte de Inquisidores de la Ordo Hereticus. Los Inquisidores no encontraron evidencia alguna de que los cultos Balethu fueran siervos de los Dioses Oscuros. Lo que sí encontraron en el espeso follaje de las junglas de Umidia fue una atrocidad. Bajo la responsabilidad de erradicar los cultos corruptos los miembros de la Ordo Hereticus eran agentes que se habían endurecido presenciando escenas de lo más sombrías, y sin embargo, ninguna les generó tanto horror como lo que vieron en Umidia. Las acciones de los Sables Carmesíes fueron mucho más allá de la mera erradicación de un culto, fueron un acto de carnicería sin sentido a escala planetaria.

Susurros en la Oscuridad[]

Los Sables Carmesíes habían partido de Umidia mucho antes de que los Inquisidores llegaran a documentar la carnicería con la que se había eliminado por completo a toda la población nativa del planeta. Sin embargo, esta masacre que habían llevado a cabo estaba empezando a tener extraños efectos sobre los Sables Carmesíes. Al principio nadie hizo mención alguna de las sensaciones incómodas que empezaban a aquejarles, serían quizás algún tipo de melancolía tras la batalla. Muchos empezaron a tener síntomas inusuales, sus corazones dobles se aceleraban al máximo sin motivo aparente o sentían una creciente aprensión, como si el aire estuviera viciado siempre a su alrededor. Sus mentes empezaron a notar una constante y creciente presión. Incluso antes de que la misión concluyera del todo y los Sables Carmesíes retornaran a su flota en la órbita, algunos de sus miembros ya empezaron a sentir los efectos de lo que posteriormente se conocería como "La Maldición".

Los guerreros del Capítulo vieron que no podían aclarar sus mentes adecuadamente, ninguna letanía ni meditación alguna funcionaba. Gracias a unos implantes y modificaciones genéticas, los Marines Espaciales no duermen como el resto de los seres humanos, sino que entran en un estado de coma que permite descansar a sus mentes mientras su cuerpo permanece alerta. Los Sables Carmesíes fallaron una y otra vez en sus intentos por alcanzar dicho estado de paz. En lugar de ser capaces de relajarse, no podían dejar de vislumbrar los rostros de aquellos a los que habían dado muerte, reviviendo una y otra vez la masacre que habían llevado a cabo.

En un estado cada vez más deteriorado por la falta de descanso, los más crispados de los Sables Carmesíes comenzaron a escuchar voces, el susurro de las voces de los muertos. Las voces no paraban de alabarles, burlarse de ellos o eran más condescendientes, mientras que otras gritaban sin cesar o canturreaban palabras indescifrables muy dolorosas de escuchar. Ningún Marine Espacial había sucumbido aún, ya que gracias a su entrenamiento y disciplina sobrehumanas su fuerza de voluntad era tan impermeable como su armadura de gruesa ceramita. A pesar de eso, al entrar en la Disformidad para viajar a su siguiente destino muchos Sables Carmesíes notaron como su cordura desaparecía. Apartados de sus camaradas, muchos se llevaron las manos a la cabeza en un vano intento de parar las voces que nunca paraban. Desde que presenció la masacre desatada en Umidia el propio Señor del Capítulo, Sevastus Kranon, también empezó a percibir un creciente malestar. Los Sables Carmesíes habían seguido sólo el procedimiento habitual, la respuesta del Imperio a los herejes debía ser implacable, pero algo no estaba yendo bien.

Redimirse o condenarse[]

Durante un breve periodo Sevastus Kranon se encontró entre la espada y la pared. Una parte de él deseaba ordenar a la flota volver a Umidia, y se hacía más y más difícil pensar con claridad a medida que las voces le acusaban constantemente de atrocidades y visiones de condenación le asaltaban a cada pensamiento. Sabía que había realizado los procedimientos adecuados, que tras los salvajes actos llevados a cabo se encontraban protocolos muy ortodoxos. Otra parte de Kranon albergaba un temor cada vez mayor, el temor a que él y los suyos estuvieran bajo el efecto de alguna clase de hechizo o maldición. No podría ocultarse por mucho más, las voces que habían surgido durante su viaje por la Disformidad eran las de aquellos a los que habían asesinado.

En Drogsh, al igual que en muchos otros planetas del Imperio, las brujas, los mutantes y los herejes eran perseguidos y asesinados al mostrar signos de locura incluso menores que los que los Sables Carmesíes mostraban ahora.

Y aunque las voces intentaban nublar su juicio, Kranon tomó una resolución firme: detendrían su actual viaje por la Disformidad y volverían hacia Umidia, fijando el rumbo esta vez hacia su planeta hermano, Demetra. Allí, buscarían signos de contaminación. Si, como él sospechaba, encontraban más cultos Balethu adoradores del Caos allí, podría emplearlos como prueba de la rectitud de su causa y justificaría sus actos sobre Umidia. También dio tiempo a los Capellanes, Bibliotecarios y Apotecarios del Capítulo tiempo para indagar sobre la enfermedad mental que acosaba al Capítulo.

Quizás el viaje a través de la Disformidad y la llegada a la órbita de Demetra fue casi fugaz pero para los Sables Carmesíes fue un tormento que duró vidas enteras; no hubo paz para ninguno de los integrantes de la flota y un manto de locura paranoica se extendió sobre todos y cada uno de los miembros del Capítulo.

No fueron los Sables Carmesíes los que aterrizaron en Demetra, sino una hueste de locos delirantes. Como reacción instintiva para intentar quemar los recuerdos que les perseguían, los Marines Espaciales carmesíes se olvidaron de cualquier clase de plan pues habían vuelto con un único objetivo: ¡la masacre! Empleando despliegues orbitales, un estilo de asalto múltiple que había convertido al Adeptus Astartes en la fuerza de combate más temida de la galaxia, los Sables Carmesíes penetraron en los núcleos de población de Demetra como una Espada de Energía lo hace en la carne. Sistemáticamente, emplearon combinaciones de armas, armaduras y maniobras ofensivas audaces para eliminar a todos los supervivientes. Cubriendo su avance, realizaron espectaculares bombardeos orbitales, acabando con el resto mediante el fuego de Bólter o pulverizando a sus víctimas en combate cuerpo a cuerpo. Mataron con una eficiencia que sólo superhumanos genéticamente modificados expresamente para la guerra podían llevar a cabo.

Cubiertos de sangre, los Sables Carmesíes volvieron a su flota, liberados de las voces que les acosaban. Habían ahogado las voces que oían en sus cabezas con mareas de sangre y al cerrar sus ojos, encontraban la paz de un reparador olvido. Siguiendo con sus costumbres detallistas, Kranon grabó un registro posterior, declarando a la vecina Demetra corrompida por su cercanía a Umidia. La amenaza había sido neutralizada y los Sables Carmesíes se encaminaban hacia su siguiente misión.

Marcha al Ojo del Terror[]

Poco después de la masacre efectuada en Demetra, los Bibliotecarios mostraron mensajes interceptados de los Altos Señores de Terra al Señor del Capítulo Sevastus Kranon. Estos confirmaron sus peores temores: los Sables Carmesíes había sido declarados Excommunicate Traitoris. Ahora se referían a ellos como renegados, y por lo tanto cualquier fuerza imperial con la que se cruzaran abriría fuego inmediatamente sobre ellos.

Una actuación similar había sido esperada por Kranon, pero él esperaba que ordenaran una investigación, no la excomunión. Si tan solo hubiera podido explicarse... habían sido acciones extremas pero necesarias. Incluso mientras este pensamiento rondaba su mente, Kranon no dejaba de ver los rostros de aquellos a los que había masacrado. Una voz interior, quizás la suya propia, le susurró que la única esperanza real que habrían podido tener los Sables Carmesíes era que la burocracia imperial hubiera hecho la vista gorda del incidente. En el fondo, Kranon sabía que jamás podría explicar de forma satisfactoria la violencia desatada por su Capítulo, o las voces que les atormentaban. Inevitablemente, la Eclesiarquía los clasificaría como Traidores y adoradores de Demonios. Ahora todas las fuerzas del Imperio se hallaban en su contra y no estaba preparado para su súbito final.

¿Cazador o presa?[]

Dada su situación actual, Kranon sabía que jamás llegarían a Drogsh antes que las fuerzas imperiales. Kranon no tuvo intención alguna de enviar señales de advertencia, el Exterminatus de su mundo natal sería más rápido y más misericordioso que la crueldad que descendería sobre los que permanecían en el interior de su Fortaleza-Monasterio. Incontables siervos, servidores, Exploradores que no habían completado su entrenamiento y demás serían sentenciados a muerte. Kranon pensó en los ancianos Veteranos del Capítulo conectados a las armas de defensa lunares y en los viejos Sargentos Exploradores con los que pasó largas jornadas de servicio. Una muerte violenta era un peligro más o menos esperado por cualquier Marine Espacial, pero todos hubieran esperado caer en combate, sirviendo al Imperio y al Emperador. No había honor en la muerte dada por la explosión de un gigantesco torpedo ciclónico.

Kranon se había comprometido a hacer todo lo que estuviera en su mano para garantizar el bienestar de su Capítulo. Ahora, como liberándose de un gran peso que recayera sobre sus hombros, Kranon pudo sentir que no le debía nada a nadie. Sin embargo, no pudo discernir si se trataba de sus propios pensamientos o si se trataba de susurros emitidos por las horrendas voces.

Podía sentirlas arañando su subconsciente pero ya fuera para bien o para mal el hecho de servir a los demás estaba arraigado en él, era parte de su ser. Convocó a los Bibliotecarios y dictó un mensaje urgente que debía ser enviado a Drogsh. En esencia en él se indicaba que todo aquel que pudiera debía escapar del planeta, permanecer en él o cualquiera de las lunas de Rhoghon, o estar asociado de cualquier manera con el Capítulo de los Sables Carmesíes equivalía a firmar su propia sentencia de muerte. Ya fuese que finalmente escaparon o cualquier otro destino que corrieron los que allí estaban, Kranon nunca lo supo.

Carentes de santuario, los Sables Carmesíes serían perseguidos ahora sin piedad. Tras enviar su mensaje, Sevastus Kranon convocó un Concilio de Espadas, un encuentro global del Capítulo. En el Gran Salón Sable de la nave insignia Honor Rojo se encontraron todos, fila tras fila de Hermanos de Batalla, unidos por sus votos y la constante guerra. Todos alzaron la vista hacia Kranon esperando escuchar palabras de salvación, incluso mientras los ecos de las voces les seguían atormentando desde el interior de sus mentes.

Kranon habló, habló del dolor físico que había tenido que soportar cuando los nuevos órganos le fueron implantados en su cuerpo modificado, habló de su compromiso, del honor del Capítulo y de la maldición que la Disformidad les había lanzado, inundando su mente con voces susurrantes. Y por último habló de las opciones que se erigían ante ellos.

Sólo a través de la batalla y la muerte podrían los Sables Carmesíes librarse de las voces que les acosaban. El plan de Sevastus Kranon era realizar una incursión en el interior del Ojo del Terror. Ahí podrían combatir a los infernales Traidores que habitaban esa región maldita del espacio sin que más vidas inocentes se perdieran en el proceso. Puede que les llamaran Traidores, pero Kranon sabía que no lo eran. Sería un noble final para ellos, un martirio digno de héroes como los que se mencionan en las antiguas historias. Cualquiera que quisiera abandonar el Capítulo de los Sables Carmesíes podría hacerlo ahora. Bajo aquella cúpula abovedada del Gran Salón se hizo el silencio y todos y cada uno de los Marines Espaciales reflexionó sobre su destino.

Acciones Desesperadas[]

Con un único y contundente grito se formó un eco que retumbó en el techo abovedado, los Sables Carmesíes lo profirieron como uno solo, levantando sus brazos haciendo el saludo oficial del Capítulo. Seguirían a Sevastus Kranon, seguirían siendo leales al Emperador. Seguirían a Sevastus en esta última campaña, ¡incluso si se convertía en su asalto final en el mismísimo corazón del territorio enemigo!

Inclinando la cabeza por el orgullo que pudo sentir dentro de él Kranon dispersó a sus fuerzas por todas las naves de la flota y ordenó a todas poner rumbo hacia el Ojo del Terror. Aun así, cuando lo hizo, pudo sentir que una parte de sí mismo, algo más en su interior, como si fuera la voz de su conciencia, le decía que no estaba dirigiendo a sus hermanos al martirio y la muerte, si no atrayéndoles a un destino aún incierto. Otro destino les aguardaba, algo mucho más importante que la mera muerte.

Todos los viajes por la Disformidad son propensos a sufrir anomalías y cuanto mayor es el crucero mayor es el desgarro que se sucede en el Materium y mayor es su presencia en el Inmaterium. Debido a sus constantes viajes por la Disformidad, todos los Marines Espaciales poseen ritos o himnos de batalla que permiten a los guerreros mantener una disciplina mental sólida en el transcurso de dichos viajes. Para los Sables Carmesíes, estos rituales estaban comprometidos, pues las voces y susurros volvían a los Marines Espaciales vulnerables, con su inquebrantable fuerza de voluntad asediada por la duda sobre sí mismos. Para cuando salieron de la Disformidad cerca de la Puerta de Cadia se sentían pesados y exhaustos, con sus pensamientos entremezclados con las voces y tentaciones de los muertos.

La Puerta de Cadia es la única ruta estable lo suficientemente grande como para permitir el paso de flotas de combate desde y hacia el Ojo del Terror. Aun con todo, no es fácil entrar ni salir de esta región pues cordones de defensa imperiales rodean esta enorme extensión del espacio, protegiéndolo de las incursiones, los horrores y las Cruzadas Negras que espontáneamente surgen desde las profundidades del Ojo. Con los códigos imperiales adecuados, las siete flotas de guerra de los Sables Carmesíes atravesaron varias zonas de esta área restringida, eludiendo los Mundos Fortaleza y las estaciones orbitales centinelas. Pero aquellos que custodian el Ojo del Terror se hallan bajo alerta constante y no podrían mantener esta situación indefinidamente. En su movimiento final para entrar en la zona más restringida, los Sables Carmesíes no pudieron evitar un breve enfrentamiento con un Crucero de Asalto de los Puños Imperiales y un destructor de apoyo que habían intentado cortarles el paso.

Ambas flotas intercambiaron disparos de torpedos y fuego de baterías de lanzas, y los Sables Carmesíes tuvieron que repeler una breve pero feroz incursión de abordaje de sus compañeros Astartes. Esta no era la batalla que Kranon deseaba pero con sus cabezas llenas de visiones de masacres de pesadilla y las horribles acusaciones que aquellos a los que habían matado les proferían, los Sables Carmesíes reaccionaron por instinto, siguiendo con las tácticas para las que estaban entrenados, asumiendo que estaban luchando simplemente contra un enemigo más. Con una sola nave, el Horizonte Rojo, dejando atrás escombros y restos, los Sables Carmesíes por fin dejaron atrás a sus perseguidores y se adentraron en la zona más temida de la galaxia.

Las Guerras entre Renegados[]

Más adelante, ya en el Ojo del Terror los Sables Carmesíes desviaron su rumbo, acelerando a plena potencia. Kranon sabía que sólo gracias a la guerra podrían acallar las voces espectrales; sólo cuando su propia armadura goteara con la sangre derramada cesarían. Habían viajado durante mucho tiempo y la locura contenida en sus mentes amenazaba con sobrepasar todos los límites y estallar en cualquier momento.

Y así fue que los Sables Carmesíes se adentraron en el Ojo del Terror con la furia de los justos y enajenadamente enfurecidos. Portaron el fin de las cosas y con sus manos repartieron muerte y llevaron a cabo carnicerías. Los primeros en sentir la ira de los Sables Carmesíes fueron los planetas exteriores, parcialmente tocados por el remolino. Estos no eran Mundos Demoníacos propiamente dichos, bañados por las corrientes de la Disformidad, sino más bien el refugio de los desposeídos, un hogar retorcido para mutantes y los más exitosos de entre toda la chusma cultista que había podido escapar de la persecución del Imperio. Estos planetas malditos formaban parte de las áreas de reclutamiento así como de guarida para muchas partidas de guerra de Marines Espaciales del Caos. Allí, incursores piratas formaban pequeños ejércitos con la intención de saquear el Imperio de nuevo. Ya fueran brujas o pseudohumanos, mutantes o Marines Espaciales del Caos renegados, todos fueron segados por los Sables Carmesíes. Mediante el Bólter y la Espada Sierra desataron retribución, luchando con una alegría salvaje que, al menos por un tiempo, despejó sus mentes y sus almas.

Retorcidos e irreconocibles[]

Planeta tras planeta los Sables Carmesíes se internaron cada vez más y más en el Ojo del Terror, labrando un camino de muerte. Masacraban a los cultistas del Caos con facilidad pero su avance se veía casi frenado en seco cuando se topaban con las fuerzas de Marines Espaciales del Caos. Sólo mediante su número, el poder de su flota y la furia de sus corazones pudieron seguir adelante. Durante uno de aquellos asaltos planetarios, los Sables Carmesíes combatieron a Berserkers de Khorne, derribando a sus sangrientos ídolos y matando a tiros a todos los cultistas de rojas túnicas que les rodeaban. En una fangosa luna recubierta de pantanos descubrieron la guarida de criaturas que caminaban como los hombres pero que poseían cabeza de insecto con unos enormes ojos compuestos bulbosos. Algunas de ellas vestían amenazadoras servoarmaduras de algún Capítulo Astartes ahora irreconocible. Todos fueron erradicados con la brutal eficacia característica de los Sables Carmesíes.

