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El contenido de este artículo pertenece a la saga No Oficial de la Herejía de Dorn, que ha recibido el Sello de Calidad Wikihammer.

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Corrompida mientras intentaba recomponer sus fuerzas tras la Masacre de Istvaan, la Guardia del Cuervo ha dedicado su vida y su alma a Tzeentch, el Dios del Cambio. La carne sigue al deseo, y el hueso y la armadura toman forma de alas y garras. Incluso antes de su Caída, la Legión era capaz de atacar desde la oscuridad, terminando batallas antes incluso de que empezasen. Ahora, guiados por sus poderosos Hechiceros, son capaces de manipular el destino de mundos enteros.

Historia[]

Orígenes[]

Cuando los pequeños Primarcas fueron dispersados por la galaxia, la mayoría fue a caer en mundos fuera de las fronteras del creciente Imperio. Corvus Corax, sin embargo, aterrizó en una luna que orbitaba un planeta recientemente sometido, aunque el Emperador no tenía forma de saber que Su hijo perdido ya estaba dentro de Sus dominios. El pálido joven fue encontrado en Lycaeus, una luna minera sin atmósfera que orbitaba el planeta Kiavahr. Desafortunadamente, la presencia del Imperio en el planeta no iba mucho más allá de un puñado de oficiales encargados de asegurarse de que el Tecnogremio gobernante mantuviese el flujo de equipo y armas para las expediciones cercanas. Lycaeus era una colonia penal, y las minas eran operadas por criminales y disidentes opuestos a los gobernantes de Kiavahr. Ser enviado a Lycaeus era al mismo tiempo una cadena perpetua y una condena a muerte, pues el trabajo agotador, el aire enrarecido y el riesgo siempre presente de los derrumbes hacían de la vida allí algo desagradable, brutal y breve. Las protestas eran rápidamente aplastadas por los guardias, respaldados por la autorización definitiva para que, si el motín se volvía demasiado grave, las cúpulas de energía que rodeaban los asentamientos fuesen desactivadas y los elementos discordantes fuesen lanzados al espacio abierto.

El joven Primarca fue encontrado por los convictos, que reconocieron algo de excepcional en él. Escondieron al niño de los guardias y lo llamaron Corax, o “El Liberador”, de tan seguros que estaban de que ahora tenían la clave para su salvación. Esta visión era compartida por Corax, quien desde una temprana edad tuvo sueños de una vasta y alada presencia, un cuervo que le guiaba en los momentos de tribulación y le hablaba de un gran destino para proteger a la Humanidad de sus enemigos. Los primeros pasos de este largo camino eran liberar a la maltratada población de Lycaeus de sus brutales amos.

A pesar de lo enfermizo de su entorno, Corax maduró rápidamente hasta convertirse en un guerrero de proporciones sobrehumanas. Mientras, los convictos le enseñaron todo tipo de técnicas perfeccionadas en el submundo criminal de Kiavahr. Tácticas como el sabotaje, el engaño, la intimidación y el asesinato serían vitales para liberarles del férreo control de sus carceleros, y Corax puso todas esas habilidades y más en uso. Estaba claro que no podían esperar vencer a sus dominadores en combate abierto, pues las únicas armas de que disponían eran herramientas y maquinaria mineras.

Corax analizó clínicamente las debilidades de sus enemigos y diseñó un ingenioso plan para provocar su caída. Mediante una sutil campaña de sabotajes, los seguidores de Corax aumentaron constantemente la presión sobre los guardias sin llegar nunca a provocar su ira. Las habilidades mineras de los prisioneros fueron imprescindibles en esto, primero para conseguir acceso a áreas restringidas, y después para flanquear y rodear a sus enemigos. Una serie de “accidentes” en el espaciopuerto destruyeron gran parte de la pequeña flota de lanzaderas mineras de Kiavahr, lo que hizo que los turnos y guardias de los guardias se extendiesen constantemente debido a que sus relevos estaban atrapados en el planeta. Para cuando la revolución de Corax estalló finalmente, los guardianes estaban exhaustos y descontentos, y fueron presa fácil. La mayor amenaza provenía de la inmensa torre negra desde la que sus vigilantes gobernaban la luna, pero también fue neutralizada cuando los defensores se encontraron con que su control sobre las cúpulas de energía había sido subvertido. Sus intentos de arrojar a los prisioneros rebeldes al espacio sólo resultaron en la apertura de las puertas de la fortaleza y la desactivación de la cúpula de energía de la torre, lanzando a los propios guardias al espacio.

