El Emperador desarrolló y refinó, a lo largo de décadas durante el M29, el material genético necesario para crear a los Primarcas, gracias al cual consiguió hacer viables 20 embriones. Antes de eso ya había desarrollado a los Adeptus Custodes a partir de su propio material genético, y también a los Guerreros Trueno, los primeros guerreros genéticamente mejorados, físicamente superiores a los posteriores Astartes pero de vida más corta.
Lo hizo gracias a un enorme equipo de científicos, las mejores mentes de su tiempo, en unos enormes laboratorios situados bajo el Himalaya. Al parecer, el Emperador no era el único que investigaba en este sentido, pues es probable que Narthan Dume, quien dirigía el Imperio Panpacífico durante la Era de los Conflictos, también los usase.
De este proceso de investigación y desarrollo se sabe muy poco. Sólo podemos tener un leve atisbo gracias a las visiones que tuvo el Señor de la Guerra Horus cuando, estando enfermo en Davin, su alma fue arrojada a la Disformidad y Erebus, disfrazado de Hastur Sejanus, le guió por el futuro y el pasado.
Estos laboratorios eran colosales, con paredes recubiertas con paneles de acero blanco y plata. El aire tenía un regusto estéril y el laboratorio se encontraba casi a temperatura de congelación. Cientos de personas trabajaban aquí, con trajes herméticos blancos con visores dorados y engorrosas mochilas. Estos laboratorios estaban a una profundidad increíble por debajo del Himalaya, pues Horus tenía la sensación de no haber estado jamás a tanta profundidad.
Al fondo del laboratorio había una puerta de acero con el águila imperial grabada junto a extraños símbolos místicos, protegida por un campo de energía brillante. Tal y como vieron los futuros Gal Vorbak en la visión mostrada por Yngethel, los extraños símbolos místicos no eran otra cosa que arcano lenguaje demoníaco-disforme, usado por el Emperador en la creación de los Primarcas. El campo de energía era un enorme campo Geller para proteger las cápsulas de los asaltos demoníacos, que finalmente sería destruído por Argel Tal. Horus sentía que allí se ocultaban grandes secretos, y estaba en lo cierto. El interior de la puerta era también enorme, pero de temperatura algo superior y vacía de científicos.
A partir de ahí pasaron a una cámara cilíndrica con veinte grandes tanques de tamaño de torpedos acostados a los lados de una pasarela central, con números romanos estampados en sus flancos. Cada tanque estaba conectado a máquinas de tecnología tal que escapaban incluso a la sobrehumana mente de Horus.
Cada tanque tenía cristal blindado en su parte superior. Dentro de cada tanque estaba el feto de cada uno de los Primarcas. Horus podía sentir la energía que emanaba de ellos, que incluso ya eran capaces de golpear el metal. Horus se vio a sí mismo. Entre este momento y la enfermedad de Horus pasaron más de doscientos años.
El tanque XI[]
Horus fue mirando el interior de cada tanque y fue entonces cuando se paró para contemplar el interior del número XI, correspondiente a uno de los Primarcas Perdidos. La frase exacta que contiene la novela Falsos Dioses es:
"Se detuvo ante el tanque con el número XI marcado sobre él y puso su mano contra el acero suave, sintiendo las glorias desconocidas que podrían haber esperado a quien crecía en su interior, a sabiendas de que nunca llegarían. Se inclinó para mirar dentro."
A su vez, los futuros Gal Vorbak se fijaron en la cápsula número II, hablando de que en su momento el que la ocupaba había sido puro e inocente... dando a entender que había dejado de serlo. Al parecer, y a tenor de la conversación, los propios Portadores de la Palabra habían participado en la erradicación de la II Legión, y Lorgar había sufrido mucho por la ¿desaparición? ¿Muerte? de sus hermanos Primarcas de las Legiones II y XI.
A partir de aquí, y de los otros pocos indicios que existen sobre las Legiones Perdidas y los Primarcas Perdidos, es donde empieza el terreno de la especulación.
La fisura del tanque[]
Un detalle interesante es el que nos ofrece la novela Falsos Dioses: Poco después de mirar el tanque nº XI, Horus golpea rabioso en un determinado momento uno de los contenedores donde estaba uno de los Primarcas, rabioso ante las afirmaciones de Erebus.
El párrafo dice que se abrió una diminuta fisura en el tanque y que la criatura del interior pataleó asustada. Instantes después se abrió la Fisura Disforme que engulló las cápsulas.
No se dice en ningún momento qué Primarca era ése cuya cápsula recibió la fisura, ni tampoco si lo que se le mostró a Horus eran sólo visiones o si realmente habían retrocedido al pasado de forma que sus actos alteraron los hechos futuros, pero cabe la posibilidad de que tuviera que ver con la posterior tragedia que debió ocurrir para que tanto el undécimo Primarca como su Legión desaparecieran de los registros imperiales.
El Portal de Disformidad[]
La Fisura Disforme, según Falsos Dioses, no se debió a ningún violento ataque militar del Caos. Simplemente empezaron a sonar las alarmas, el aire se cargó de energía y el portal se abrió, alzando a Horus y a Erebus por los aires y desprendiendo del suelo las cápsulas.
Según El Primer Hereje, esa invasión demoníaca se pudo producir porque Argel Tal, llevado por una visión de la misma manera en que lo sería Horus, destrozó con su espada el campo Geller que protegía las cápsulas.
En este tumulto entraron en la cámara cilíndrica los Adeptus Custodes, comandados por Constantin Valdor; cosa que muestra que éste ya era adulto cuando Horus era apenas un feto. Pese a que en otros lugares a los que las visiones de la Disformidad habían llevado a Horus nadie se había fijado en él ni le había visto, los Custodes le vieron claramente y abrieron fuego contra él y contra Erebus, pensando que eran los causantes del incidente.
Horus, enfurecido, acabó con todos los Custodes; y justo cuando iba a enfrentarse contra Valdor apareció el Emperador. Con un simple gesto de su mano controló el portal y, de soslayo, se dirigió a Horus.
La aparición tan sumamente rápida de los Custodes y el Emperador (que estaban en el laboratorio en ese momento, o no hubieran llegado a tiempo) muestra la increíble prioridad que tenía el Proyecto Primarca en los planes del Emperador.
Fuentes[]
- Falsos Dioses, por Graham McNeill.
- El Primer Hereje, por Aaron Dembski Bowden.