Tras cada batalla, las voces quedaban en silencio y los miembros de los Sables Carmesíes se sentían renovados y llenos de mejores intenciones. Pero lentamente las inquietantes voces volvían, generando una cacofonía cada vez más desesperanzadora. Durante las largas Guerras entre Renegados, no hubo una sola ocasión en la que se mostraran indicios de que el Capítulo estuviera afiliándose al Caos, sino que fue más como una evolución gradual. La influencia de la Disformidad que fluía por doquier junto a los miedos y deseos de cada Marine Espacial se combinaron para transformar a los Sables Carmesíes. En algunos de ellos, los cambios fueron más internos que externos, demasiado sutiles para ser percibidos por los demás, en otros la transformación fue más drástica. Nadie sabe cuando se modificó el tomo de liturgias del Capellán Okrak, pero sus fervientes discursos pasaron de ensalzar las bondades del sacrificio y la doctrina imperial a la búsqueda de poder, los derechos individuales y la fuerza casi divina que los guerreros de los Sables Carmesíes podían desatar.

Los ojos de uno de los Marines Espaciales se tornaban carmesíes cuando se enfadaba; otro percibió que sus colmillos crecían de forma prominente; algunos comprobaban al volver de la batalla que sus huesos habían cambiado, penetrando en su armadura y formando diseños estriados. Grandes cuernos brotaban de sus yelmos, aumentando en tamaño y elaboración para coincidir con el valor y el desempeño de su portador en combate y ningunos fueron tan grandes o majestuosos como los del Señor del Capítulo, Sevastus Kranon.

En el siempre cambiante mundo neblinoso de Drabloyn, el estimado Sargento Draznicht desarrolló nuevos y extraños poderes premonitorios, al igual que un tercer ojo en su frente. Los Marines Espaciales están entrenados para aceptar alteraciones en sus cuerpos, en parte esto es debido a los órganos adicionales que les implantaron durante la etapa de modificación genética y también es debido a una vida dedicada plenamente a la guerra. Normalmente, un Marine Espacial recibirá al año más heridas que decenas de Guardias Imperiales y a lo largo de su existencia se habrá recuperado de mutilaciones que habrían acabado con la vida de cualquier persona que no hubiera recibido las modificaciones que ellos poseen. Tal capacidad de supervivencia no es gratuita y las cicatrices, quemaduras y pérdida de extremidades son comunes entre ellos. Sufrir horrendas heridas o portar implantes biónicos es sólo otra parte de ser un Marine Espacial.

¿Puede que esto fuera lo que les llevara a aceptar fácilmente dichos cambios en sus cuerpos? Cuando se internaron en el Ojo del Terror ya había lanzado sus plegarias a la muerte, mentalizándose de que esta sería su última campaña. Desde esta perspectiva,

¿Qué importaba ya que surgieran nuevos apéndices o miembros afilados? Si estas mutaciones les ayudaban a acelerar las masacres que infligían a sus enemigos serían bienvenidas.

El Poder de la Disformidad[]

En el Ojo del Terror, los corruptores tentáculos que empezaron a alterar a los Sables Carmesíes también estaban alterando su equipamiento. Estas alteraciones no seguían un patrón concreto: nuevos símbolos brotaban sobre sus armaduras mientras los Bólteres desarrollaban calaveras. El Horizonte Rojo, una de las naves del Capítulo, sufrió daños más allá de lo que la habilidad de los Marines Espaciales era capaz de reparar pero aun así formó sus propias placas de metal, reconstruyendo las brechas en el casco del mismo modo que los tejidos vivos reparan sus heridas.

No fue hasta la batalla contra los Segadores de Hakanor que Sevastus Kranon percibió los cambios sufridos por su propia espada. Desde el Cisma sobre el pecio Amalgama, el Señor del Capítulo de los Sables Carmesíes había portado la espada Imperator, forjada a partir del metal de los restos del Titán caído Imperator Rex, y la poderosa Espada de Energía había servido con diligencia al señor de los Sables Carmesíes, pero nunca antes se había descubierto que poseyera cualidades especiales propias. Ahora, sin embargo, Kranon se encontró con que el arma tenía alguna habilidad sobrenatural: brillaba desde dentro y parecía contener las aullantes caras espectrales de aquellos con los que había acabado empleándola. Muchos cultistas huían ante la mera visión de la hoja de la espada.

Los Marines Espaciales renegados que formaban los Segadores de Hakanor no fueron intimidados con tanta facilidad, pero fueron descuartizados con una velocidad y potencia que hasta entonces Kranon nunca había percibido. Mientras los desmembraba, Kranon notaba que su fuerza aumentaba, como una ola de energía que surgía de su espada y se extendía por su brazo. Cuando acabó con todos sus oponentes, chisporroteos de energía de tonalidades azuladas rodearon a Kranon y su espada, y este pudo sentir que podía desafiar a los mismísimos dioses. La espada Imperator se había convertido en un arma temida y muy a tener en cuenta.

Descenso a las Profundidades[]

Desde la Masacre de Umidia, no todos los Sables Carmesíes aceptaron o estuvieron de acuerdo con la creciente corrupción que se estaba gestando en el Capítulo. Algunos de los más agresivos de ellos fueron abatidos cuando intentaron prevenir o impedir las masacres que sus hermanos cometían. Pero incluso teñidos de rojo por las masacres, los Sables Carmesíes eran muy reacios a eliminar a alguno de sus propios hermanos. En la mayoría de los casos, aquellos que intentaron frenar el derramamiento de sangre o que protestaron en voz alta tras las matanzas fueron capturados y arrojados a las celdas de detención a bordo de los buques del Capítulo. Uno de ellos fue el hermano, nacido de la misma madre, del propio Señor del Capítulo Sevastus Kranon, Sevarion Kranon.

Muchos más Sables Carmesíes fueron engrilletados cuando se rebelaron contra las crecientes mutaciones en el cuerpo de sus hermanos. Un antiguo Capellán estalló en cólera al darse cuenta de la horrible verdad: estaba empezando a disfrutar de las matanzas sin sentido y rogó a sus hermanos que acabaran con su miseria. Encadenados y aislados, sin las masivas muertes que podrían acallar las voces que les perseguían al menos temporalmente, muchos de estos desdichados sucumbieron a la locura. Los niveles inferiores de las naves resonaban con los aullidos de los desquiciados, que aun así los Sables Carmesíes mantenían encerrados.

La matanza continua[]

Tanta energía pura de Disformidad se derrama al Espacio Real en las zonas cercanas al Ojo del Terror que el tiempo pasa de forma extraña en ellas. Lo que pueden parecer días o semanas en el interior de esta nefasta región puede solo ser unos segundos fuera de ella. Una y otra vez los Sables Carmesíes avanzaron, buscando nuevos planetas, lunas o pecios espaciales a la deriva y si encontraban el menor signo de vida procedían al asalto, persiguiendo sin descanso a todas y cada una de sus presas hasta haber acabado con ellas. Para ellos, se fraguó la sensación de que su campaña había tenido años de duración; al principio los Bibliotecarios del Capítulo registraron diligentemente los detalles de todos los sucesos acontecidos durante las Guerras entre Renegados, o al menos eso pensaban. Todo aquel que se acerca al Ojo del Terror aumenta su riesgo a sufrir locura y posesión y aquellos con poderes psíquicos sufren presiones aún mayores.

Cuando los Bibliotecarios quisieron verificar sus registros y crono-informes en un intento de contrastar cuánto tiempo llevaban en esta luchando en campaña, no encontraron la cuenta de las muchas batallas realizadas, tan solo balbuceos: las grabaciones sólo contenían registros de las desquiciadas voces que había en el interior de sus mentes. A Sevastus Kranon le sentó como un jarro de agua fría esta noticia. Había tenido la esperanza de poder defenderse de las acusaciones vertidas sobre los Sables Carmesíes mediante el envío de registros detallados de sus acciones. De esta forma, el Imperio podría aprender algo del heroico y noble sacrificio del Capítulo que ellos habían malogrado. Su más profundo deseo había sido mostrar el arrepentimiento de los Sables Carmesíes y obtener el perdón del Imperio, pero esa sólo había sido la esperanza de un iluso. Con razón o sin ella, habían sido condenados por el Imperio, un reino duro y que jamás perdonaba, y Kranon sabía que jamás podrían volver a él. Intentando ser más realista, el Señor del Capítulo simplemente deseaba redimir el honor de los Sables Carmesíes quizás haciéndoles ser dignos de ser recordados.

Irónicamente, los únicos mensajes que los Sables Carmesíes transmitieron fueron confusos balbuceos y desvaríos lunáticos sin sentido, justamente lo que convencería al Imperio de que efectivamente se encontraban poseídos y perdidos para siempre.

Aunque el paso del tiempo se había convertido en algo desconcertante, Kranon sabía que habían pasado tres días desde su última batalla, una breve incursión donde él mismo mató al general enemigo, el líder renegado de los Invasores de Grimlod. Kranon sabía que hacía tres días de aquello porque las voces estaban volviendo, con un débil susurro, como un sonido de arañazos distantes que le obligaban a estar más y más pendiente de cada hora que pasaba. Habían sido incapaces de encontrar suficientes enemigos en aquel planeta estéril para acallar aquel murmullo demasiado tiempo.

Kranon se miró a sí mismo y a sus tropas. En este punto de la campaña, había perdido a más de doscientos de sus Marines Espaciales. Sin mundo natal y sin Neófitos formándose, no había modo alguno de reemplazar las bajas. Había más o menos otros cincuenta con los que el Capítulo no podía contar, pues no se les había visto en días. Según varios informes, uno de ellos reventó su servoarmadura convirtiéndose en un ser horrendo y monstruoso que ahora merodeaba por las cubiertas inferiores del Honor Rojo.

Fuera lo que fuera en lo que se había convertido, debía ser atrapado y enjaulado. Kranon sospechaba que varios de sus Bibliotecarios se habían vuelto muy inestables y se hallaban al borde de una transformación terrible. Su propio hermano de sangre fue encerrado en una celda y se negó a hablar con él, pues este le llamaba asesino traidor. Incluso la flota se volvió grotesca, con sus retorcidas agujas góticas ahora rodeadas de pinchos. Kranon estaba convencido de que los corredores que llevaban al puente de mando estaban hechos ahora de alguna clase de material orgánico. En ese momento, en el culmen de su desesperación y fracaso, Sevastus Kranon decidió que no quería seguir soportando tal martirio. Él quería sobrevivir.

Rotos en Cuerpo y Alma[]

En las profundidades del contaminado espacio que es el interior del Ojo del Terror, los Sables Carmesíes se desvanecieron y en su lugar surgieron los Masacre Carmesí. Con este acto final de traición renunciaban a cualquier alianza con el Imperio de la Humanidad o sus misiones, y en su lugar anunciaron que los renegados no servirían a nadie más que a sí mismos, además de la ruptura y baño de sangre que siguió a tal anuncio...

Nunca más Sables Carmesíes[]

Kranon se reunión con sus oficiales de mayor confianza y aquellos cargos de los Sables Carmesíes que estaban sobrellevando mejor la maldición. En ese escueto concilio se encontraban los Capitanes Rangald y Sherdon, el Sargento Veterano Draznicht junto al Capellán Okrak, y el Bibliotecario Jefe Mannon. Kranon expuso sus planes sólo a ellos. Afirmó que estaba decidido a encontrar una forma de acabar con la maldición y poder labrarse una vida en lugar de tener que buscar una forma de acabar con ella con honor. En muchos sentidos, era la aceptación final de su renuncia, intencionada o no, a formar parte del Imperio. Donde Kranon esperaba encontrar resentimiento, enfado y confrontación, sólo encontró una sensación de alivio mutuo. Cada uno de los líderes de los Sables Carmesíes allí reunidos también había sentido una leve punzada de arrepentimiento cuando se mentalizaron para sacrificar sus vidas. Seguían a Kranon debido a sus votos y por deber, los aspectos de sus vidas que habían guiado sus actos hasta entonces, pero ahora se sentían vacíos.

Cada uno de los mandos expuso su versión, justificando que ya no buscaban el martirio personal por todo aquello a lo que erróneamente se les había sentenciado. Ninguno de ellos, ni siquiera Kranon, hizo mención alguna de las voces del interior de sus mentes que les atormentaban de forma constante desde hacía algún tiempo. Era como si se estuvieran adueñando de sus mentes, deseando creer que las seductoras palabras que les susurraban sobre su inocencia fueran reales, y que todas sus decisiones habían sido realmente suyas.

Así dio comienzo una nueva etapa y cada vez un círculo mayor de confidentes comenzó a planear como atraer al resto del Capítulo al redil. También acordaron las mejores formas de lidiar con aquellos que insistían en permanecer fieles a sus promesas para con el Imperio y el Emperador. De una u otra forma, ya no volverían a ser Sables Carmesíes.

La Ruptura Carmesí[]

No fue hasta que todos los aspectos de su plan hubieron dado sus frutos que Sevastus Kranon dio la orden. El Capítulo había permanecido diez largos días sin combatir hasta que se abalanzaron sobre un pecio a la deriva y mutilaron a toda la chusma que en él habitaba. Tan vasta era la nave abandonada que tardaron tres días enteros en despejarla. A medida que los saciados Marines Espaciales retornaban de su última carnicería fueron convocados una vez más en el Gran Salón Sable del buque insignia, el Honor Rojo. Allí, escuadra tras escuadra, Compañía tras Compañía, todos formaron esperando escuchar las palabras de su líder.

A pesar de que sus armaduras estaban cubiertas de sangre y las vísceras aún colgaban de sus armas de combate, cada uno de aquellos superhumanos enfundados en servoarmaduras carmesíes estaba satisfecho. A bordo de la embarcación abandonada, un pecio llamado Esperanza Perdida, había cientos de peregrinos oscuros, adoradores de los Dioses Oscuros atraídos hacia el Ojo del Terror mediante falsas promesas de poder. Sus muertes habían ahogado las voces, al menos por el momento.

Kranon se dirigió a sus Hermanos de Batalla, preguntándoles cuánto tiempo habían combatido en el Ojo del Terror; ya les había dicho a todo el Capítulo lo increíblemente valientes que habían sido por seguirle hacia el lugar más horrible de la galaxia, ahora les pedía tener el valor suficiente para seguirle fuera de él. Kranon anunció que él ya no servía al Imperio, en su lugar buscaría alguna forma de curar la locura que había crecido en su interior. Les dijo que los Sables Carmesíes habían muerto, remarcando la condena emitida por los agentes imperiales contra ellos por sus actos en Umidia y Demetra. A partir de ahora, él lideraría la Masacre Carmesí.

Lo que siguió fue breve, pero sangriento. Para algunos de los Marines Espaciales este fue el golpe de gracia. Habían escuchado palabras de sedición y, mirando a su alrededor, vieron a aquellos que habían jurado destruir. El concilio de guerra de Kranon ya había estimado lo leales al Imperio que esos soldados podían ser y colocó a sus propios partidarios en las inmediaciones, con las armas preparadas y apuntándoles. Hubo menos conflicto del esperado, y todo concluyó rápidamente.

Una vez más, sus vidas habían cambiado para siempre, habían sobrepasado nuevos límites, habían tomado otra decisión de la que no había vuelta atrás. Y así fue que los miembros de la Masacre Carmesí dieron un paso al frente voluntariamente hacia la senda de la condenación.

Nuevos Desafíos[]

Kranon aprendió rápidamente que las presiones como líder de una partida de guerra renegada diferían enormemente de las que implicaban meramente comandar un Capítulo de Marines Espaciales. A pesar de los otros desafíos que implicaba, era mucho más peligroso. Si bien ya no se limitaba a los opresores dictados del Imperio ya no había un factor que unificara sus fuerzas, sin juramentos vinculantes ni lealtad a la que aferrarse... ¿Qué leyes deberían seguir los hombres cuando no había leyes? Para mantener a la Masacre Carmesí unida sólo estaba Kranon, el último plan que había desarrollado, y tanto botín y municiones como pudieran saquear. Los disturbios empezaron a las pocas horas de declararse a sí mismos como lo que el Imperio les había impuesto: renegados.

Bajo la dirección de Kranon, los oficiales y líderes reorganizaron las viejas compañías en partidas de guerreros más pequeñas. Estas resultarían ser más flexibles mientras los Masacre Carmesí se adaptaban a su vida fuera del Imperio. Se realizaron varios duelos por el derecho a liderar, y en la confusión que siguió, una partida de guerra considerable se hizo con la nave Orgullo de Rhoghon y desapareció de la flota. Estaba compuesta en su mayoría por restos de la Cuarta Compañía, liderada por su capitán, Dzarton. Parecía que habían estado planeando una operación de esta naturaleza desde hacía algún tiempo y la última transmisión efectuada por su nave antes de desaparecer en la Disformidad fue que se mantendrían como Sables Carmesíes y, en caso de reencontrarse nuevamente ya no serían hermanos, habría derramamiento de sangre.