Enfurecidos por la rebelión, los gobernantes de Kiavahr utilizaron las lanzaderas que les quedaban para transportar fuerzas militares al satélite. No tuvieron mayor éxito que los guardias, y fueron destrozados por los rebeldes de rostro sombrío de Corax, vueltos aún más letales por las armas robadas a sus antiguos carceleros. Reconociendo finalmente la seriedad de la amenaza a la que se enfrentaban, los líderes del Tecnogremio solicitaron la ayuda del Imperio para acabar con la revuelta. Sin acceso a los recursos minerales de su luna, las forjas pronto se quedarían frías, y los suministros que necesitaban las expediciones se agotarían.

La flota imperial llegó con una rapidez impresionante, dirigiéndose directamente a la turbulenta luna, y apenas un rato después los líderes del Tecnogremio fueron secamente informados de que la rebelión había concluido. Cuando la nave de desembarco de la nave insignia imperial tomó tierra en el principal espaciopuerto de Kiavahr, el líder rebelde apareció no encadenado, sino orgullosamente victorioso, junto a nada menos que el mismísimo Emperador. Todos los presentes se arrodillaron ante el Señor de la Humanidad, quien proclamó que Corvus Corax era Su hijo, y el hombre que desde ese día gobernaría el sistema Kiavahr en Su lugar.

Acobardado por este edicto, y por la Legión Astartes puesta bajo el mando de Corax, el ahora servicial Tecnogremio recibió la misión de proporcionar armas y armaduras para su nueva “Guardia del Cuervo”. Las condiciones de los mineros fueron mejoradas dramáticamente, y la luna de Lycaeus, ahora renombrada “Deliverance” (liberación) por los logros de Corax, se convirtió en el hogar de la Legión. La temible torre negra que había sido el símbolo del poder del Tecnogremio fue reforzada y expandida para transformarla en la Fortaleza-Monasterio de la Legión, y fue bautizada como la “Torre del Cuervo”.

Se ha sugerido que el gran cuervo de los sueños de Corax era una manifestación del Emperador intentando encontrarle. Ciertamente, después de que padre e hijo se reunieran, Corax rara vez volvió a ser visitado por esta misteriosa presencia. En Ullanor, es un hecho conocido que Corax preguntó a su padre sobre este fenómeno, pero, siempre enigmático, el Emperador simplemente sonrió como si supiera exactamente de qué hablaba.

La Gran Cruzada[]

Incluso con el poder de una Legión Astartes a su disposición, Corax continuó siguiendo los preceptos con los que había sido criado. Entrenó a sus comandantes en observar al enemigo, en golpear en el punto donde este era más débil, y en eliminar su capacidad de contraatacar. Mientras otros Primarcas usaban sus ejércitos como una maza para someter planetas, la Guardia del Cuervo fue el estoque de las Legiones Astartes. Debido a esto, la Guardia del Cuervo rara vez necesitaba operar en grandes grupos. En vez de eso, se dispersó por docenas de campañas expedicionarias junto a muchas otras Legiones. De hecho, se dice que la razón por la que Horus obtuvo tantas victorias fue que utilizaba constantemente a la Guardia del Cuervo para abrirle paso por las defensas de los planetas, los cuales después eran tomados por su propia Legión, que se quedaba con el mérito de liberarlos. En otros casos, sin embargo, las diferencias culturales eran simplemente demasiado grandes. Corax había prohibido la creación de un Librarium psíquico dentro de su Legión, y consideraba que la forma en la que los Mil Hijos abrazaban su floreciente potencial psíquico rayaba en la hechicería. Prohibió a la Guardia del Cuervo combatir junto a ellos, e incluso habló en contra de Magnus en el Concilio de Nikaea.

La otra Legión a la que la Guardia del Cuervo procuró evitar fue la de los Puños Imperiales. El desdén de Rogal Dorn hacia aquellas tácticas que consideraba deshonrosas era legendario, llegando a declarar públicamente al camuflaje como "el color de la cobardía". No está claro si su intención era ofender, o si simplemente era parte de la descarada intensidad de Dorn, pero ante tales declaraciones la Guardia del Cuervo consideró adecuado mantenerse apartada de las campañas dirigidas por los Puños Imperiales.

A pesar de esto, la lista de planetas anexionados al Imperio gracias por la sutil aplicación de presión militar de la Guardia del Cuervo siguió creciendo a buen ritmo. El sistema fortaleza de Sangramor había resistido el poder del Imperio durante décadas, pero tres meses después de llegar, la Legión de Corax logró aislar y eliminar a los gobernantes del sistema. Con la confederación planetaria fracturada, los planetas del sistema cayeron fácilmente uno tras otro y aceptaron el dominio imperial. Su maestría de la guerra no se limitaba sólo a enfrentamientos con otras sociedades humanas. Cuando el subsector Tanaburs fue amenazado por un inmenso alzamiento Orko, la Guardia del Cuervo fue capaz, mediante el asesinato y el sabotaje, de matar y desacreditar a los líderes más problemáticos sin ser detectada. La inevitable guerra interna por el poder frenó a los Orkos el tiempo suficiente para que el Imperio reuniese un ejército lo bastante grande como para exterminar a la amenaza xenos de una vez por todas.