Durante las batallas siguientes, asediando una base fortificada en la cara oculta de un mundo nocturno y capturando un carguero cuyos motores de Disformidad estaban en mal funcionamiento, varias escuadras más aprovecharon para desaparecer en el vacío. Por lo que Kranon pudo saber a partir de las lecturas psíquicas proporcionadas por Mannon, esos pequeños grupos se fueron para forjar sus propios destinos.

El flujo de deserciones fue un problema para Kranon ya que debilitaban su autoridad, aunque no eran tan peligrosos como aquellos que directamente amenazaban con acabar con su vida. La tradición no importaba a sus subordinados más ambiciosos, para los renegados el tomar lo que se desea y seguir al más fuerte era a lo único que atendían. El Capitán Barkman era el ex comandante en jefe de la Sexta Compañía de los Sables Carmesíes, las voces de su interior le habían convencido de su propia grandeza, de que su derecho era mandar sobre todos los Masacre Carmesí. Le susurraron que él era el más apto para liderar el asesinato, le dijeron que Kranon era demasiado débil. Barkman siempre había codiciado el puesto de señor del Capítulo y su promoción a tal puesto había sido ignorada múltiples veces. En solitario, realizó sus propios pactos oscuros con las voces, a las que prometió una montaña de cráneos por la bendición de su poder. A bordo del buque insignia, el Honor Rojo, Barkman se precipitó en la sala de mando y alzó su gran hacha sierra para desafiar a Kranon. Kranon no tuvo otra opción que aceptar, rodeado por un anillo de espectadores, esperando ver quién de los dos sería el más fuerte.

Kranon había combatido junto a Barkman por más de un siglo, tiempo durante el cual habían entrenado el uno contra el otro en varias ocasiones. Desde sus días como Exploradores de la Décima Compañía se habían enfrentado entre ellos en toda clase de variantes de combate cuerpo a cuerpo.

Pero esto no era un simulacro, pues ahora se batían en un duelo por sus propias vidas y por el liderazgo de los Masacre Carmesí. En una parodia del misterioso ritual de combate de los Sables Carmesíes, tanto Kranon como Barkman levantaron sus armas en una clase de saludo ceremonial antes de dar un paso atrás y hacer una reverencia. Entonces comenzó el duelo, Cada guerrero rodeaba a su adversario, Barkman iban tanteando su agarra del hacha sierra mientras Kranon agitaba la espada Imperator hacia adelante y hacia atrás para que los brillantes rostros daemónicos formaran patrones luminosos delante suyo.

Los dos eran cautos con su adversario. Ambos se encontraban entre los más destacados combatientes cuerpo a cuerpo del Capítulo, y habían entrenado lo suficiente el uno contra el otro para conocer las fintas, artimañas y tendencias que su adversario empleaba al combatir. Si esperaban que fuera como uno de sus combates del pasado se llevaría una sorpresa. Esto no era un combate por puntos para ver quien obtenía la mayor puntuación, esto era un combate a muerte. Con una velocidad antinatural para un guerrero de su envergadura, Barkman trazó una serie de brutales círculos con su inmensa hacha a dos manos intentando partir a Kranon en dos. La espada Imperator aulló como respuesta, con sus brillantes golpes que habrían agrietado el casco de un Land Raider. Una ráfaga de golpes tan contundente habría cansado las extremidades hasta del más poderoso Marine Espacial, pero alguna clase de poder de la Disformidad corría por sus venas y ninguno de los contendientes perdió velocidad.

Después de haber estimado el poder de su rival, Kranon pasó al ataque. Con su espada despidiendo cada vez un brillo más intenso, Kranon hizo retroceder a Barkman antes de realizar una escisión en la servoarmadura de su viejo camarada, cercenando limpiamente el brazo derecho de su oponente hasta el codo. Con un sonido metálico, el hacha de Barkman cayó, con el zumbido de sus metálicos dientes rechinando arañando la cubierta de la nave hasta quedar atascada. Si Barkman esperaba misericordia de su comandante en jefe, no la obtuvo. Con empuje para ganar impulso, Kranon se giró para dar el golpe final, partiendo en dos verticalmente a su adversario, desde el yelmo hasta la ingle. Por un segundo, Barkman permaneció inmóvil, pero poco a poco sus dos mitades se separaron y cayeron húmedamente a ambos lados. A pesar de la insistencia de las voces, durante un largo periodo tras este combate nadie más osó desafiar a Kranon.

Cultos de la Masacre Carmesí[]

No pasó mucho tiempo hasta que el rumor de las sangrientas matanzas de los Masacre Carmesí se extendiera como la pólvora a través de la inmensidad del Imperio. Los desesperados y abandonados se aferraron a las historias, queriendo ser parte de algo que pudiera hacer frente al más duro régimen que la humanidad haya conocido jamás, el Imperio. Otros, los más viles y depravados de ellos, se unieron a los Masacre Carmesí cuando vieron lo fuertes que eran estos renegados. En el 41º milenio, donde la guerra es una forma de vida, vale la pena aliarse con la facción más fuerte y así lo hicieron los cultos que se dispusieron a adorar a los renegados carmesíes. Para ellos, la Masacre Carmesí era la manifestación de los Dioses Oscuros en sí misma.

Millones de mutantes, exiliados y bandidos de las ciudades-colmena han ido en partido solo para postrarse ante el más poderoso de los Capítulos renegados, la Masacre Carmesí. Aunque muchos no pudieron llegar a hacerlo. La galaxia es un lugar peligroso, y así como el Imperio es inmisericorde con tales traidores, peores son los Marines Espaciales del Caos. Muchos cultistas son asesinados nada más aparecer, masacrados por placer, rituales o capricho de los renegados. Unos pocos, sin embargo, han encontrado a los Masacre Carmesí y forman parte de ellos, al menos hasta que su ingrata existencia ya no es de ninguna utilidad. El Culto de los Discípulos Rojos, los miembros del Baño de Sangre y los Perros Mugrientos son algunos de los miles de cultos que sirven a las órdenes de los Masacre Carmesí.

Rabiosos y Poseídos[]

Aquellos Sables Carmesíes que mejor aceptaron las mutaciones disformes aportadas por el Caos se convirtieron en Poseídos, con sus cuerpos actuando como contendor de una o más entidades daemónicas. Estos individuos completamente corrompidos sufren mutaciones extremas y les surgen miembros tales como alas, garras bestiales o pinzas afiladas. Infectos y grotescos, el aire se espesa a su alrededor como si contaminaran la propia realidad con su presencia. De entre todos los Masacre Carmesí, ellos son los más mancillados por la Disformidad, y los antinaturales aullidos guturales que profieren mientras avanzan a toda velocidad por el campo de batalla son como un hechizo de muerte y condenación para todos aquellos incautos que tienen la desgracia de escucharlos.

Mientras que la mayoría de las partidas de guerra de Marines Espaciales del Caos sólo cuentan con unos pocos de estos guerreros habitados por entidades daemónicas entre sus filas, los Masacre Carmesí han sido bendecidos por los Dioses Oscuros, de hecho, tan fuerte es el efecto sobrenatural que rodea a estos renegados que durante el combate algunas de sus escuadras albergan tanto poder daemónico que sus cuerpos se retuercen y cambian. Durante una serie de sangrientas invasiones por el espacio real, a sus oponentes les parecía estar enfrentándose a un ejército entero de asesinos mutantes y, mientras que la mayoría de Poseídos se entregan de forma permanente a tal desquiciado estado, este no parece ser el caso de los Masacre Carmesí. Horas o días después de saciar su sed de sangre, algunos de ellos se libran del espíritu que les posee y revierten su estado, al menos parcialmente, volviendo a su estado anterior.

Salvación en el Esperanza Perdida[]

Con el fin de labrarse una existencia como renegados, los Masacre Carmesí necesitaban establecerse en el territorio más peculiar y hostil de la galaxia. Para sobrevivir, tuvieron que combatir su propia locura, establecer un nuevo mundo natal y realizar nuevas y extrañas alianzas en el interior del Ojo del Terror. Ya no eran perros falderos del Imperio, y aprendieron a tomar todo aquello que necesitaron.

A pesar de que los Masacre Carmesí no querían terminar sus días con la búsqueda del sacrificio adecuado, había muchas posibilidades que finalmente fuese eso lo que ocurriera. Con su número cayendo en picado por la cantidad de bajas y deserciones, su fuerza menguaba rápidamente, su flota había sufrido daños, muchas naves anunciaban combates contra naves espaciales hostiles y habitantes monstruosos que acechaban en el vacío había por los alrededores del Ojo del Terror. Desesperados por acallar las voces de sus cabezas, los Masacre Carmesí no podían demorarse mucho entre batalla y batalla y esto les obligó a esta en constante movimiento, siempre buscando un nuevo lugar para asesinar y poder evitar su caída en una locura de la que no había retorno.

Antes de su excomunión, los Sables Carmesíes habían sido autosuficientes, como todos los Marines Espaciales eran capaces de permanecer en servicio y mantener su armamento y su flota. No importaba a donde les ordenaran ir a lo largo de la galaxia, tras ellos se encontraban todos los recursos de su mundo natal cuando volvían al sistema Brakatoa. Desde Drogsh, como previamente los fue Rhoghon, les llegaba un suministro constante de reemplazos mejorados genéticamente. Debido a la constante competitividad de los reinos feudales de su sistema, estos les daban los mejores aspirantes posibles para ser aceptados en los Sables Carmesíes.

Lo que los Sables Carmesíes no podían obtener de su propio sistema solar les hera proporcionado por un Imperio en constante expansión. Era labor de su Capítulo seleccionar un diezmo de los mejor dotados de entre los seleccionados por el Scholastica Psykana e instruirlos en los edictos del Codex Astartes para que un día fueran bibliotecarios o quizás formaran su propio coro psíquico. Para mantener su flota, los Sables Carmesíes enviaban a los mejores candidatos a Marte para ser entrenados en la senda del Dios Máquina y si la necesidad lo requería podían solicitar ayuda de los mundos forja. Pero nada de eso quedaba ahora.

Kranon y los Masacre Carmesí aún debían aprender las normas básicas de su nueva existencia: nada le es dado a un renegado, todo debe ser tomado por la fuerza.  

Asaltantes rojos del Más Allá[]

Hace años, Kranon fue ascendido a señor del Capítulo no por su destreza o su pericia táctica, si no por sus dotes de liderazgo. Ahora, sacudiéndose toda la desgracias que se habían cernido sobre él desde Umidia, se había convertido en parte de la acción una vez más. Ahora era Kranon el Implacable y estaba por doquier.

Regresaron al pecio espacial abandonado conocido como Esperanza Perdida y convirtieron al enorme coloso en su base de operaciones. Aquellos que no trabajaron en el pecio fueron enviados a realizar horribles asaltos para aliviar su locura con cualquier víctima que pudieran descuartizar. Muchas veces estos renegados Marines Espaciales atravesaban el Ojo del Terror de vuelta a la Puerta de Cadia y allí acechaban a sus presas: peregrinos oscuros o viajeros extraviados, les era indiferente. A su regreso, intercambiarían sus puestos con sus camaradas, ayudando a reformar el Esperanza Perdida mientras sus hermanos realizaban sus propias y sangrientas cosechas. Fue durante este periodo que los Masacre Carmesí empezaron a abandonar el Ojo del Terror volviendo poco a poco al Imperio, trayendo con ellos la ruina.

Cuánto duró esta nueva rutina es algo que nadie sabría contestar, pero lentamente, el Esperanza Perdida se fue acercando más y más a convertirse en una base defendible. Los tecnomarines y sus servidores trabajaron sin descanso, sin quitarse jamás sus servoarneses. Sus habilidades con la mecánica ya se estaban alterando en este peculiar entorno, pudieron comprobar que podían obligar a las energías vivas de la Disformidad a enlazarse con el metal. Kranon observaba a su tripulación de apoyo en la cubierta, su equipo de meca-dendritas retorciéndose como serpientes que vivían sobre sus espaldas. El se habría compadecido de ellos si quedara algo que se pudiera llamar compasión en su interior. En su lugar les instó a trabajar más rápido aplicando para ello los medios que fueran necesarios.

Había sido la intención de Kranon de llenar muchas de las grandes bodegas del pecio con prisioneros, que podrían ser empleados como esclavos y servidores para ayudar a los Masacre Carmesí en sus labores. Había espacio de sobre para trabajar en el pecio, ya que era de un tamaño imponente, compuesto por casi una docena de naves espaciales de diferentes clases de cargueros que se fusionaban mediante algún tipo de fusión disforme. El problema surgió con la obtención de prisioneros, los Masacre Carmesí eran asesinos que necesitaban matar en el momento, ansiosos destructores de hombres capaces de desencadenar los mayores genocidios hasta en los planetas más densamente poblados. Pero como esclavistas eran menos disciplinados incluso que los Orkos, pues preferían matar a sus presas. En el mejor de los casos los Masacre Carmesí podían realizar saqueos después de aniquilar a todas las criaturas vivas a su alcance. Aunque ahora por fin disponían de una base de operaciones Kranon sabía que los Masacre Carmesí no disponían de la capacidad de mantenerse por sí mismos. Incluso mientras discutía sobre el próximo paso de sus acciones con las voces de su mente, los augurios empezaron a zumbar y las sirenas gemían a modo de advertencia. Con lo descomunal que era el Esperanza Perdida, quedó en nada en comparación con la nave que se materializó junto a él.

Tratos con el Progenitor[]

Desde los huecos y orificios del pecio, los Masacre Carmesí contemplaron la monstruosidad que era la nave. Parecía una ciudad-colmena suspendida en el vacio más que una nave creada para realizar viajes. Escapar era imposible ya que el pecio no disponía de motores de Disformidad y podría hacer poco más que viajar a la deriva alrededor de la región por la que se encontraba. Kranon se preparaba para un asalto cuando sus sistemas de comunicación percibieron una transmisión entrante. Fabius Bilis anunciaba su llegada y deseaba encontrarse con Kranon.

Un antiguo y malvado personaje, Fabius Bilis era uno de los villanos más legendarios de los que habían acosado al Imperio. Era un trozo de historia viviente, de la mítica época cuando las primeras Legiones de Marines Espaciales traicionaron al Emperador durante la Herejía de Horus. Bilis era incluso un renegado para los propios traidores y las historias de sus experimentos y sus creaciones alteradas eran conocidas por todos los Marines Espaciales. El propio Imperio había alertado a todos los Capítulos de Marines Espaciales de la amenaza que era Fabius Bilis, pues se sabía que buscaba acceso a la semilla genética, utilizando ardides y asaltos letales para lograrlo.

Rodeado de imponentes guardaespaldas, Fabius Bilis se dirigió a la desastrosa cubierta del Esperanza Perdida. Era increíblemente viejo y aun así se movía con una gracia sinuosa y un aura amenazante le rodeaba. Bilis era muy poderoso, tras haber vendido sus experimentos genéticos a comandantes rebeldes durante milenios había formado su propio ejército. El hogar de Bilis, según se creía un antiguo mundo exodita Eldar en lo más profundo del Ojo del Terror, estaba plagado de tecnología antigua, muestras genéticas y los más abominables de sus Nuevos Hombres. Los hundidos ojos de Bilis destellaban con un fulgor rojizo mientras hablaba de sus últimos trabajos y sus aspiraciones, diciendo que la gestación en cubas de hoy era la victoria del mañana.

Fabius Bilis, “El Progenitor”, era el mayor experto en clonación y genética. A pesar de haber permanecido atrapado milenios estudiando la elaboración de la carne, era cuanto menos intrigante. A través de su red de alianzas y promesas, Bilis no sólo había sobrevivido a las mayores guerras que tuvieron lugar en el Ojo del Terror, si no que prosperó. Bilis ha traicionado a tal cantidad de superiores que debería haber muerto miles de veces pero siempre se ha asegurado la protección de otros benefactores incluso más poderosos. Con su ejército de guerreros mejorados, Fabius Bilis podía alcanzar todo aquello que deseara pero el viejo científico se percató de que podía obtener mucho más mediante la realización de tratos. Lo que deseaba era la semilla genética.

Kranon se sorprendió de lo que Fabius Bilis ya sabía de los Sables Carmesíes. Con palabras melosas, Bilis les dio la enhorabuena, alabando su decisión. Pero Bilis les ofreció algo más que un mero encuentro, les ofreció ayuda. Sin que se lo dijeran, Bilis ya sabía lo que Kranon podría desear más: la capacidad para crear más Marines Espaciales. La partida de guerra de Kranon tenía menos de la mitad de miembros que en los mejores momentos de los Sables Carmesíes. Con la pérdida de su mundo natal, había perdido la capacidad y tecnología necesaria para obtener más tropas. Fabius Bilis podía remediar aquello, pero solo a un precio. Las promesas y pactos fueron fáciles de aceptar para Kranon pero en lo demás era complicado, cuando le entregó a Bilis a aquellos Sables Carmesíes que rechazaron su causa, les condenó a un destino horrible y espeluznante. Kranon vació sus dominios de todos aquellos ex-camaradas exceptuando a su hermano de sangre. E incluso aquella pequeña muestra de compasión no duraría demasiado.

Malditos como nunca antes[]

Cuando las partidas de guerra de la Masacre Carmesí volvieron al espacio real desde el Ojo del Terror, lo hicieron para lanzar una serie de cortos pero letales asaltos. Se llevaron a cabo algunos saqueos durante tales incursiones aunque el objetivo principal de las mismas para los asaltantes era simplemente acallar las voces que les acosaban.

Fueron Mannon y Draznicht quienes eligieron los lugares que los Masacre Carmesí atacarían, pues ambos habían sido bendecidos con el don del pre- conocimiento. Kranon insistió en que todos fueran objetivos de fácil acceso y que estuvieran pobremente defendidos en vez de objetivos de gran valor. A pesar de haber elegidos destinos apartados, no hubo victorias fáciles. Incluso las lunas más pequeñas estaban equipadas con sistemas de auto-defensa y todas las tropas de defensa planetarias a las que se les daba tiempo suficiente para enfrentarse a ellos y desplegar sus numerosas fuerzas habían demostrado ser letales.

Estas incursiones eran diminutas en comparación con los ataques genocidas de su antiguo Capítulo pero su efecto era mucho más aterrador. Esto era debido, en parte, a los extraños fenómenos que se desarrollaban durante sus masacres. Cuando se materializaban fuera de la Disformidad, los renegados no lo hacían solos, las voces que les acosaban no estaban sólo en el interior de sus mentes. Manifestaciones extrañas y perturbadoras les seguían a cada paso mientras iban metódicamente acribillando cada alma que encontraban. Al principio, los renegados pensaban que las risas chillonas y los gritos de dolor estaban sólo en el interior de sus mentes pero se dieron cuenta de que su locura se extendía en oleadas a su alrededor. Antiguamente, sus enemigos habrían huido antes de que comenzara la carnicería, ahora estaban tan atemorizados que muchos ni siquiera eran capaces de escapar. Las luces parpadeaban con luz mortecina en su presencia, los objetos empezaban a supurar sangre o levitar. Con sus ojos encendidos en un aura siniestra, eran la encarnación de la muerte. Con el tiempo, estos sucesos paranormales solo intensificaron su efecto.

La Masacre Carmesí Desenfrenada[]

Con una base de operaciones establecida y un sistema para reponer sus bajas, Kranon estaba al fin preparado para desencadenar la fuerza de la Masacre Carmesí al completo sobre el Imperio. Y no era sólo venganza lo que movía a los renegados, buscaban la forma de reclamar su cordura, de silenciar las voces de sus mentes para siempre.

Se desconoce cuánto tiempo llevó a los Masacre Carmesí acondicionar su base del pecio espacial, ya no guardaban registros y el paso del tiempo era algo impredecible para ellos, pues se encontraban en el interior del Ojo del Terror rodeados de su aura de Caos y desorden. En verdad se perdieron muchas décadas en dicha labor y durante ese periodo los renegados continuaron realizando incursiones, tanto en el Ojo del Terror como en el Imperio.

A lo largo de la inmensidad de los territorios del Emperador (más de un millón de mundos habitados en aquella inmensa galaxia) estas escaramuzas eran raramente percibidas por el propio Imperio al completo. Esta era una época de guerra y tales batallas y pérdidas de vidas ocurrían por doquier en los cinco segmentums. A pesar del escaso número de involucrados había una creciente preocupación, ya que las incursiones de los Masacre Carmesí eran llevadas a cabo por entre unos cincuenta y cien Marines Espaciales del Caos pero el daño que estos infligían era salvajemente desproporcionado.

Muchos de los inhumanos enemigos del Imperio causaban daños desastrosos o perpetraban actos de terrible sadismo. Sin embargo, las incursiones de los Masacre Carmesí estaban siempre destinadas a generar una atención especial; en primer lugar, son Marines Espaciales del Caos (un enemigo amargo para el Imperio y por los que los agentes imperiales harán todo lo necesario para encontrarlos, pues odiaban admitir el hecho de que sus mejores y más leales guerreros eran susceptibles a la herejía; en segundo lugar, había algo mucho más siniestro en estas incursiones, informes obtenidos de video-grabaciones, ya que testimonios de supervivientes era algo bastante infrecuente, mostraban que estos asesinos sedientos de sangre estaban impregnados por las místicas fuerzas de la Disformidad, acompañados en batalla por terribles fuerzas fantasmales.

Los renegados de rojizas armaduras dejaron tras de sí no sólo un reguero de sangrientas matanzas sino también otro tipo de corrupción: aullidos y crujidos de huesos flotaban a su paso, maléficos poltergeists seguían teniendo lugar mucho después de que los Masacre Carmesí dejaran el lugar. Estos signos de alguna clase de maldición disforme, que se estaban volviendo cada vez más comunes en el 41º milenio, eran normalmente características de un tipo distinto de incursión. Sobre el mundo agrícola de Grunald, los Masacre Carmesí destruyeron comunidades enteras antes de partir pero su presencia maldijo las cosechas, marchitándolas, y haciendo morir de hambre a un continente entero. El ataque que quebró el bunker centinela de la luna de Tarkus había dejado una serie de cráteres irregulares que, al ser observados desde la órbita, formaban la enorme silueta de una estrella de ocho puntas.

Cazadores de brujas del Ordo Hereticus estudiaron el sangriento reguero dejado por los Masacre Carmesí, teorizando que este era en verdad el retorno de los corruptos Sables Carmesíes

Nuevas Incorporaciones[]

Los Capítulos de Marines Espaciales realizan reclutamientos buscando a los guerreros innatos más capaces de la Humanidad. Esto es por lo que los Capítulos realizan este proceso en mundos feudales y letales, donde la supervivencia no es un derecho de nacimiento sino un logro solo al alcance de los más fuertes y capaces. Los Sables Carmesíes habían reclutado a sus guerreros a partir de planetas feudales, mundos donde la guerra entre rivales aumentaba su competitividad y aseguraba que los supervivientes serían excelentes candidatos a Marines Espaciales. Ahora, como Masacre Carmesí, Kranon trató de emular su antiguo estilo de reclutamiento y entrenamiento. 

Con la ayuda de Fabius Bilis se instalaron enormes laboratorios por todo el Esperanza Perdida. Fila tras fila de cubas químicas contenían los órganos que serían trasplantados a los aspirantes para convertirlos en iniciados. Las primeras escapadas de Kranon al espacio real para realizar reclutamientos en mundos salvajes fueron pobremente ejecutadas ya que los renegados acababan masacrando a todos los habitantes o estos demostraban resistirse demasiado a ellos como para pasar las primeras etapas del proceso. Afortunadamente, había una forma mejor y ya de camino hacia el Esperanza Perdida.

Los Masacre Carmesí se habían labrado una reputación en el interior del Ojo del Terror, así como en el exterior. Múltiples bandas de cultistas y enclaves menores de Marines Espaciales del Caos les recordaban con angustia, recordando sus brutales ataques durante las Guerras  entre  Renegados, pero muchos más cultistas estaban acudiendo en masa para servir bajo el estandarte de los Masacre Carmesí. En todas las sociedades humanas, el poder tiene un atractivo poderoso pero en ningún sitio es tan fuerte como en el Ojo del Terror. Muchos de estos peregrinos oscuros se unieron entre ellos y dejaron atrás al represivo Imperio, buscando una nueva vida y tratando de llegar a algo por sus propios medios. La mayoría sufría muertes horribles sirviendo como dianas o entretenimientos para renegados y Daemons. Sobrevivir en este entorno requiere habilidad, tenacidad y ciertas tendencias psicóticas, las mismas que pueden llegarse a dar en los más salvajes mundos letales.

Algunos de los novicios que lograron llegar al Esperanza Perdida eran lo suficientemente jóvenes como para recibir los implantes a pesar de tener que demostrar su valía al comienzo del proceso. Aquellos que pasaron demasiado tiempo expuestos a la Disformidad estaban demasiado contaminados para aceptar los órganos paro aun así se les dio un uso, otros fueron convertidos en servidores o se les incorporó a las filas de cultistas a los que se les permitía compartir la causa de la Masacre Carmesí.

Masacre y Salvación[]

Cuando los Masacre Carmesí volvieron a recuperar su número, Kranon supo que había llegado la hora de realizar una incursión a gran escala en el Imperio. Había muchas razones para llevarla a cabo: era una demostración de fuerza, era un ataque en venganza contra aquellos que les traicionaron y servirían para acallar las voces por un tiempo. Había otra razón que Kranon no había compartido con las tropas; él buscaba acallar las voces para siempre y había encontrado al fin una pista prometedora. Siguiendo las visiones de la Disformidad de su bibliotecario jefe Mannon, Kranon trató de aprender todo lo que pudo sobre el misterioso artefacto conocido como Piedra del Fuego Infernal. Las voces de su cabeza temían este artefacto, redoblando sus esfuerzos por llenar su mente de murmullos para que fuera difícil pensar con claridad. Esto llevó a Kranon a creer que seguía el camino correcto, sabía que la ubicación de la Piedra del Fuego Infernal debía de estar en alguna parte del borde sur galáctico. Kranon dio la orden de concentrar a todas sus partidas de guerra, continuar reclutando adeptos para engrosar las filas de  la Masacre Carmesí y preparar la flota para el combate. Así comenzaron los disturbios en alrededor de una decena de mundos cercanos a  la Región Velada. Estas no eran incursiones, eran invasiones a escala planetaria que se extendían a una velocidad vertiginosa. El primero en sufrir la matanza fue Verdfall; en los viejos cuadros de mandos y augures que Kranon había conseguido el planeta aparecía como bajo dominio del Imperio, por lo que los Masacre Carmesí se sorprendieron cuando se encontraron con los Orkos. El mundo había caído recientemente en manos de los pieles verdes y los xenos estaban aún ocupados desguazando todo lo que encontraban para sus propios fines.

A los pocos minutos de que su flota se materializara y acercara a la órbita de Verdfall, los Masacre Carmesí lanzaron un asalto en ocho frentes simultáneamente. Habían seleccionado sus zonas de aterrizaje alrededor de las zonas más densamente pobladas, algo mucho más complicado de lograr con los Orkos que con los ciudadanos imperiales. 

Esta era la primera vez que los Masacre Carmesí iban a la batalla fuera del Ojo del Terror, no en escaso número para realizar incursiones, si no con la misma cantidad de efectivos que con su antiguo Capítulo. El efecto fue impresionante, quizás fuera por su número o por el salvajismo mostrado en su asalto pero fuese por la razón que fuese la actividad paranormal se intensificó. Un fuego siniestro brillaba en sus ojos y coronas de energía chisporroteante envolvían sus cascos con cuernos.

Su fuego de bólter dejaba extrañas trazas incandescentes en el aire y los casquillos gritaban al tocar suelo. Espectros surgían de sus sombras y chillidos discordantes aullaban ante la cercanía de los renegados de armaduras rojas.

Paralizados por el miedo, los gretchins se deshacían de sus armas y se enterraron bajo los escombros del campo de batalla. Con una ofensiva lacerante los Masacre Carmesí comenzaron su ofensiva y hasta las peñas de Orkos más valientes sufrieron el embate y empezaron a desmoronarse. Fueron perseguidos sin piedad y masacrados por millares. Tras días y noches de masacre ininterrumpida, los combates finalizaron y los Masacre Carmesí retornaron a sus naves en la órbita.

Los cuerpos destrozados de Orkos y los ardientes restos de vehículos lo poblaban todo. No había signos o lecturas que indicaran que la Piedra del Fuego Infernal se encontrara en Verdfall. Al menos por ahora las voces estaban en silencio y, mientras, Kranon planeaba el siguiente ataque.

Conflicto con los Ángeles[]

La búsqueda de la Piedra del Fuego Infernal continuaba, lo que dio lugar a una cadena de masacres a lo largo del Imperio. Incapaces de descubrir la ubicación del antiguo artefacto que les libraría de su maldición, los Masacre Carmesí descubrieron en su lugar el secreto que los Ángeles Oscuros habían guardado durante diez mil años.

Una gran enemistad y amarga rivalidad había entre ellos, a lo que siguieron múltiples batallas. Los ataques de los Masacre Carmesí estaban muy bien documentados, aunque el Imperio censurara dicha documentación posteriormente. La remota situación de los planetas a lo largo del borde sur de la galaxia junto a la velocidad con la que se realizaban las masacres significaban que para cuando alguna medida de represalia era enviada para rechazarles, los Masacre Carmesí hacía tiempo que se habrían ido del lugar. Sólo la rápida capacidad de respuesta de los Marines Espaciales era adecuada para responder a este tipo de veloces asaltos.

Hasta el momento, ninguna fuerza de Guardia Imperial ni fuerza de defensa planetaria habían sido capaces de resistir la furia de sus ataques. Los Adeptus Astartes fueron alertados y fuerzas de varios Capítulos acudieron en la región.

Un Oscuro Secreto[]

Una y otra vez los Masacre Carmesí se materializaban desde la Disformidad para causar estragos pero Kranon seguía sin dar con su verdadero objetivo, la Piedra del Fuego Infernal. Había aún miles de potenciales planetas en los que buscar en aquella distante región y al menos tenía una pista, aunque esta fuera grotesca. Cientos de víctimas de su última masacre poseían la misma rabia que ellos; al principio Kranon se pensó que sería simplemente un culto más, que sin duda se habían encontrado con la horma de su zapato ya que de hecho sus propios cultistas portaban símbolos y mutilaciones mucho más siniestras. Pero Mannon, una vez maestro bibliotecario de los Sables Carmesíes, anotó los símbolos que se habían manifestado sobre sus víctimas solo tras la llegada de los Masacre Carmesí. Parecían ser una señal de la Disformidad, como si algo tratara de ayudarles.

Efectivamente, una vez desollados y tendidos sobre el suelo, todas las laceraciones resultaron ser un mapa hecho de piel. Los símbolos y signos sobre ella eran coordenadas, que les condujeron a una desolada luna, un páramo arrasado cubierto de cráteres. Los escáneres no revelaron energía arcana alguna. Kranon dudaba de que fueran a encontrar la Piedra del Fuego Infernal en aquel lugar pero los augures revelaron la presencia de dos criaturas, las únicas que habitaban aquel astro. Ansioso por descubrir el significado del mapa que había sobre las pieles, Kranon se teleportó con su escolta de Exterminadores para investigar.

Las ruinas de antiguas estructuras alienígenas revelaron que la luna había servido como un puesto de avanzada pero qué tipo de xenos había albergado era algo que se desconocía. Rastreando las ruinas, doblaron una esquina y se encontraron de frente con las dos figuras que buscaban.

Ambos estaban equipados con una servoarmadura y sobre ella uno portaba una larga túnica que les envolvía, ajustada con cuerdas. Asombrados por ver intrusos en aquel lugar tan desamparado, no dudaron en cargar sus armas y abrir fuego, disparando con una velocidad y precisión asombrosas. La lucha fue breve. Tras perder a cinco Exterminadores, Kranon finalmente logró capturar al enemigo de negra armadura con vida. El guerrero de la túnica, cuyas pistolas gemelas habían causado la mayor parte de las víctimas, había logrado evadirse y desapareció misteriosamente de la luna. Enfadado por el esfuerzo derrochado, los renegados y su cautivo regresaron a la flota y llevaron al prisionero ante Mannon para interrogarle. En su búsqueda de un objeto escondido encontraron un secreto que llevaba oculto desde hacía diez mil años.

Cuando el prisionero cedió ante las sondas mentales y otros métodos más persuasivos, Mannon pudo revelar mucho más de lo que en verdad tenían ante ellos. El nombre de este guerrero era Turiel, y en su distante pasado había sido un Ángel Oscuro. Acerca de su acompañante, el que escapó, dijo muy poco. Descubrieron que el guerrero de la túnica simplemente había llegado antes que los Masacre Carmesí a la luna, pues poseía alguna especie de sexto sentido para el peligro y había instado a Turiel a escapar. Hubiera sido mucho mejor para él si lo hubiera hecho.

Aparentemente sin edad concreta, Turiel había recorrido la galaxia a lo largo de toda su vida, luchando como mercenario e incluso apoyando a otros renegados fuera del Ojo del Terror. Sin embargo, se había arrepentido de sus actos y buscaba redimirse en una vida solitaria lejos, en el distante borde galáctico. En sus viajes, él también había oído hablar de la Piedra del Fuego Infernal, estimando su ubicación. En un intento desesperado por liberarse del pecio Esperanza Perdida, Turiel reveló dónde sospechaba que podrían encontrarse otros Caídos.

Venganza Oscura[]

Kranon estaba rabioso por lo que esta información le reveló. Su propio Capítulo había sido excomulgado debido a un malentendido y mientras el Imperio seguía cubriendo de elogios a los culpables de la Primera de las antiguas legiones. Que los Ángeles Oscuros también se vieran envueltos en el cisma que tuvo lugar en el pecio "Amalgama", que fue lo que empezó a destrozar al Capítulo de los Sables Carmesíes, era ya demasiado. La Piedra del Fuego Infernal podía esperar.