Con el futuro de Su Imperio aparentemente asegurado, el Emperador se retiró a Terra, pero antes de hacerlo, reunió a Sus hijos en Nikaea. Evidentemente Corax no estaba solo en sus dudas sobre Magnus, quien estaba acusado de haber sobrepasado los límites de lo psíquico hacia el territorio prohibido de la hechicería. Uno tras otro, Russ, Mortarion, Corax, e incluso Dorn se pronunciaron en contra de su hermano. La Guardia del Cuervo no era la única Legión que había rechazado a los Bibliotecarios, y en Nikaea se puso en tela de juicio la naturaleza de los propios poderes psíquicos.

La noche antes de que el Emperador pronunciase Su veredicto, los sueños de Corax fueron visitados de nuevo por un gran pájaro. En lugar de una presencia reconfortante, era algo preocupante y elusivo, una figura indistinta que sólo podía verse de reojo. Este perturbador augurio presagió la decisión del Emperador, que no sólo permitió a las Legiones, con ciertas precauciones, continuar empleando a los psíquicos, sino que además concedió prerrogativas significativas a los Mil Hijos. Magnus sería instruido personalmente por el Emperador sobre las sutiles artes de lo psíquico, y podría pasar estos conocimientos a su Legión. A cambio, él y sus Marines Espaciales se someterían al proceso de la Comunión de Almas. Al fundir sus esencias con la del Emperador, se dijo, estarían protegidos de los horrores y tentaciones de la hechicería. Este compromiso sirvió de poco para apaciguar los temores de los Primarcas más escépticos, y acabó por generar una matanza más adelante, pero el Emperador parecía ciego al resentimiento que causaba.

Los Primarcas regresaron a sus Legiones para continuar con la Gran Cruzada. Bajo la senescalía de Horus como Señor de la Guerra, la lista de planetas incluidos en el dominio del Emperador siguió creciendo, pero sin Su presencia apareció una sensación de malestar. Esto tomó forma cuando el propio Señor de la Guerra fue derribado por una enfermedad y fue incapaz de responder a los relatos procedentes de la Franja Este que contaban que Roboute Guilliman, Primarca de los Ultramarines, estaba a punto de separarse del Imperio. Con el Señor de la Guerra Horus indispuesto, Rogal Dorn, como Pretoriano del Emperador, reunió una flota lo bastante grande como para hacer caer de rodillas a la enorme Legión de los Ultramarines. Entre muchas otras, la Guardia del Cuervo fue una de las Legiones convocadas al completo al sistema Istvaan.

La Traición en Isstvan[]

"No me pidas que acuda a la batalla con mansedumbre, que me arrastre por las sombras, o que me acerque silenciosamente a mis enemigos en la oscuridad. Soy Rogal Dorn... Puño Imperial... Marine Espacial... Campeón del Emperador."

Rogal Dorn sobre las propuestas estratégicas de Corax

El nuevo "Segmentum Ultramar" de Guilliman comprendía una gran parte del Este galáctico, y en su relativo aislamiento los Ultramarines habían crecido hasta alcanzar proporciones descomunales. Para oponérseles, la mitad de las Legiones Astartes fueron convocadas al completo, con siete de ellas reunidas sólo para atacar a Guilliman en su puesto de avanzada de Istvaan V. Aunque perturbado porque el hermano se enfrentase al hermano, y lo que era peor, porque hubiera que hacerlo bajo el mando de Rogal Dorn, Corax enfocó la misión con su habitual naturaleza analítica. Sus ofertas de ayuda en la planificación del asalto fueron rechazadas por Dorn, cuya habilidad para romper asedios era legendaria. Corax fue informado con desdén de que Dorn dirigiría la primera oleada de cuatro Legiones en el desembarco planetario. Debilitarían a los Ultramarines, mientras la Guardia del Cuervo, los Devoradores de Mundos y los Hijos del Emperador esperaban en órbita para dar el golpe de gracia.