Ahora que sabía su secreto, atraer a los Ángeles Oscuros al combate sería algo sencillo, pero Kranon quería mostrar algo a los Ángeles Oscuros que estos jamás olvidarían. Mientras pequeñas partidas de guerra fueron enviadas para capturar a los Caídos de los que hablaba Turiel, Kranon preparaba la trampa. Encontró lo que andaba buscando en un mundo de la Eclesiarquía fundado recientemente llamado Conmemoración de Stern. Sin previo aviso, los Masacre Carmesí atacaron Conmemoración de Stern con una salvaje brutalidad. No había lugar al que las masas pudieran escapar y oleadas de Ingenios Daemónicos y Brutos Infernales recorrieron las calles, aplastando a sus víctimas a cada paso. Las campanas de diez mil catedrales tronaron pero su clamor no fue de ayuda para los que ya estaban condenados. La escasa resistencia de las fuerzas de defensa planetaria y las escasas escuadras de honor de las Adepta Sororitas no frenaron las macabras labores de los Masacre Carmesí. Sólo cuando el último de los habitantes de aquel mundo cayó pudieron los renegados avanzar hasta el siguiente paso de su plan, amontonando los cadáveres en las catedrales. Los cadáveres fueron apilados hasta llegar a los enormes techos abovedados, como si fueran macabros montones de trofeos.

Cuando todo estuvo preparado, Kranon ordenó a sus hechiceros enviar un mensaje a los Ángeles Oscuros, un vector telepático que incrustaría, mediante quemaduras, las coordenadas en la carne del que recibiera el mensaje. Pero no sólo envió un mapa, pues el mensaje también mencionaba a uno de los Caídos que podría ser encontrado allí y se burlaba de los Ángeles Oscuros por sus sucios secretos. Entre todos los cadáveres apilados en Conmemoración de Stern, Kranon dejó a uno de los Caídos recientemente capturado, quería garantizar a sus enemigos que él sabía de su oculto pasado. La trampa estaba colocada, el planeta vacío, volviendo a la Disformidad a la espera de su enemigo. Sabían que no tardarían en llegar. En poco tiempo, el crucero de ataque Orgullo de Caliban de los Ángeles Oscuros se materializó en el sector y se acercó con cautela a la órbita. Dos Thunderhawks se lanzaron para desplegar las fuerzas de la Quinta Compañía. Kranon les dio tiempo para descubrir y apreciar el verdadero horror que los Masacre Carmesí habían dejado antes de que accionara su trampa.

Una enorme cantidad de cápsulas de desembarco entraron en la atmósfera, desplegando rápidamente a los Masacre Carmesí. Antes de que los Ángeles Oscuros pudieran reaccionar, se encontraron rodeados. Allí, rodeados de enormes edificios de piedra y calles sinuosas, tuvo lugar la batalla. El número y ferocidad de los renegados no tenía comparación, los Ángeles Oscuros se replegaron, luchando para escapar de aquellas angostas calles. A pesar de que pudieron capturar al Caído conocido como Attias el Feroz, perdieron a muchos de sus hermanos de batalla, incluyendo a Zadakiel, el señor de la Quinta Compañía.

La Batalla del planeta Desembarco de la Perdición[]

Kranon volvía a disponer de los Masacre Carmesí en su búsqueda de la Piedra del Fuego Infernal. Su devastación forjó un rastro de sangre y destrucción pero sin encontrar el artefacto todavía. Mientras, otra fuerza les seguía de cerca.

Los Ángeles Oscuros habían jurado venganza contra los renegados. Aparentemente esto era a causa de la pérdida del comandante de la Quinta Compañía, pero en verdad era una necesidad irrefrenable por destruir a todo aquel que supiera de su oscuro secreto. Implacable fue su caza, y sobre una docena de mundos devastados por los Masacre Carmesí, los Ángeles Oscuros llegaron para presentar batalla. Muchas eran pequeñas escaramuzas pues los Ángeles Oscuros iban pisando los talones a las fuerzas renegadas, que escapaban de nuevo a la disformidad. Fue en el planeta Desembarco de la Perdición que los Ángeles Oscuros rastrearon con más ímpetu a los Masacre Carmesí. Y fue en el Desembarco de la Perdición que Kranon encontró aquello que estaba buscando: la Piedra del Fuego Infernal.

Para completar el ritual, Kranon necesitaba encontrar un antiguo altar y sacrificar sobre él un Marine Espacial leal. Se desarrollaron muchas escaramuzas cuando los Ángeles Oscuros descubrieron lo  que  pretendían, intentando impedírselo. Las dos fuerzas chocaron una contra la otra sin que ninguna cediera terreno. Motoristas del Ala de Cuervo se enfrentaron a los Destructores de Draznicht, Elegidos que llevaban combatiendo a su lado desde que liderara la Primera Compañía de los Sables Carmesíes.

Aunque Kranon estuvo cerca de tener éxito, en el último momento la victoria le fue arrebatada cuando su prisionero Ángel Oscuro se sacrificó a sí mismo de forma heroica para evitar que los Masacre Carmesí completaran su ritual. Con amargura y superados en número, los Masacre Carmesí regresaron a la Disformidad.

Una Oscura Revelación[]

Tras las batallas contra los Ángeles Oscuros, la flota de la Masacre Carmesí volvió al Ojo del Terror. Kranon estaba furioso. Luchó por contener la rabia y, sobre todo, a las voces. En medio de la batalla, el baño de sangre le proporcionó unos extraños momentos de lucidez y entonces tuvo una revelación. Le estaban usando y además de forma descarada.

Fue algo que percibió cerca de Desembarco de la Perdición, cuando intentaron bañar la Piedra del Fuego Infernal con la sangre del Marine Espacial pudo sentir como los cielos se oscurecían y las voces de su interior se agitaban y exaltaban. No era miedo lo que estas sentían por el ritual, si no una alegría tremenda. Las palabras que salieron de Kranon durante el apogeo del ritual no fueron las suyas, ni siquiera sabía en qué idioma habían sido dichas, pero le pareció haber escuchado esas palabras en el pasado. En Umidia, los cultos Balethu gritaban dichas palabras, en un intento por convocar daemons de su dios patrón, Khorne, pero se les negó la realización de su ritual cuando Kranon y los Sables Carmesíes les mataron a todos. La antigua magia de la Piedra del Fuego Infernal no estaba destinada a erradicar a los daemons de su interior, si no a fortalecerles. Tenían la intención de comenzar una nueva era de oscuridad.

Con su mente confundida por estas revelaciones, Kranon regresó al Esperanza Perdida y se encontró con que era un lugar más grande y vibrante que la mole abandonada que habían dejado atrás. La palabra de la Masacre Carmesí se extendió y cultistas, renegados y traidores cundieron a luchar bajo su estandarte. El tiempo del que Kranon dispuso para pensar con claridad fue breve y había mucho que hacer. Había que tomar decisiones antes de que la locura de su interior creciera de nuevo en él y sus tropas. Además, el Esperanza Perdida era como un barril de pólvora a punto de estallar, con montones de cultistas y facciones rivales que combatían para ganarse sus favores. Una partida de guerra de Berserker de Khorne se unió a su causa, cansados de las pequeñas escaramuzas que realizaban con otras partidas de guerra, estaba ansioso por participar en unos de aquellos épicos baños de sangre que habían convertido a los Masacre Carmesí en unos guerreros tan infames. Para mantener el control, Kranon necesitaba empezar una nueva guerra.

Objetivo: Nueva Redención[]

Después de acordar los nuevos métodos de reclutamiento, Kranon sabía cuál debía ser el siguiente objetivo de los Masacre Carmesí. Estaba claro que los reclutas a los que se les realizaban los implantes de sus hermanos de la Masacre Carmesí se desarrollaban mejor, aquellos que recibieron los implantes de las creaciones de Fabius Bilis, sin embargo, se estaban convirtiendo en monstruosidades salvajes y descontroladas. Pero necesitaba más guerreros, muchos más, y sólo había un lugar del que podría obtener más semilla genética que de sus seguidores. Para obtener la más estable necesitaría apoderarse de ella. Tras los últimos enfrentamientos y la venganza efectuada por los Masacre Carmesí, Kranon sabía de qué Capítulo la obtendría.

Desde la destrucción de su planeta natal, Caliban, los Ángeles Oscuros no tenía ya un solo mundo del que obtener reclutas, si no que los obtenían de una variedad de diferentes planetas. Su cuartel general, en la Roca, era una base asentada en un asteroide con motores de Disformidad y que podía viajar entre mundos y zonas de guerra cuando fuera necesario. En cada mundo que reclamaban, los Ángeles Oscuros establecían fortalezas, fortalezas monasterio para mantener el ritmo de implantes requeridos y formar a nuevos Marines Espaciales.

Las visiones en la Disformidad de los hechiceros ayudaron a Kranon en la búsqueda del mundo de reclutamiento de los Ángeles Oscuros más propicio para atacar. Sobre el planeta helado de Numarc, los Ángeles Oscuros habían construido la fortaleza Nueva Redención. Aunque el sistema solar estaba densamente poblado, Numarc era el más alejado del sol, un mundo helado donde pequeñas poblaciones humanas combatían a los elementos y a feroces bestias para sobrevivir. Esas duras condiciones eran ideales para los nuevos reclutas, donde los Ángeles Oscuros podían seleccionar a los mejores guerreros de aquellos páramos salvajes y convertirlos en Marines Espaciales. También era un lugar donde los Masacre Carmesí podrían realizar su ataque y alejarse antes de que todo el poder del Imperio despertara y se lanzara a por ellos.

Kranon supo que había un problema en el momento en el que su flota se materializó desde la Disformidad. Las alarmas tronaron para avisar de los cruceros enemigos cercanos. En la órbita sobre Numarc se encontraban cuatro naves de los Ángeles Oscuros y otras alarmas resonaron avisando de los torpedos que se aproximaban contra ellos. Hubiera sido prudente que Kranon hubiera encendido de nuevo sus motores de Disformidad, pues con su flota avistada el elemento sorpresa había desaparecido. Incluso en el caso de ganar la batalla espacial, los láseres de defensa planetaria de Numarc estarían preparados y a pleno rendimiento, convirtiendo al planeta en un objetivo letal. Quizás incluso los refuerzos de los Ángeles Oscuros se encontraban de camino. Sin embargo, no por nada se le conocía como Kranon el Implacable. Ordenó a la flota avanzar, con sus cubiertas de armas disparando a los distantes objetivos.

La flota de la Masacre Carmesí poseía seis naves aunque dos eran principalmente transportes. El mayor de todos era el buque insignia, el Honor Rojo pero quizás el más peligroso era el tremendamente blindado Cimitarra, que tenía montada una gigantesca cuchilla en la proa para realizar embestidas. Aunque fueron alcanzadas por varios torpedos, las naves de los Ángeles Oscuros no estaban preparadas para hacer frente a tal enemigo. Maniobrando a toda prisa, intentaron colocar el planeta Numarc entre ellas y la flota del Caos que se aproximaba.

Esto sorprendió a Kranon pues no era la batalla espacial que se esperaba. Deseaba eliminar a la flota enemiga, negándoles el apoyo orbital mientras desembarcaba a sus propias fuerzas. Tenían que golpear con dureza, preferentemente completando su misión antes de que la flota enemiga pudiera volver a involucrarse. No les llevaría mucho tiempo discernir lo que pretendían los Masacre Carmesí, el asalto a la fortaleza Nueva Redención. La flota del Caos no era lo suficientemente potente ni contaba con la cantidad de efectivos  necesaria  para combatir mientras se desplegaban o extraían tropas.

Tal y como estaba previsto, los veloces escoltas Avispas de Hierro fueron los primeros en entrar en la órbita de Numarc. Como las más pequeñas y rápidas de todas las naves de ataque de Kranon, eran la mejor opción para evitar recibir fuego del planeta. Tres partidas de guerra pronto tomaron tierra, era su misión silenciar las tres estaciones de armas que cubrían su sección del hemisferio. Como el tiempo era escaso, Kranon ordenó que se desplegara la siguiente oleada, los transportes de tipo Helbound y Deathbringer entraron en la órbita y de inmediato lanzaron sus naves de transporte y asalto mientras poderosas lanzas de fuego láser empezaban a atravesar la gruesa atmósfera hacia arriba desde la superficie del planeta.

Los cazas Nephilim despegaron para interceptar las naves de asalto que entraban. No se esperaban que de los bancos de nubes surgieran monstruosidades metálicas aladas. Los Dragones Infernales golpearon, con sus cañones automáticos hades escupiendo muerte, convirtiendo a la mitad de del apoyo aéreo de los Ángeles Oscuros en estelas de fuego. En la feroz refriega que siguió, el resto de naves fueron despachadas de la misma forma, precipitándose hacia el suelo mientras garras y alas guadaña las rajaban.

Algunas naves de desembarco se vieron envueltas en el fuego cruzado en tierra, destruidas por cañones gigantescos o atravesadas por los láseres de defensa. Poco a poco el fuego terrestre fue volviéndose más débil a medida que las plataformas de armas orbitales fueron atacadas  por los Masacre Carmesí. Suficientes cápsulas de asalto lograron desembarcar y al poco la torre cubierta con alas angelicales de Nueva Redención se encontraba rodeada. Desde las aullantes zonas nevadas emergieron renegados de roja armadura, destartalados Profanadores y rugientes Brutos Infernales. No hubo sutileza en el ataque pues apenas disponían de tiempo. La Masacre Carmesí había venido a por lo que se almacenaba en el interior de la bien defendida fortaleza, y tenían que hacerse con ello antes de que la flota de los Ángeles Oscuros regresara.

Por su parte, los testarudos Ángeles Oscuros sabían que si resistían el tiempo suficiente, las llamadas de auxilio serían respondidas con la llegada de refuerzos. Con sus túnicas azotadas por el viento helado, se desplegaron a lo largo de las trincheras exteriores y se prepararon para hacer frente a los invasores. Las explosiones surgieron por toda la llanura helada, formando geiseres de hielo. Gigantescas máquinas daemónicas centáureas, Diablos de la Forja, se erigieron tras la tormenta, sin dejar nunca de disparar avanzaban barriendo las líneas de batalla de los leales con sus disparos de llamas, dejando surcos ardientes al paso de sus poderosas salvas. Por encima del estruendo reinante se podía oír el grito de guerra de los Berserker de Khorne, el mismo himno que ha precedido a innumerables masacres durante diez milenios.

La única esperanza de los Ángeles Oscuros era reducir el número de sus atacantes antes de que pudieran acercarse demasiado. Las tormentas de nieve y el fuego enemigo hacían muy difícil el apuntar con claridad, pero los Marines Espaciales disponían del equipo y entrenamiento necesarios para contrarrestar tales adversidades. Para lo que no estaban preparados, sin embargo, fue para la oleada de fuerzas fantasmales que se abalanzaron sobre ellos, haciendo fallar los disparos hasta de los más disciplinados. Demasiado pronto y demasiado rápido la oleada de muerte roja les alcanzó, barrió sus líneas de defensa y se movió de forma constante hacia la ciudadela interior. El último contraataque de los Exploradores a medio entrenar y vehículos blindados fue aplastado por los dolorosamente enloquecidos Brutos Infernales. Con sus enormes brazos acabados en pinzas, un Profanador desgarró la puerta triplemente sellada que conducía a los claustros interiores de la fortaleza. Mientras escuadras se apresuraban a saquear los pasillos, los hechiceros y Apóstoles Oscuros registraron a los muertos, extrayendo cruelmente la semilla genética de sus enemigos caídos. Como las otras partidas de guerra habían destruido los tres láseres de defensa, la flota de los Masacre Carmesí pudo entrar fácilmente en la órbita y extraer a sus fuerzas cuando el saqueo hubo finalizado. Ni un sólo Ángel Oscuro quedó con vida en Numarc.

Regreso al Esperanza Perdida[]

Cuando los Masacre Carmesí volvieron a su base lo que encontraron les asombró. El pecio que flotaba a la deriva por los retorcidos brazos del Ojo del Terror se había transformado aún más, era del tamaño de una enorme luna y más pesadillesca que nunca, un conglomerado de naves naufragadas y torres retorcidas. Cualquier atacante que estuviera en sus cabales se amedrentaría ante el Esperanza Perdida, pues estaba adornada con torres de vigilancia y prominentes agujas, agrupadas en racimos espinosos donde los que los torpedos de abordaje se ensartarían por sí mismos. Sobresaliendo de la estructura había zarcillos, aunque se desconocía si estos eran creaciones mecánicas o pertenecían a alguna bestia que estuviera unida al casco.

Ningún miembro de los Masacre Carmesí quiso acercarse demasiado para averiguarlo. La mayor parte de los Masacre Carmesí habían partido por un periodo de tiempo de un año terrano, pero eso se convirtió en décadas en el Ojo del Terror. Los tecnomarines se habían apartado de la limitada tecnología del Omnissiah y abrazado la transmutación de la máquina con la energía del Inmaterium. Ahora eran Herreros de la Disformidad, y habían trabajado largo y tendido en el Esperanza Perdida. Algunos, como el Hermano Grankus, eran más metal que carne; sus cuerpos recubiertos de artilugios mecánicos que tenían voluntad propia. Otros pocos, como el Hermano Sartok, se ofrecieron enteramente a sí mismos al Esperanza Perdida, convirtiéndose en máquinas de carne conectadas al conglomerado que era el pecio. Cosas peores acechaban en las cubiertas inferiores, pues se habían convertido en el coto de caza para extrañas bestias disformes y aberraciones surgidas de la Disformidad. Estas criaturas tenían un propósito después de todo, pues sólo los reclutas que sobrevivían a aquel horror tenían permitido continuar su iniciación.

Guerra contra los Demonios[]

La Masacre Carmesí se hacía más y más fuerte, pero eso no satisfacía a su señor Kranon. Es su objetivo liberarse a sí mismo y a sus hombres de la maldición, pero parecía no encontrar la forma de conseguirlo. Esto llevó al señor de la guerra y a sus guerreros por un extraño y peligroso camino, pues Kranon el Implacable no caería ante maldición o Demonio alguno.

Fue un viaje complicado a través de la Disformidad para volver al interior del Ojo del Terror. La Puerta de Cadia estaba bien protegida y el Inmaterium era despiadado, gigantescas tormentas surgían del interior del remolino y energía pura del Caos se derramó de él hacia el resto de la galaxia. El Ojo en sí mismo estaba en movimiento, los rumores de la 13ª Cruzada Negra empezaban a brotar por doquier. Kranon, sin embargo, tenía otras cosas rondándole intensamente por la cabeza. Reflexionó.

Kranon también formó parte en las batallas de Numarc, el placentero hecho de partir en dos a los Ángeles Oscuros con su espada había aclarado su mente de las voces que iban y venían, enmarañando sus pensamientos. ¿Cómo pudo estar tan convencido de que la Piedra del Fuego Infernal rompería su maldición? ¿Era un plan ideado por las voces? Había más involucrados, ¿Buscaban derrocarle sus seguidores? ¿Era Draznicht, que podía ver el futuro, parte del complot? ¿Había Mannon, el más poderoso de los Hechiceros, retorcido sus visiones para poder manipularle mejor? Kranon había tomado una decisión y organizó un concilio. Siguiendo estas premisas, supo dónde debía realizar la asamblea de líderes.

Revelaciones que cobran vida[]

Regodeándose en su gran victoria, los más capaces de sus lugartenientes se presentaron en el corazón del Esperanza Perdida. Abajo, en la gran sala de los motores les había convocado Kranon, dentro de lo que ahora se conocía como la Cámara del Orbe. Era hacía ahí a donde conducían todos los cables de alimentación y conductos, serpenteando por kilómetros de pasadizos y dispersándose por el exterior como si de venas y arterias se tratara. A través de ellos fluía la energía vital del Esperanza Perdida.

Dos docenas de líderes de los Masacre Carmesí entraron, cada uno preguntándose qué significado tenían esta reunión y su localización. Para empezar, Kranon no se dirigió a ellos, si no al orbe, una gigantesca y esférica masa de carne suspendida por innumerables bobinas. A un palabra de Kranon, esta se abrió, un gran párpado se abrió, mostrando un húmedo y gigantesco cuerpo esférico latiendo debajo. En su día fue el Hermano Sartok, un tecnomarine de los Sables Carmesíes cuyo fervor por trabajar estrechamente con las máquinas echó extrañas raíces en el Ojo del Terror. Ahora era algo más, una fusión de hombre, máquina y daemon. Cuando habló, lo hizo sin boca, con el sonido emitiéndose desde una estación de comunicaciones que había brotado de la carne. Durante los delirios de Kranon el Implacable, ambos habían compartido múltiples conversaciones.

Ahora Kranon le preguntaba al orbe sobre a quienes veía en aquella habitación. El orbe los listó con su lenta, constante e inhumana voz. También vio y nombró a los espíritus de Umidia, un hecho que Kranon había descubierto largo tiempo atrás, esperaba que el orbe mencionara a cualquier otro ente, pues Kranon sospechaba que uno de sus lugartenientes de confianza estaría completamente poseído. El último nombre pronunciado por el orbe fue Tzax'lan-tar. Decir el verdadero nombre de un daemon es mencionar el propio poder. Tras mencionarlo la habitación empezó a enfriarse, con una fría brisa que recorría las púas de todos lo que había a su alrededor.

A todos salvo a uno. Mannon dio un paso al frente y un brillo iridiscente recorrió su cuerpo mientras el daemon abandonaba el cuerpo del psíquico. Salió de su carcasa envuelta en servoarmadura, como saliendo de debajo de unas túnicas ceremoniales, dejando un cascarón de piel arrugada tras de él. La criatura creció, alzándose dos veces, y siendo ahora tres veces la altura de un hombre y aún seguía creciendo. Extendiendo sus plumosas alas y retorciendo su prominente y serpentino cuello, el Gran Demonio de Tzeentch abrió su ancho pico y emitió un chillido desgarrador a modo de burlesca rebeldía. Contempló a los Masacre Carmesí con unos ojos que

centelleaban con un antiguo mal. A pesar de que abrió el pico para hablar, Kranon disparó su pistola de plasma para iniciar la conversación. A pesar de que la descarga de plasma fue parada por alguna especie de campo de fuerza invisible, la explosión ultra caliente hizo que el daemon retrocediera, siseando. Entonces dio comienzo una breve batalla, enfrentando las parpadeantes llamas disformes de Tzax'lan-tar contra las cuchillas y pistolas de los Masacre Carmesí. Incluso rodeado y superado en número, el Gran Daemon era un poderoso enemigo, capaz de decapitar a un Herrero de Disformidad y desintegrar a muchos otros. Sin embargo, cuando la espada Imperator de Kranon chilló atravesando sus defensas, el Gran Daemon desapareció en un abrir y cerrar de ojos.

En las profundidades del Ojo del Terror[]

No se sabía cuánto tiempo llevaba Mannon siendo el huésped del daemon ni era posible discernir cuando comenzaron las manipulaciones de Tzax'lan-tar. ¿Habría conducido a los Masacre Carmesí hasta el secreto de los Ángeles Oscuros? ¿Estaba involucrado el Gran Daemon en la larga cadena de eventos que aislaron a los Sables Carmesíes e incluso guiando el pecio que corrompió el sistema Brakatoa? ¿Estaba el agente de Tzeentch involucrado en la llamada de auxilio que se emitió desde Umidia, o quizás lucha contra las voces que han poseído a los Masacre Carmesí? La cabeza de Kranon se inundó de posibilidades pero tenía una cosa clara, prometió decapitar al Gran Daemon, había declarado la guerra a Tzax'lan-tar.

Los hechiceros de Kranon no pudieron rastrear el paradero del daemon, como si los poderes oscuros se negaran a ayudarles, así que Kranon recurrió a Draznicht, el campeón de los Destructores. Bendecido con un tercer ojo que tenía peculiares visiones, Draznicht entró en trance, se estremeció y habló con una voz lejana, lanzando profecías sobre un mundo llamado Myrmidrax. Poco se conocía de aquel mundo excepto que se encontraba en un lugar mucho más profundo del Ojo del Terror de lo que ellos habían estado jamás. Las coordenadas coreadas por Draznicht parecían más un ritual que las coordenadas de un viaje espacial pero... ¿De qué servían los mapas cuando las estrellas se desplazaban según los designios del Caos? En más o menos una hora, la flota de Kranon estaba en ruta.

Fue un viaje extraño pero al fin llegaron a su destino, y no era un planeta como había previsto si no una llanura rocosa suspendida en el vacío del espacio. Ni escaneres ni augures funcionaban allí, por lo que no tenían ni idea de lo que les esperaba. Kranon dirigió a su partida de guerra sobre Myrmidrax pues se hallaban demasiado cerca del Ojo del Terror para que el lugar permaneciera allí por mucho tiempo.

El plano de Myrmidrax era delgado, con rocas como agujas sobresaliendo hacia arriba, el suelo tenía una tonalidad purpúrea y estaba salpicado por racimos de yacimientos cristalinos que resaltaban y emitían una leve luminiscencia azulada. Los Masacre Carmesí formaron en línea y avanzaron a través de aquel páramo estéril. No pasó demasiado antes de que su presencia dejara de pasar desapercibida.

Con destellos de fuego multicolor y balbuceos incomprensibles, los daemons empezaron a brotar de muchos de los túneles que se alineaban en las crestas rocosas. Caminando entre Horrores Rosa que iban haciendo cabriolas y criaturas que emitían llamas azuladas se encontraba Tzax'lan-tar. El Señor de la Transformación lanzó una descarga de fuego sobrenatural que chocó contra los Berserker de Khorne, comenzando así las  hostilidades. Los Land Raider y Profanadores de los Masacre Carmesí devolvieron el fuego, realizando sus disparos sobre las saltarinas huestes de daemons. Y así fue como dio comienzo la batalla de Myrmidrax.

Un agudo chillido anunció la llegada de los Aulladores, daemons con aletas que sobrevolaban a los demás. Donde percibían un hueco se abalanzaban con sus bocas, similares a las de las lampreas, royendo las servoarmaduras para desgarrar la carne de su interior. Los Incineradores se lanzaron al frente, con sus brazos como troncos expulsando rociadas de llamas. Esto pilló sin cuidado a los renegados de armaduras carmesíes pero los cultistas prendieron como antorchas, con sus gritos formando una cacofonía de muerte. Las condiciones climáticas empeoraron mientras una tormenta disforme resonaba sobre ellos. El cielo brilló y desde las nubes de gas sobrenaturales surgieron tornados, girando al azar sobre el campo de batalla, creando brechas entre las fuerzas en conflicto. Atravesando aquella oleada de locura estaba Kranon, con Draznicht y sus Destructores a su lado. Juntos, destrozaron a los Horrores Rosa, luchando contra ellos y abriéndose paso hasta Tzax'lan-tar. Inexplicablemente, los ataques de los daemons se mostraban ineficaces contra ellos. Llamas caleidoscópicas se extendían entre los renegados y, sin embargo, estos salían indemnes. Nunca antes los huéspedes espectrales se materializaron en tal número alrededor de la Masacre Carmesí, y nunca antes los espíritus incorpóreos les habían defendido tan eficientemente. Para detener su implacable avance, Tzax'lan-tar hizo que lloviera alguna clase de perdición arcana sobre sus enemigos y sin embargo la matanza de los Masacre Carmesí estaba resultando excesiva y la derrota era solo cuestión de tiempo.

Jugando su última baza para obtener la victoria, el daemon alado apuntó a Kranon, cubriéndole de llamas azules. Protegido por las auras verdosas de los espectros que flotaban a su alrededor, el señor de la guerra de la Masacre Carmesí emergió de entre las llamas, con su espada lista. Chillando maldiciones en mil idiomas, el Gran Daemon se desvaneció de nuevo. Privado de su venganza, Kranon no se detuvo hasta que todos los restantes daemons habían sido asesinados, devolviéndoles aullando a la Disformidad. Juraría que su Guerra contra los Daemons continuaría hasta que Tzax'lan-tar fuera asesinado.

La Cruzada Negra[]

Las más poderosas de todas las invasiones del Caos son las Cruzadas Negras. Es necesario que la mayoría de los más campeones de las diferentes facciones se unan y se mantengan unidos el tiempo suficiente para emerger del Ojo del Terror. Es en estas ocasiones cuando la galaxia entera contiene la respiración; una guerra de tal escala, y con una magnitud tal de odio, amenaza con arrasar todo lo que es, o alguna vez fue, que se cruce en su camino.

Liderados por Kranon el Implacable, los Masacre Carmesí se hicieron con su propio territorio en el Ojo del Terror. Su número crecía sin parar mientras más y más parias fugados del Imperio les buscaban, llegando en tropel al Esperanza Perdida. La mayoría eran cultistas, vidas insignificantes que la Masacre Carmesí podía emplear a su antojo. Sin embargo, algunos demostraron ser prometedores y se les  permitió seguir avanzando. Unos pocos causaron la suficiente impresión como para ser mejorados y que la semilla genética les fuera implantada, transformándoles en iniciados. Hasta que no hubieran probado completamente su valía como miembros de la Masacre Carmesí no se les permitía llevar la servoarmadura roja y unirse a sus hermanos. Y cuando lo hacían, formaban parte de una partida de guerra mucho más poderosa que un Capítulo de los Marines Espaciales.

Abaddon El Saqueador[]

Así fue que Abaddon, el Señor de la Guerra del Caos, tuvo noticias sobre los Masacre Carmesí. En las brutales guerras por el poder que eran el Ojo del Terror, nadie tenía que perder de vista a aquellas fuerzas emergentes, ni siquiera los que estaban arriba. Nadie podía igualar el tamaño y el poder de las Legiones de los Marines Espaciales del Caos, y la mayor y mejor organizada de ellas era la Legión Negra. Se dice que sólo por la voluntad de Abaddon podían reunirse todas las fuerzas contenidas en el Ojo y ahora este tenía su mirada puesta en los recién llegados. Durante sus diez mil años de reinado había visto a muchos alzarse y a muchos caer. ¿Quiénes eran estos advenedizos? ¿Por qué no habían enviado tributo alguno ni se habían puesto de rodillas? ¿Era ese tal Kranon otro rival al que aplastar antes de acabar con su Guerra Eterna?

A su regreso de Myrmidrax, los rumores sobre la batalla entre Kranon y el Señor de la Transformación se habían extendido por todas las cubiertas del pecio. a la mayoría de los Masacre Carmesí les traía sin cuidado contra quién o qué ejército se enfrentaban, pero muchos de los cultistas temblaban. Temían a los daemons, querían tenerles de aliados y no como enemigos. Mientras se decidían sus próximas acciones llegaron emisarios de la Legión Negra al Esperanza Perdida. Exigían que Kranon se encontrara con Abaddon y que participara en la Cruzada Negra contra el Imperio.

Él sabía lo que pasaría si rechazaba esa orden. Kranon había servido como señor del Capítulo de los Marines Espaciales y había estado en presencia de eminencias tales como Marneus Calgar, señor del Capítulo de los Ultramarines, el Comandante Supremo Dante o el Supremo Gran Maestre Azrael.

Sin embargo, ninguno de estos generaba tanto respeto como la presencia que pudo ver y sentir a bordo de la Asesina de Mundos, la masiva nave del Señor de la Guerra; la impresionante figura de Abaddon el Saqueador. Con las voces de su cabeza vomitando consejos, era difícil concentrarse. Cuando finalmente le llegó el turno de declarar lealtad, Kranon juró que participaría en la Cruzada Negra pero sólo si se le permitía matar al daemon Tzax'lan-tar, estuviera en el bando que estuviera.

Ante las orgullosas palabras de Kranon, los demás Señores del Caos y Príncipes Demonio, así como los Campeones y Hechiceros del Caos se quedaron atónitos. No había condiciones para el Señor de la Guerra. Él había matado a otros por mucho menos. Abaddon tenía demasiadas facciones que comandar, desde Legiones rivales a Primarcas Daemon que aguardaban en la Disformidad. Tenía poca paciencia con los estúpidos egos de los comandantes menores. Ellos se inclinarían o serían destruidos. Pero había algo en el orgulloso porte de Kranon que Abaddon admiraba. A pesar de los desmanes de la Masacre Carmesí, eran eficientes, y algo sacó a relucir esa parte de antiguo legionario que aún quedaba en él. Además, nadie mejor que él conocía lo volátiles que podían ser los daemons. Rió y dio la bienvenida a los Masacre Carmesí a la Cruzada Negra, asignándoles un puesto de honor entre las fuerzas de ataque.

Una de las cualidades de un buen comandante al mando de una coalición era sacar el mayor provecho a formación. La reputación de los Masacre Carmesí por sus terroríficas incursiones relámpago había llegado a oídos de Abaddon, y les eligió para realizar esas incursiones exactamente durante su 13ª Cruzada Negra. Si bien la mayor parte de sus fuerzas se estaban preparando para tomar la Puerta de Cadia, los Masacre Carmesí sembrarían el terror más allá, en el interior del Imperio.  

Campaña de Pánico y Terror[]

Sin perder tiempo, Kranon condujo a la flota de la Masacre Carmesí para que bordeara la Puerta de Cadia y se internara en el Imperio. Su campaña de pánico y terror evitaría que llegaran refuerzos a la Puerta de Cadia y lo más importante, insuflaría miedo en los corazones de todos aquellos que aún albergaran esperanzas en el Imperio de la Humanidad.

Su primer objetivo era el Mundo Colmena ampliamente defendido de Regallus. Kranon se vio obligado a planear el ataque por el camino. A partir de las mejores visiones que sus Hechiceros pudieron conjurar, parecía que las baterías de defensa planetaria se concentraban alrededor de las más poderosas ciudades-colmenas, que poseían el tamaño de continentes enteros. Con eso en mente, Kranon decidió que el despliegue se haría sobre las llanuras de ceniza.

Esto resultó en una campaña de dos etapas; la primera sería romper aquella formidable barrera defensiva y una vez que los Masacre Carmesí hubieran superado las trincheras la siguiente fase sería causar estragos en el entramado interior de la colmena, masacrando a todo aquel que pudieran, pues esto serviría de mensaje para el resto de planetas imperiales: una señal de lo que les aguardaba a todos.

Quebrando líneas defensivas[]

La artillería de la Guardia Imperial estaba realizando el bombardeo cuando la primera nave de aterrizaje desplegaba a los guerreros de la Masacre Carmesí sobre aquellos grises páramos. En la distancia, pudieron ver la primera hilera de trincheras y los búnkeres que desplegaban fuego pesado de larga distancia. Habría muchas bajas.