En la víspera del ataque a Istvaan, como a menudo ocurría en tiempos de gran agitación, los sueños de Corax fueron visitados una vez más. Como en Nikaea, la presencia era elusiva y no se reveló a sí misma, pero esta vez le habló. Corax había sido aconsejado por el cuervo incontables veces antes, y por eso la advertencia de que su Legión se enfrentaba a un gran desastre le heló la sangre. El diario de Corax describe el sueño:

"Rogué a la figura que se mostrase, para que me explicara lo que debía hacerse para evitar este terrible destino. Desde detrás de mí oí un rascar de garras en el shingle suelo, y me giré para ver no al cuervo que me había guiado en mi juventud, sino a una cosa mucho más parecida a un buitre. La criatura escupía bilis, siseando que el Emperador me había abandonado, pero que las vidas de mis hombres podían ser salvadas si denunciaba a mi padre y me dedicaba en cuerpo y alma al Dios de la Transformación.

"Confieso que sentí tal asco e impresión que no pude hablar. Quizás tomando por error mi silencio como una consideración de su oferta, la cosa se me acercó y preguntó de nuevo si traicionaría a mi padre.
"¡Nunca!", grité, y lo empujé duramente lejos de mí. Alzó el vuelo, con su plumaje volviéndose azul pálido, y me miró fijamente con su cruel y malévola mirada. Con un siseo sibilante afirmó que correría como un cobarde en el campo de batalla de Istvaan, y que condenaría a mi Legión a la ruina más absoluta.

"Tomé una piedra del suelo, y poniendo en ella todo mi rechazo y furia, la arrojé a la aparición. Acertó al buitre en uno de sus odiosos ojos azulados, haciéndole chillar maldiciones rechinantes. Su última amenaza de
"Nemo me impune lacessit", o "Nadie me ataca impunemente" resonaba en mis oídos mucho después de que despertase."

Extracto del diario de Corax

Perturbado por el sueño, Corax revisó todo lo que pudo encontrar sobre la próxima batalla para asegurarse de que la predicción no llegaría a cumplirse. En la última reunión táctica, Corax expresó su preocupación por la falta de visibilidad sobre la zona de desembarco, pero Dorn se burló de su cautela. El Pretoriano incluso la presentó como cobardía por "no querer acudir al campo de batalla para una lucha honesta por una sola vez". Antes de que el enfrentamiento llegase a más, Dorn tiró sobre la mesa un puñado de imágenes del planeta, tomadas, según dijo, la noche anterior durante su fallida visita para intentar convencer a Guilliman de que se rindiese. Ninguno de los Primarcas devolvió la mirada a su hermano Corax mientras salían de la sala para iniciar el ataque a Istvaan V.

Las cuatro Legiones de vanguardia aterrizaron e informaron de buenos progresos, y después de lo que pareció una eternidad de esperar, Dorn dio la orden a la segunda oleada para atacar. A pesar de haber repasado hasta el último detalle las imágenes, Corax no pudo encontrar ningún fallo en el plan de Dorn. El ataque orbital era una de las tácticas favoritas de la Guardia del Cuervo, de modo que montaron en sus Cápsulas de Desembarco y naves con confianza, pero antes incluso de tomar tierra se hizo evidente que algo iba muy mal. Fueron alcanzados por disparos antiaéreos más allá de lo previsto, con hermanos equipados con retrorreactores siendo destrozados hasta convertirse en guiñapos sangrientos e incluso las Cápsulas rápidas como el rayo siendo reventadas meticulosamente por las defensas de los Ultramarines.

Corax reunió a los supervivientes, sólo para verse atacado no sólo por los Ultramarines, sino también por las Legiones de vanguardia de Dorn convertidas en Traidoras. Acuciado por la profecía de que correría como un cobarde, Corax reunió lo que quedaba de su Legión para un ataque contra el que los había traicionado, Rogal Dorn. Una y otra vez la Guardia del Cuervo atacó desde la oscuridad a las posiciones de mando de los Puños Imperiales, y a pesar de todo no hubo forma de encontrar a Dorn. Seguro de que Dorn había sido ya localizado, Corax apeló a los Devoradores de Mundos y los Hijos del Emperador en busca de apoyo, pero vio que estaban luchando en retirada hacia sus lanzaderas de rescate. Maldiciendo a sus hermanos por su debilidad, Corax dirigió a los restos de su Legión en un desesperado ataque hacia las fauces de los cañones de los Puños Imperiales. Superados ampliamente en número, sufrieron bajas terribles, pero mientras su Primarca siguiera avanzando, sus hombres lo seguirían lealmente hasta morir. Finalmente, cuando sólo quedó un puñado de sus hombres a su alrededor, Corax se dio cuenta de lo que su orgullo le había hecho a su Legión. Ordenó amargamente la retirada, y los machacados restos de la antaño poderosa Guardia del Cuervo se disolvieron en la humareda de la batalla para unirse a la evacuación.