Había sido sugerencia de Draznicht masificar las unidades de cultistas, convirtiéndoles en un objetivo más tentador para la artillería imperial. Fue un sabio consejo, pues gran parte del fuego enemigo cayó sobre aquellas desdichadas almas. Las líneas del frente que avanzaban devolvieron el fuego, el Señor de los Cráneos el primero, seguido por los cañones de batalla de los Profanadores de seis patas y posteriormente por escuadras de Aniquiladores a medida que estos avanzaban e iban tomando las trincheras. El resto avanzó, cerrando el cerco y llenando los huecos que las explosiones de artillería iban dejando entre ellos.

En el flanco más a la derecha, los tanques rojizos de la Masacre Carmesí se unieron al combate, lanzando poderoso fuego de láser sobre los búnkeres enemigos, tratando de silenciar su armamento pesado antes del asalto. Rugiendo a su encuentro llegaron las compañías de tanques de la Guardia Imperial, respondiendo con sus armas a aquel ataque. Mientras los blindados se batían en duelo, la infantería se aproximó a las trincheras para estallar en una tormenta de fuego de rifle láser, con ráfagas de rayos apuñalando a través de las polvorientas llanuras, ya que la mayor parte de los disparos era realizados furiosamente, como la oleada de lamentos espectrales que se extendía ante las tropas de los Masacre Carmesí. En las trincheras, muchos de los guardias escucharon el sonido de las voces de aquellos seres amados que perdieron hace tiempo o presenciaron la aparición de lascivas caras daemónicas entre las sombras. Algunos dejaron caer sus armas y echaron a correr.

Aquellos que permanecieron aferrados a la esperanza de defender los muros fueron destrozados fácilmente cuando los renegados asaltaron las barricadas. Así se quebró la primera línea de defensa, con las garras de los Profanadores y los puños taladradores de los Brutos Infernales arrancando trozos de rococemento para permitir el paso a los tanques.

Equipos de asalto de Rapaxes y Espolones de la Disformidad llegaron para asaltar la segunda línea defensiva, dando tiempo a la infantería para avanzar. Línea tras línea caían a su paso; búnker tras búnker era despejado con velocidad. La muralla más fuertemente defendida fue la última en caer y para entonces la extensión del horror era

tan grande, la presión mental tan fuerte, que algunos defensores huyeron. Las imponentes estatuas de poderosos héroes del Imperio, que se alineaban en las calles, ya estaban cubiertas de sangre para cuando el primero de los renegados cruzó finalmente las puertas y entró en la propia ciudad-colmena. Fue entonces cuando dio comienzo la auténtica carnicería.

Nadie podría soportar la masacre que siguió.

La última fase de la operación fue la más sangrienta. Escuadrones dispares de la Guardia Imperial y los restos de las fuerzas blindadas de apoyo intentaron desesperadamente defender los bloques de viviendas, concentrando sus esfuerzos en las proximidades de los núcleos de población más densos. Uno tras otro, estos baluartes fueron cayendo y las matanzas comenzaron, calle por calle, prolongando la batalla mientras la sangre fluía. Aullantes espíritus y los ecos de risas maníacas resonaban por las grandes avenidas, ahogando casi por completo el sonido de las moto sierras, el fuego de bólter y los gritos pidiendo clemencia que eran cruelmente ignorados.

La locura absoluta y la masacre extrema habían llegado a Regallus y siguió durante un tiempo. Regallus había sido sólo el principio, el comienzo de la campaña de terror de los Masacre Carmesí. Las historias del horror genocida desatado se extenderían rápidamente por el Imperio como una onda de choque, mundo tras mundo, su perdición se encontraba a la vuelta de la esquina.

Doctrina de combate[]

La Masacre Carmesí ataca con la misma precisión y furia que los Marines Espaciales. Al repertorio Imperial de ataques relámpago y puntas de lanza acorazadas han añadido Ingenios Daemónicos y olas de cultistas fanáticos.

Aunque usan el tradicional Bólter y las armas pesadas, ahora estas armas estallan con explosiones de fuego brujo. Para el combate cuerpo a cuerpo, siguen usando las antiguas y antaño honorables espadas sierra y los puños de combate, aunque también usan tentáculos que atrapan a sus presas y pinzas capaces de partir un Dreadnought por la mitad.

Contra ellos, ninguna línea de defensa puede aguantar, y ningún bunker puede permanecer intacto. Al final, la mayoría de los enemigos huyen presas del pánico, deseosos de esconderse en las ruinas de su planeta. Aún así, los Masacre Carmesí cazan a su presa rastreándola incansablemente, por su rastro en la Disformidad o el olor de su sangre, su fin es siempre el mismo. Nadie se puede esconder, nadie tiene permitido escapar, todos deben caer, rotos y acribillados.

Campañas notables[]

Masacre Carmesí símbolo

Vista superior del Bruto Infernal Mortis Metalikus, que permite ver el emblema del Capítulo Renegado.

  • La 13ª Fundación (M35-M36) - Hay más misterios sobre la llamada 13ª Fundación que sobre ninguna otra, aunque se sabe que se produjo en algún momento entre el 35º y el 36º milenio. El Adeptus Terra por lo general almacena registros exhaustivos de todas las fundaciones de Capítulos de Marines Espaciales, pero no tiene registro alguno de la 13ª Fundación, también conocida como la Fundación Oscura. El Adeptus Terra posee un banco de diezmos de semillas genéticas aportados por cada Capítulo jamás creado, con la notable excepción de los que surgieron de la 13ª Fundación. Es supuesto por muchos, desde Inquisidores a sanadores y escribas, que los Sables Carmesíes probablemente pertenecieron a la 13ª Fundación, pero nada ha podido ser demostrado.
  • Guerras de la Apostasía (378.M36).
  • La purga de Danor IV (481.M37) - Los Sables Carmesíes combaten codo con codo con otros cinco Capítulos, que se sintieron molestos por el excesivo celo que estos demostraban en la adhesión al protocolo.
  • El cisma sobre el pecio Amalgama (556.M38) - La llegada del pecio espacial Amalgama desató una serie de eventos que aisló a los Sables Carmesíes. El señor del Capítulo Nigellus sella la historia del Capítulo y declara el renacimiento de los Sables Carmesíes.
  • La rebelión de Fornstadt (599.M38) - Convocados para suprimir una rebelión que se extiende como un incendio por todo el mundo colmena de Fornstadt, los Sables Carmesíes se ven envueltos en un choque brutal contra cultistas. Nigellus es asesinado a sus 112 años como señor del Capítulo, desenmascarando con sus últimas fuerzas el origen de la revuelta, la Legión Alfa. Arnoch le sucede como líder de los Sables Carmesíes.
  • Las Guerras contra Zobrist (613-621.M38) - El Imperio toma represalias contra el incremento de ataques pirata perpetrados por Eldar que están costando las líneas de suministro en el sector. Junto a las fuerzas de la Guardia Imperial procedentes de Tallarn, los Sables Carmesíes logran encontrar y eliminar cuatro puestos avanzados Eldar. Debido a su siempre creciente búsqueda de la rectitud, las fuerzas de Tallarn agradecen ver partir a los Marines Espaciales de roja armadura partir hacia otros sectores.
  • Las batallas de las Estrellas Muertas (983.M38) - Una punta de lanza blindada de los Sables Carmesíes se une a los Templarios Negros para derrotar a los Thu'l, una repugnante raza de xenos que prosperaba bajo la luz de una estrella moribunda. Tras ganar la batalla, los dos Capítulos casi se baten en duelo, pero tal acción es impedida cuando el señor del Capítulo de los Sables Carmesíes, Gryloch, busca tal acción en el Codex Astartes y comprueba que está prohibida.
  • Las Cruzadas de Redención (88-186.M39) - Los Sables Carmesíes obtienen múltiples condecoraciones durante las campañas del Segmentum Tempestus.
  • El colapso del sistema Brakatoa (186.M39) - El sistema al completo entra en erupción con el alzamiento de los cultistas con la llegada al sistema del pecio conocido por el nombre de "La Miseria". De los once planetas del sistema, se elimina toda vida de ocho de ellos, con tres de ellos destruidos sin piedad empleando torpedos ciclónicos, en un desesperado intento por detener una creciente brecha en la Disformidad. El planeta natal de los Sables Carmesíes, Rhoghon, resulta contaminado por la explosión de un antiguo reactor procedente de la Era Oscura de la Tecnología.
  • Un nuevo planeta natal (187.M39) - Los Sables Carmesíes reclaman Drogsh, uno de los pocos planetas habitables que quedan en el sistema Brakatoa. Empieza a fermentar una creciente amargura hacia el Imperio por la destrucción del sistema y el hecho de que ningún Capítulo cercano acudiera en su auxilio. El Adeptus Terra hace caso omiso a los grandes rollos de datos detallando todas las fuerzas disponibles en un radio de cien años luz a la redonda que no respondieron a las llamadas de auxilio del sistema Brakatoa.
  • Conquistas Macharias (995.M40) - Los Sables Carmesíes toman parte en una campaña de siete años, su eficacia y exhaustividad queda detallada en los registros de los Cráneos Plateados.
  • El genocidio de Umidia (928.M41) - Los Sables Carmesíes llegan al planeta jungla de Umidia y descubren a los cultos Balethu. Exponen que los cultos pretendían abrir un portal a la Disformidad y en respuesta los masacraron a todos. El Capítulo piensa que está maldito (o bendito) por los Dioses Oscuros a causa de esto, atormentados desde entonces por voces funestas.
  • Terror en Demetra (929.M41) - Esperando detener las voces de sus mentes, los Sables Carmesíes declaran que el vecino planeta Demetra estaba contaminado por su proximidad a Umidia. La matanza comienza de nuevo. El plan funciona, pero el Capítulo es declarado Excommunicate Traitoris. Su mundo natal, Drogsh, es asediado y todo aquel que posee relación alguna con el Capítulo es asesinado. Solo los diestros exploradores bajo el mando del señor de la 10ª Compañía, Murdok, logran escapar.
  • En el Ojo del Terror (929.M41) - Luchando para abrirse camino entre las fuerzas imperiales que guardan la Puerta de Cadia, los Sables Carmesíes dirigen su flota hacia el interior del Ojo del Terror, en busca de un glorioso martirio mediante la destrucción de las hordas traidoras de su interior.
  • Las Guerras entre Renegados (929-938.M41) - Los Sables Carmesíes luchan contra incontable cultos y los destruyen; aunque también se enfrentan a partidas de guerra de Marines Espaciales renegados en el Ojo del Terror. Derrotan a las partidas de guerra de los Cráneos Negros, los Manos Funestas de Bragza, los Escindidos, los Cazadores Siniestros, los Almas Infectas, los Cráneos Desgastados y demás cuyos nombres la historia ya ha olvidado.
  • El Cambio (932.M41) - Las primeras señales de mutación se manifiestan entre los Sables Carmesíes. Ellos no lo mencionan.
  • Masacre Carmesí (938.M41) - El señor del Capítulo Sevastus Kranon cambia de idea, rechazando morir por una causa vacía. Los restos del Capítulo se reúnen y Kranon anuncia la noticia. Sobreviene una riña entre las fuerzas del Capítulo. El capitán Dzarton, líder de la 4ª Compañía, dejó el Capítulo junto a todos los hombres bajo su mando y el crucero Orgullo de Rhoghon. Juró que si volvían a encontrarse de nuevo con el resto del Capítulo, sería como enemigos.
  • Masacre Carmesí (939.M41) - La Masacre Carmesí establece su nueva base de operaciones en el interior del Ojo del Terror, en el pecio Esperanza Perdida. Envían por primera vez a sus partidas de guerra en incursiones al espacio real.
  • La llegada del señor de la clonación (941.M41) - Kranon hace un trato con Fabius Bilis. Obtiene la ayuda para extraer la semilla genética y usarla para crear a más Marines Espaciales para la Masacre Carmesí. A cambio, Kranon ofrece sus prisioneros a Fabius Bilis. Cuarenta y ocho Marines Espaciales que rechazaron participar en la carnicería para acallar las voces. Sólo perdona a su propio hermano, Sevarion Kranon. Kranon accede a acudir en ayuda de Fabius siempre que este la requiera.
  • El tormento (940-964.M41) - Mientras establecen su base y sus experimentos con la semilla genética comienzan, los Masacre Carmesí lanzan muchas incursiones menores por el Imperio. Empiezan a ganar cierta reputación, notando los efectos que su mera presencia genera cuando emergen del Ojo del Terror. Se ven rodeados de energías de la Disformidad y actividades paranormales extrañas y desconcertantes.
  • Rhoghon es fundado de nuevo (941.M41) - El capitán Dzarton y sus cincuenta y nueve seguidores de la 4ª Compañía establecen una base secreta en su antiguo mundo natal, Rhoghon. Aún está contaminado por la radiación pero es el deseo de Dzarton el de restaurar a los Sables Carmesíes. Jura cazar y matar a Kranon.
  • Unión demoníaca (941.M41) - El Herrero de Disformidad Trentukus enlaza con éxito a un demonio con la máquina. Comienzan las nuevas labores de los ejércitos de Kranon.
  • El Orbe (947.M41) - El Herrero de Disformidad Sartok se acerca demasiado al generador. Queda atrapado por la disrupción y a partir de entonces pasa a ser uno sólo con el pecio espacial y todas las entidades daemónicas que tenía absorbidas. Su cuerpo se funde por completo con los cables y alternadores convirtiéndole en un enorme orbe de carne.
  • El destino de Sevarion (965.M41) - En un momento de demencia, Kranon ordena que su hermano Sevarion Kranon sea confinado en un Bruto Infernal. Se suceden largos y dolorosos procesos durante meses para llevarlo a cabo. Nace Mortis Metalikus.
  • Incursión (971.M41) - Los Daemons fluyen durante una tormenta de Disformidad y el Esperanza Perdida lucha por defenderse del asalto. Se especula que Mannon fue poseído durante la batalla.
  • Culto a la Masacre (978.M41) - A pesar de que hay cultistas que empezaron a luchar bajo el estandarte de los Masacre Carmesí al poco de que estos establecieran su base en el Esperanza Perdida, por estas fechas vastos ejércitos de depravados y miserables se dirigen en tromba hacia el pecio espacial.
  • La Piedra del Fuego Infernal (981.M41) - Kranon empieza a oír hablar del legendario objeto y comienza a sospechar que podría ayudarle en su plan por librar a los Masacre Carmesí de las voces que les acosan.
  • La bestia de abajo (988.M41) - Todos a bordo del Esperanza Perdida son convocados para cazar a la llamada "Bestia de abajo", una horrible bestia que ha convertido en su hogar los niveles inferiores.
  • La batalla de la Conmemoración de Stern (578.999.M41) - Los Masacre Carmesí atrapan y luchan contra la 5ª Compañía de los Ángeles Oscuros sobre el mundo Conmemoración de Stern, asesinando a muchos hermanos de batalla, incluyendo al señor de la Compañía Zadakiel. Esto genera que la Masacre Carmesí se gane la venganza eterna de los Ángeles Oscuros.
  • Meseta de Perdición (884.999.M41) - La 5ª Compañía de los Ángeles Oscuros se enfrentó a la partida de guerra de los Masacre Carmesí en el planeta Meseta de Perdición. Los Masacre Carmesí estaban allí buscando la Piedra del Fuego Infernal, un poderoso artefacto del Caos que, al ser ungido con la sangre de un Marine Espacial Leal, abriría un portal a la Disformidad e invocar a un poderoso Demonio de Khorne. Sin embargo, parece ser que Kranon el Implacable busca el artefacto como parte de un plan para liberar a su Capítulo de su maligna sed de sangre y silenciar las voces de su cabeza de una vez por todas.
  • Sangre sobre la nieve (921.999.M41) - Los Masacre Carmesí destruyen el bastión de reclutamiento de los Ángeles Oscuros sobre Numarc. Roban las semillas genéticas de sus rivales, planeando usarlas para crear más Marines Espaciales corruptos.
  • Comienzan las Guerras contra los Demonios (968.999.M41) - Cuando Kranon el Implacable  descubre que Mannon ha sido poseído, persigue al daemon por el Ojo del Terror. Aunque no logra acabar con Tzax’lan-tar, muestra al Gran Demonio sus intenciones y le amputa un brazo.
  • La 13ª Cruzada Negra de Abaddon el Saqueador (995.999.M41) - La Masacre Carmesí participa en la mayor de todas las Cruzadas Negras del Saqueador. Impresionado por la Masacre Carmesí, el Señor de la Guerra les hace tener un lugar de honor liderando unos de los muchos asaltos de la Cruzada Negra contra el Imperio.
  • La Atrocidad de Achyllan: siguiendo los planes de Abaddon el Saqueador, el Hechicero y Señor del Caos Severin Drask invadió Achyllan Prime con el objetivo de usar el Templo de las Sombras, una construcción del Caos, para abrir una Grieta Disforme con la que poner a Terra bajo la amenaza directa de Abaddon. Para evitar esta catástrofe, el Imperio envió una Fuerza Ejecutora que pudo detener a Drask y asesinarlo, pero a un alto precio.