Con el Imperio alertado de la traición de Dorn, las tres Legiones destrozadas evadieron a los Traidores y se detuvieron un momento, antes de regresar a sus respectivos mundos natales para recuperarse. Corax rabiaba en silencio, no sólo por los Traidores sino también por sus aliados, que no le habían ayudado en su catastrófico último ataque contra Rogal Dorn. Estaba seguro de que si le hubieran seguido habrían matado al Architraidor y acabado con su traición allí mismo. Este resentimiento sólo se hizo aún más profundo cuando la verdadera escala de la guerra alcanzó Deliverance.

La Caída[]

El Palafrenero se detuvo ante la puerta del sanctasanctórum, con sus nudillos a pulgadas de la oscura madera. Lord Corax se había hundido en las profundidades de la depresión desde la noche de la masacre, pasando de la furia rabiosa a la melancolía negra. Sintiendo la mirada expectante y calculadora del visitante en su espalda, golpeó fuertemente tres veces, y entró al oír la respuesta gruñida.

- Mi señor – dijo –, el honorable enviado de los Hijos del Emperador ha llegado y desea tener una audiencia con vos.

Su Primarca estaba de pie ante la ventana vistiendo una servoarmadura finamente pulida, pero parecía deshecho, como si no hubiese dormido en semanas. Recibiendo un seco asentimiento, hizo entrar al visitante. En vez de venir como un guerrero con su armadura puesta, vestía la simple túnica blanca de un Apotecario, cubierta por un tabardo de cuero muy bien curtido.

Al salir, el palafrenero oyó a Lord Corax murmurar que había creído que los habían olvidado después de Istvaan, pero entonces se iluminó, su voz llena de esperanza una vez más. Mientras la puerta se cerraba, oyó las expectantes, casi suplicantes palabras de su Primarca.

- Entonces, Fabius, has venido a ayudarme a reconstruir la Guardia del Cuervo... ¿Crees de veras que puedes hacerlo?


DornianRavenGuard2

No se recibieron noticias de la Legión durante varios años después de la Masacre de Istvaan. Esto no fue sorprendente, ya que todo el Imperio estaba en medio de una guerra civil, y la Guardia del Cuervo siempre había sido una Legión taciturna. Cuando las fuerzas imperiales finalmente acudieron a investigar los rumores de oscuros sucesos que estaban sucediendo en el área circundante del espacio, encontraron que no sólo Deliverance, sino también Kiavahr, habían quedado completamente desiertos. Incluso las cúpulas de energía que retenían la atmósfera en torno a la Torre del Cuervo estaban desactivadas, las grandes puertas abiertas de par en par, y la Fortaleza-Monasterio expuesta al vacío del espacio. El relato de lo que ocurrió en aquella oscura época ha sido extraído de lo que se cree que son las propias palabras de Corax, aunque su precisión, y lo completas que sean, son objeto de muchas conjeturas.

El diario de Corax cuenta que en su deseo de reconstruir su Legión, empleó las técnicas de implantación acelerada de cigotos que se usaron en los primeros días del Imperio. Esos métodos habían sido abandonados por buenas razones, ya que la gran mayoría de los sujetos de pruebas resultaron terriblemente deformados. En vez de aumentar de golpe sus números, provocó el desgaste casi total de sus reservas de semilla genética. Los niveles inferiores de la Torre del Cuervo se llenaron con monstruos esclavizados que pasaron a ser conocidos como los "Hombres Alados", y su martilleo rítmico e hipnótico sobre los muros de su prisión, como su vergüenza, perseguía a Corax allá donde iba.

En este punto tan desagradable, los sueños de Corax fueron una vez más visitados por la presencia demoníaca. Esta vez no habló, y sólo le miró con desprecio juzgándole silenciosamente con esos ojos fríos, muertos, de buitre. Al día siguiente, mientras Corax caminaba por los pasillos de las cámaras de la Torre del Cuervo, miró por casualidad a uno de los pobres despojos encerrados, y se dio cuenta de que tenía la misma mirada burlona del buitre. Buscó entre todos los Hombres Alados, y dentro de cada celda halló la misma corrupción del alma devolviéndole la mirada. Sabiendo lo que debía de hacerse, Corax despidió a sus asistentes y fue de celda en celda para eliminar sistemáticamente sus errores de la existencia. El martilleo rítmico de las criaturas se alzó en un estremecedor crescendo a la hora del lobo, pero para el amanecer, fue finalmente acallado.

La historia completa sobre lo que ocurrió después, de cómo Corax fue depuesto y de su destino final, está lejos de estar clara. Las sangrientas incursiones que atrajeron al Imperio de vuelta a Deliverance estaban dirigidas no por el Primarca de la Legión, sino por una figura sombría conocida por nombres como el Señor de los Clones, el Progenitor o incluso el Despellejador de Hombres. Los registros conservados, como el diario de Corax, hablan en términos brillantes de un individuo que había "solucionado" el problema con la creación de nuevos Marines, aunque cualquier referencia a cómo se logró esto, o a la identidad del Señor de los Clones, había sido cuidadosamente eliminada. A medida que los números de la Guardia del Cuervo volvían a aumentar, también lo hicieron las esperanzas de Corax. Empezó a entrenar a los nuevos Hermanos de Batalla e incluso escribió sobre llevar un destacamento a ayudar en el Asedio de Terra. Sin embargo, esto pronto se vio reemplazado por inquietud ante la naturaleza de sus nuevos Marines, en particular por su incrementado nivel de habilidades psíquicas descontroladas, y por los perturbadores métodos empleados para su creación.

A partir de aquí las entradas del diario terminan, aunque el resto de la información ha sido extraída de lo que se halló escrito en la pared de una celda especialmente construida en lo que debió ser el Apothecarion de la Fortaleza-Monasterio. Lo siguiente fue escrito indudablemente por la mano de Corax, y con la propia sangre del Primarca:

"Al principio pensé que aún dormía; todo lo que podía oír era el mismo martilleo rítmico que ha plagado mis sueños durante tanto tiempo. Entonces abrí los ojos y me di cuenta de que estaba de verdad en una pesadilla. Lo que vi a mi alrededor hacía parecer a los Hombres Alados ángeles beatíficos en comparación."

Extracto del último diario de Corax

Parece que Corax había sido drogado y encerrado por el Señor de los Clones tanto para que sirviera de fuente vital de material genético, como para hacer de él un cruel ejemplo de aquello en lo que se estaba convirtiendo su Legión. Corax siguió describiendo, con doloroso detalle, cómo el Señor de los Clones fue pervirtiendo su legado genético, y se reprendió a sí mismo repetidamente por su intencionada ceguera ante la forma en que sus nuevos hermanos habían sido creados. Habló de la crianza de monstruos, los precedentes de aquellos que se convertirían en oponentes demasiado familiares de las Legiones Leales. Mediante blasfemos ritos su potencial psíquico natural fue aumentado dramáticamente, convirtiendo a los más habilidosos en hechiceros capaces de manipular sin esfuerzo los poderes de la Disformidad. La mayoría sólo eran capaces de emplear sus poderes latentes para reconfigurar sus propios cuerpos, y en un grado menor, también su armadura y sus armas.

"Para estas abominaciones, la forma sigue al deseo. Los dedos se convierten en garras. Alas nacientes crecen para alzarlos en vuelo. Los fallos, y aquellos incapaces de controlar los cambios que se provocan a sí mismos, se transforman en poco más que sacos amorfos de garras y odio."

Extracto del último diario de Corax

El resto de los escritos de Corax se vuelven cada vez más incoherentes a medida que el encierro, la comprensión y cualesquiera experimentos a que fuera sometido por el Señor de los Clones se cobraban su precio. La última marca, dibujada en sangre, era una simple representación de un cuervo.

El destino final de Corax es desconocido. Cuando el Imperio vino a investigar Deliverance, la puerta de la celda estaba abierta y no se encontró nunca ningún cuerpo. Al principio se pensó que la rápida descompresión provocada por el fallo de la cúpula de energía de la Fortaleza-Monasterio había arrojado a todos sus ocupantes al espacio, pero el resto de Deliverance y Kiavahr también estaban desiertos. El Imperio ha registrado diecisiete casos distintos de caudillos y Príncipes Demonio de la Guardia del Cuervo que afirman ser Corax, aunque todos han sido desacreditados a lo largo de los milenios. Como corruptor de una de las Legiones Leales del Emperador, se ha invertido mucho tiempo y esfuerzo en establecer la identidad real y el destino del Señor de los Clones, aunque tras diez mil años el rastro se ha enfriado. Nadie con ese nombre ha sido asociado nunca con la Guardia del Cuervo desde que esta abandonase Deliverance, aunque podría haber tomado fácilmente otra identidad.

Corax descendió a través de las sombras, volviendo sin esfuerzo al papel del terror en la oscuridad. Era sólo cuestión de tiempo antes de que los cuerpos fuesen hallados y se diera la alarma, pero por ahora él gobernaba en las tinieblas. El cuervo, aunque ensangrentado y roto, había vuelto a él tras tanto tiempo y había purgado su mente de la locura que le había envenenado. No quería ni pensar en el significado profundo del desgarrado y destrozado aspecto de la aparición. Aquí y ahora, sabía lo que tenía que hacer. Con los controles de las cúpulas de energía y de las puertas de la Fortaleza-Monasterio programados y temporizados –una repetición de su primera visita a la torre- sólo quedaba una cosa pendiente.