Miembros notables de la Masacre Carmesí[]

  • Kranon el Implacable - Una vez conocido como Sevastus Kranon, Kranon el Implacable es el actual Señor del Capítulo y Señor del Caos de la Partida de Guerra de la Matanza Carmesí de Marines Espaciales del Caos. Kranon era conocido por ser agresivo y brutal, incluso durante los días en que era todavía un leal sirviente al Emperador como el Señor del Capítulo de los Sables Carmesíes. Al frente de su Partida de Guerra de guerra a un exilio autoimpuesto en el Ojo del Terror, Sevastus fue corrompido por los poderes de la oscuridad del Caos. Llamándose sí mismo Kranon el Implacable, se ha impulsado a cometer actos cada vez más sangrientos y viles en un intento de silenciar las voces enloquecidas dentro de él, el resultado de una maldición de Khorne.
  • Xastus Mannon - Mannon era el anterior Bibliotecario Jefe del Capítulo de los Sables Carmesíes. Durante la masacre en Umidia, los Sables Carmesíes se enfurecieron al ser manipulados por un Gran Daemon para cometer una masacre en contra de inocentes. Liderados por Mannon, un pequeño escuadrón de exploradores rastreó y se enfrentó al Gran Daemon que estaba detrás del nefasto complot. Cuando se enfrentaron al Señor de la Transformación, llamado Tzax'lan-tar, Mannon fue fundamental en la derrota de la vil criatura disforme con sus innatas habilidades psíquicas. Pensando que habían desterrado al daemon de nuevo en el Inmaterium, desconocido para sus compañeros hermanos de batalla, el cuerpo de Mannon fue en su lugar poseído por el huésped del Caos. Tras la excomunión, viaje y corrupción dentro del Ojo del Terror, Mannon se convirtió en Hechicero Jefe de la Masacre Carmesí. Cuando fue revelada su verdadera naturaleza, el Gran Daemon Tzax'lan-tar huyó de la ira de Kranon, y le sigue eludiendo a día de hoy.
  • Gorthus - Gorthus era el antiguo Maestro de la Fragua del Capítulo de los Sables Carmesíes. Después de su excomunión, viaje y corrupción dentro del Ojo del Terror, Gorthus abrazó la maligna influencia del Caos, convirtiéndose en el Herrero de la Disformidad de Kranon.
  • Okrark - Okrark era el anterior Reclusiarca del Capítulo de los Sables Carmesíes, pero después de su excomunión, viaje y corrupción dentro del Ojo del Terror, abrazó convertirse en un Apóstol Oscuro del Caos Absoluto, y ahora predica el dogma del Sendero Óctuple.
  • Dzargon Draznicht - El brutal asesino conocido como Draznicht fue una vez reconocido como la mente más sabia entre todos los Astartes de los Sables Carmesíes. Fue el Capitán de la 1ª Compañía. En reconocimiento a su percepción sobrenatural, cuando el Capítulo fue corrompido por el Caos, su mente se abrió a la Disformidad y un tercer ojo funesto se abrió sobre su frente, siempre buscando nuevas maneras de desatar asesinatos. Ahora Draznicht sigue a Kranon, no como consejero, sino como su ensangrentada mano derecha, listo para dar rienda suelta a la unidad asesina que comanda, conocida como Los Devastadores, sobre cualquiera que se interponga en el camino de la Masacre Carmesí.
  • Mortis Metalikus (Muerto) - Mortis Metalikus es el nombre dado a un Bruto Infernal de la Masacre Carmesí. Anteriormente conocido como Sevarion Kranon, él era el hermano nacimiento de Sevastus Kranon, el Señor del Capítulo de los Sabes Carmesíes, y fue el Capitán de la 2ª Compañía. Tras negarse a entregarse a la sed de sangre que poseyó a sus hermanos de batalla durante la masacre de Umidia, Sevarion fue encarcelado por su hermano por su desobediencia. Sin embargo, la maldición de Khorne que cayó sobre todo su capítulo finalmente llevó a esta, una vez noble alma, a volverse completamente loca durante su confinamiento. Al final, Sevarion fue encarcelado dentro del sarcófago de un Bruto Infernal, una variante de un Dreadnought del Caos. Fue consumido por la rabia asesina y grotescamente corrompido por los poderes del Caos. Metalikus fue finalmente asesinado en los días previos a la 13ª Cruzada Negra, un destino que dio la bienvenida como la liberación de su torturada existencia .
  • Braglan Ragnald - Anterior Capitán de la 3ª Compañía del Capítulo de los Sables Carmesíes, Ragnald era el mayor de los Capitanes en el Capítulo.
  • Eli Dzarton - Anterior Capitán de la 4ª compañía del Capítulo de los Sables Carmesíes, Dzarton era un hombre poderoso, incluso para los estándares de los Marines Espaciales, popular no sólo entre sus compañeros capitanes, sino también con los hermanos de menor rango del Capítulo. Aunque no codiciara la posición de Sevastus Kranon, no era un secreto que Dzarton podría liderar a los Sables Carmesíes en un futuro. Tras la masacre en Umidia y su excomunión después del genocidio cometido en Demetra, Dzarton siguió voluntariamente al Señor del Capítulo Kranon en el Ojo del Terror en una campaña suicida en busca de un glorioso martirio. Cuando Kranon cambió de opinión y años más tarde abandonó su causa, el capitán Dzarton marchó, llevándose con él muchos de los hombres de su antigua Compañía y el Crucero de Ataque Orgullo de Rhogon. Juró que si alguna vez se colvían a encontrar sería como enemigos. El Capitán Dzarton y sus cincuenta y nueve seguidores de la restaurada 4ª compañía establecieron una base secreta en su antiguo planeta natal de Rhoghon. Todavía estaba contaminado por la radiación, pero Dzarton tenía la esperanza de restaurar los viejos Sables Carmesíes. Se comprometió a perseguir y matar a Kranon como su penitencia ante el Emperador.
  • Shergon - Anterior Capitán de la 5ª Compañía del Capítulo de los Sables Carmesíes.
  • Barkman - Anterior Capitán de la 6ª Compañía del Capítulo de los Sables Carmesíes, después de la excomunión de su Capítulo, viaje y corrupción dentro del Ojo del Terror, Barkman desafióa Kranon por el liderazgo de la Masacre Carmesí. En el posterior duelo, Kranon venció a su antiguo amigo y compañero, siendo brutalmente sacrificados. Tras la derrota de Barkman, no hubo más desafíos por el liderazgo de Kranon.
  • Kiestor - Anterior Capitán de la 7ª Compañía del Capítulo de los Sables Carmesíes.
  • Nthicrar - Anterior Capitán de la 9ª Compañía del Capítulo de los Sables Carmesíes.
  • Murdok - Anterior Capitán de la 10ª Compañía de Exploradores que fue gravemente herido mientras combatía contra los Tiránidos en el sur galáctico que amenazaba una cadena de Mundos Agrícolas vitales para la existencia de tres subsectores enteros y las vidas de más de cien mil millones de almas. Mientras se recuperaba de sus horrendas heridas en su mundo capitular de Drogsh, la Masacre Carmesí cometió las atrocidades en Umidia y Demetra. Pronto fueron declarados Excommunicate Traitoris. Su planeta natal fue sitiado por la

Inquisición y todo el mundo conectado al Capítulo asesinado. Sólo un puñado de Exploradores, bajo el Señor de la 10ª Compañía, Murdok, escaparon. Su destino sigue siendo desconocido.

  • Anzo Riegler - Anterior Sargento de los Exploradores de la 10ª Compañía, era un combatiente formidable y un veterano de Compañía de los Sables Carmesíes. Fue seleccionado como el sucesor de Murdock para tomar el mando temporal de la 10ª Compañía a raíz de la herida grave de su ex comandante. Su destino después de la caída de su Capítulo sigue siendo desconocido.
  • Urzoz - Anterior Sargento de la 9ª Compañía del Capítulo de los Sables Carmesíes.
  • Kohl - Kohl sirvió como sargento primero de la 1ª Compañía de élite de los Sables Carmesíes. Su deber jurado era permanecer en el Salón de la Espada a bordo de su buque insignia Honor Rojo y llevar a cabo cualquier tarea que los Maestros de los Sables Carmesíes le exijan. Ahora sirve como un guerrero despiadado en las filas de la Masacre Carmesí.
  • Vroshd Tattersoul - Entre los miembros de Masacre Carmesí había uno que disfrutaba derramando sangre más que cualquiera de sus compañeros: Vrosh Tattersoul, el Carnicero. Mientras que muchos integrantes del Capítulo de los Sables Carmesíes trataban de resistirse a las voces que sonaban dentro de sus cabezas, Vrosh las siguió de buen grado. Se convirtió en un auténtico matarife, blandiendo un arma en cada mano, como un torbellino de acero y muerte. Los nuevos patrones de Vrosh le regalaban mutaciones que aceptaba sin reparos. Brotaron dos pares de cuernos en su casco y pinchos y rostros cambiantes quebraban las suaves líneas de su servoarmadura. Fue en la Meseta de Perdición donde Vrosh se ganó el apelativo de “el Carnicero” y, con ello, la enemistad acérrima de los Ángeles Oscuros. Espoleado por las voces salvajes de su mente, instigó a su escuadra a un arrebato de violencia tan brutal que los Apotecarios de los Ángeles Oscuros no pudieron recuperar el equipo ni la semilla genética de los cadáveres horriblemente mutilados que habían dejado a su paso. A Vrosh no le importaba, ahora era un Paladín de los Dioses Oscuros y haría cualquier cosa para seguir ganándose su favor.

Flota de la Masacre Carmesí[]

  • Honor Rojo (Barcaza de Batalla) -- Nave insignia del Capítulo gobernada por Kranon el Implacable. De estilo barroco. El casco tiene miles de millas de largo con incrustaciones de lascivas gárgolas y puntiagudos símbolos del Caos. El puente tenía el tamaño de una catedral.
  • Orgullo de Rhoghon (Crucero de Ataque)
  • Horizonte Rojo (Crucero de Ataque)
  • Deathbringer (Transporte)
  • Helbound (Transporte)
  • Ironwasp (Escolta)
  • Cimitarra (Ariete)

Reliquias de la Masacre Carmesí[]

  • Crozius del Pacto Oscuro - El Capellán Okrak esgrimió una vez este letal Crozius en el nombre del Emperador, mientras profería letanías de odio y oraciones fanáticas a la vez que aplastaba a sus enemigos. Ahora, la antigua maza está tan impregnada con el corruptor poder de la Disformidad que a Okrak no le hace falta decir palabra alguna, pues el crozius actúa como un foco de las voces que llenan las cabezas de todos y cada uno de los Masacre Carmesí. En su presencia los guerreros entran en un estado de frenesí demente y descuartizan a sus enemigos con una ferocidad cada vez mayor.
  • Espada del Implacable - Conocida formalmente como la espada Imperator, esta legendaria espada fue rebautizada por el que la blande. De hecho, Kranon el Implacable es quien dio a luz a esta funesta arma hace muchos siglos, y ha presenciado cómo se corrompía, desde ser una noble espada de energía a una terrorífica espada conectada a la Disformidad. Así como se alimenta de la sangre de sus víctimas, también lo hace de sus almas, haciendo que su roce sea más letal con cada vida que reclama.
  • Los Cuernos del Masacrador - Desde el renacimiento del Capítulo como Masacre Carmesí los cuernos de este yelmo, impregnado en Disformidad, han alcanzado un tamaño descomunal. Tal cantidad de siniestras energías posee que el portador se ve conducido a un estado de rabia incontrolable, con las voces de su cabeza amplificadas de forma ensordecedora. Mientras se abalanza a por los enemigos, el frenético guerrero rajará y ensartará a sus víctimas con los cuernos daemónicos embistiendo con ellos.
  • La Estrella funesta de Mannon - Mannon una vez fue el maestro bibliotecario de los Sables Carmesíes antes de convertirse en un poderoso Hechicero bendecido con la capacidad de ver en la Disformidad. Después de que el Señor de la Transformación, Tzax’lan-tar, se deshiciera de su cuerpo, lo único que quedó de la armadura del Hechicero fue la reliquia que después sería conocida como la Estrella funesta de Mannon. Este potente artefacto posee la forma de una estrella de ocho puntas con un malvado ojo que tintinea en su medio. Si puede controlar a las enloquecidas visiones, el portador de la Estrella funesta de Mannon podrá ver una miríada de potenciales futuros con los que guiar las acciones de sus compañeros renegados.
  • Corazón de demonio - Esta barroca armadura es en sí el mayor logro de Trentukus, el jefe de los Herreros de la Disformidad de la Masacre Carmesí. Trentukus ha enlazado la esencia de un poderoso demonio en la armadura, alterando sus energías sobrenaturales para potenciar al portador. Por debajo de su vidriosa superficie, el prisionero atrapado en la armadura se retuerce impaciente, buscando desesperadamente la forma de escapar. Sus esfuerzos son inútiles, pues las funestas runas encantadas que adornan la armadura drenan la fuerza del daemon para alimentar a energías que insuflan con su fuerza al portador.
  • Profeta de las Voces - Cuando la Masacre Carmesí se prepara para la batalla, uno entre ellos es elegido en ocasiones por los poderes desconocidos que dirigen a las voces de su cabeza. Jamás hay duda de quién ha sido elegido por las voces para este dudoso honor, pues unas fauces aullantes brotan en su armadura. Un flujo constante de palabras incomprensibles es vomitado por estas fauces daemónicas, alterando la apariencia del elegido a voluntad. En batalla, liderará a una hueste de guerreros igualmente afligidos hacia el corazón del ejército enemigo en un insensato servicio a las órdenes de las voces.

Apariencia[]

Desde su excomunión y su viaje al interior del Ojo del Terror, las milenarias heráldicas y dogmas de los Sables Carmesíes había quedado atrás y estaban casi olvidadas. Ahora son los colores y simbología de los Masacre Carmesí son suficientes para generar olas de pánico debido al rumor por las obras que han llevado a cabo a lo largo y ancho del Imperio de la Humanidad.

Heráldica Perdida[]

Se sabe que los Sables Carmesíes eran seguidores del Codex Astartes en el empleo de insignias y marcas para sus escuadras; sin embargo tales detalles son ahora difíciles de determinar. Desde que abandonaron su servicio al Imperio, la milenaria heráldica de los Sables Carmesíes se ha erradicado y ahora en su mayor parte ha sido olvidada. Por orden de la Inquisición, todos los registros del ahora Capítulo excomulgado han sido tachados, censurados o  borrados; en  muchos sentidos es como si jamás hubieran existido.

Ha habido informes aislados de testigos que dicen haber visto los uniformes y heráldicas cuando aún se encontraban en servicio. A pesar de ser una gran desconocida, la Cuarta Compañía de los Sables Carmesíes se escindió de los recientemente proclamados Masacre Carmesí y, operando en completo silencio sin emitir transmisión alguna, han empezado a intentar restaurar su Capítulo. Aunque parece ser que se perdieron por la Disformidad durante algún tiempo, han regresado a su planeta natal, el planeta irradiado Rhoghon, del sistema Brakatoa.

Retorcidos y Barrocos[]

En el Ojo del Terror comenzó la transformación de los Sables Carmesíes en unos Marines Espaciales del Caos renegados en toda regla. En algunos casos, los cambios fueron sutiles pero en otros los cambios fueron salvajes y espectaculares. Los suaves contornos de ceramita se retorcieron a medida que nuevos e intrincados patrones surgían por toda la servoarmadura de sus portadores. En primer vistazo a un miembro de los Masacre Carmesí es difícil distinguir cualquier iconografía de los Sables Carmesíes más allá del color de su armadura. Un vistazo más detallado revelaría que alguna de sus antiguas insignias aún es visible aunque con nuevas formas, mostrándolas alteradas. Las pequeñas marcas y sellos de pureza están ahora deformados, formando una extraña burla de los propios símbolos imperiales. La transformación del Águila Imperial en un ojo que todo lo ve es uno de los cambios más comunes, y puede distinguirse en muchas partidas de guerra de los Masacre Carmesí.

En el campo de batalla, sólo los más valientes se atreven cruzar sus miradas con la de los Masacre Carmesí que bullen de funestas intenciones asesinas. Cubiertos de macabros símbolos y goteando sangre derramada de su carnicería anterior, los Masacre Carmesí contemplan como sus enemigos huyen ante su temible y mortal aura.

Galería[]

Leer más[]

Lista de Ejércitos de Marines Espaciales.

Lista de Legiones Traidoras y Capítulos Renegados.

Fuentes[]

Extraído de la traducción del Codex realizada por Profanus40k

  • Warhammer 40,000: Reglamento (6ª Edición).
  • Suplemento: Masacre Carmesí (6ª Edición).
  • Codex: Marines Espaciales del Caos (8ª edición).
  • Assassinorum: Execution Force, Libro de reglas.
  • Campaña Black Crusade: Traitor's Hate.
  • White Dwarf nº 209 (Edición española).
  • Ascension of Balthasar (Audiodrama), por C. Z. Dunn.
  • Venganza Oscura (Novela)|Venganza Oscura, por C. Z. Dunn.
  • Assassinorum: Execution Force, por Joe Parrino.
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