Avistó a su presa, rodeada por esos monstruosos acólitos. Corax estaba demacrado, exhausto y desarmado, pero era uno de los Primarcas del Emperador, y aún era un rival más que superior para el pequeño y sucio Apotecario que había asesinado a su Legión. Entonces la alarma aulló por las salas de lo que una vez había sido su hogar, y empezaron a llegar más criaturas. No había otra elección. Sin un solo ruido, escaló el muro, para saltar por encima de las cabezas de las bestias y acercarse lo máximo posible al Señor de los Clones. Fuera lo que fuese lo que sucediera con la cúpula de energía, por muy implacable que pudiera ser al suprimir sus errores, él tenía que acabar con la vida del traidor sin importar el coste.

Abrazando su destino, Corax saltó.


Tras la Herejía[]

Tras la Herejía de Dorn, la corrompida Guardia del Cuervo huyó de su luna natal de Deliverance y se dispersó siguiendo los caprichos de la Disformidad. Mientras muchas de las Legiones Traidoras se dirigían al Ojo del Terror para crear mundos demoníacos a su imagen y semejanza, la Guardia del Cuervo rechazó un estancamiento semejante, y nunca se ha visto a sus miembros permanecer mucho tiempo en un mismo sitio. En vez de eso, se mueven sin descanso de planeta en planeta y de lugar en lugar, siguiendo los inefables deseos de Tzeentch, su oscuro Dios del Cambio Interminable.

Cualquier lugar tocado por su horrible presencia jamás vuelve a ser como era, pues los cultivos crecen retorcidos y la locura y la mutación se extienden con rapidez. Las investigaciones del Adeptus Mechanicus, los Mil Hijos y la Eclesiarquía han generado varias teorías para explicar este fenómeno, aunque nadie ha sido capaz todavía de combatir con efectividad a la corrupción. Purgar el área con fuego y sembrar el suelo con sal parece ser la única forma de prevenir que más leales súbditos imperiales sean corrompidos.

A pesar de todos los cambios traídos por su corrupción, conservaron la habilidad de su Primarca para incapacitar al enemigo antes incluso de que este sepa siquiera que está en guerra. En los siglos posteriores a su Caída, la Guardia del Cuervo llevó a cabo incursiones sobre objetivos dispersos que dejaron a los Comandantes Imperiales perplejos. Aunque los ataques habían sido sangrientos y militarmente exitosos, los propios objetivos eran inusuales, dejando otros de mucha mayor importancia sin tocar. Inicialmente esto fue atribuido a la inevitable locura asociada a la adoración al Caos. Con el tiempo, sin embargo, se hizo evidente que estos pequeños y aparentemente inconexos asaltos eran parte de algo mucho más siniestro. Por ejemplo, se ha visto que, con empujones de la Guardia del Cuervo, una cadena de sucesos que comenzó con una pequeña razzia contra una refinería de promethium en Pinosa Minor, acabó provocando la pérdida de todo el subsector Jhadra un siglo después.

Debido a esto, los ataques confirmados de la Guardia del Cuervo son analizados una y otra vez por los Comandantes Imperiales por miedo a lo que podrían llegar a provocar. En ocasiones los mismos refuerzos y fuerzas de persecución trasladadas para proteger una región atacada sirven a sus propósitos, pues las defensas en torno al verdadero objetivo de la Legión son reducidas y este queda listo para ser destruido. Tal es el sutil tejido de destinos que la Guardia del Cuervo busca urdir.

De todas las Legiones Leales, la que más éxitos ha tenido a la hora de rechazar y malograr las argucias de la Guardia del Cuervo ha sido la de los Mil Hijos. Sus adivinaciones psíquicas les han permitido preparar trampas contra la Guardia del Cuervo, contraatacar a sus Hechiceros, y expulsar a sus aliados demoníacos de vuelta a la Disformidad. Esta rivalidad ha provocado batallas titánicas entre las dos Legiones, aunque muchos de los mundos atrapados entre estas etéreas conflagraciones han sido dejados como rocas inhabitables.

Kayvaan Shrike, Príncipe Demonio de la Guardia del Cuervo[]

De todos los Aquelarres sueltos por la galaxia, el más temido es sin duda el dirigido por Kayvaan Shrike. Afirma haber nacido en Kiavahr, planeta que el Adeptus Mechanicus ha intentado repoblar periódicamente, y subió rápidamente en la escala de mando hasta dirigir el Aquelarre de la Cuchilla Sutil. Su campaña para desestabilizar el sistema Targus, bastión desde antiguo contra los imperios Orkos cercanos, redujo el millón de tropas del Ejército Imperial estacionadas allí a una fracción de su antigua fuerza. Incluso la llegada de la Sexta Gran Compañía de los Guerreros de Hierro fracasó en detener este declive, perdiendo ellos mismos más de la mitad de sus fuerzas y tres Ordinati adjuntos ante las precisas incursiones de la Guardia del Cuervo.

La pérdida del sistema Targus, y la subsiguiente invasión Orka por todo el subsector, coronó la ascensión de Shrike a la categoría de Príncipe Demonio. Sus burlonas proclamas de que "Estamos más cerca de lo que crees, y nuestras cuchillas están afiladas" inspiran terror en lo poco que queda del Ejército Imperial en la zona. La razón que pueda tener Tzeentch para desatar esta ola de pielesverdes, más allá de fomentar el caos y el descontento, no está clara, pero hasta los Altos Señores de Terra esperan la próxima aparición de Shrike con gran aprensión.

Reclutamiento[]

En ocasiones, durante su retorcido camino por la galaxia, la Guardia del Cuervo decide tomar cautivos en vez de simplemente matar a sus víctimas. Entre aquellos destinados a convertirse en esclavos y en sacrificios para sus oscuros rituales, unos pocos pueden ser escogidos para unirse a las filas de la Legión. Dados sus infernales poderes, se ha sugerido que se inclinan por elegir a aquellos con potencial psíquico. Ya sea un asentamiento aislado en un mundo agrícola, o las profundidades de una subcolmena, parece que no hay lugar fuera de su alcance.

Mientras que en la mayoría de Legiones la creación y la implantación de nuevos Astartes es responsabilidad del Apothecarion, en la Guardia del Cuervo este macabro deber es dominio exclusivo de sus Hechiceros. El proceso es una abominación de brujería que trasciende más allá de cualquier simple procedimiento quirúrgico. Borra totalmente la conciencia y la moral de la víctima y la hace receptiva al Dios de la Transformación, al mismo tiempo que libera su potencial psíquico. Este horrible proceso desata una capacidad innata para que su carne y armadura muten de tal forma que, como dijo Corax, "la forma siga al deseo", y convierte a los individuos más receptivos en unos de los psíquicos más poderosos de la galaxia.

Doctrina de combate[]

"[...] Debido a la naturaleza de los objetivos se contactó con el Templo Culexus, que envió a seis de sus operativos a distintos puntos del sector Dortask. El Aquelarre de la Noche Eterna fue finalmente identificado en el continente septentrional de Argosa II, y el Operativo Dervlas Rykhart fue enviado a toda prisa al lugar. Al llegar, el Operativo Rykhart fue capaz de infiltrarse en las defensas de la Guardia del Cuervo y llevó a cabo su misión principal, ejecutando a toda la Cábala de Hechiceros del Aquelarre, pero murió mientras trataba de escapar del resto de Astartes Traidores.

La operación subsiguiente fue retrasada por una tormenta Disforme, y cuando las fuerzas imperiales llegaron a Argosa II más de un mes después, esperaban descubrir que el Aquelarre se había marchado hacía mucho. No obstante, aunque el asentamiento inicial estaba abandonado, quedó claro que el Aquelarre no había dejado el continente. Los escaneos aéreos revelaron sesenta y ocho Engendros deformes vagando sin rumbo por el área circundante, exactamente el mismo número de Guardias del Cuervo que quedaron vivos tras la misión del Operativo Rykhart. Esto apoya la teoría del Magos Karsarno, basada en la observación de Marines capturados de la Guardia del Cuervo, que los Hechiceros mantienen de algún modo a raya las transformaciones de sus hermanos, y que sin su presencia acaban por degenerar de forma descontrolada.
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Extracto de un informe de misión del Oficio Asesinorum

La Guardia del Cuervo ha conservado la habilidad de atacar sin previo aviso allí donde el enemigo es más vulnerable, y una de sus tácticas favoritas es golpear al abrigo de la oscuridad, ya sea esta una verdadera noche o una negrura invocada por sus Hechiceros. Como corresponde a sus tácticas de emboscadas y ataques relámpago, la Legión favorece el uso de infantería sobre el de vehículos pesados. En el frente de sus ataques siempre se encuentran sus Escuadras de Asalto, que se lanzan en picado sobre alas negras antes de desgarrar a sus víctimas con garras afiladas como cuchillas. Tras ellas avanzan todo tipo de criaturas demoníacas, escupiendo fuego disforme y odio, y los terriblemente mutados Engendros del Caos que sólo pueden ser dirigidos, si no controlados, por sus amos Hechiceros.

Los Astartes más jóvenes y menos mutados tienen la misión de proporcionar una fuerte línea de disparo para suprimir al enemigo. Estos hermanos, cuyas habilidades para transformar sus cuerpos y armaduras aún tienen que madurar, luchan con bólteres y ocasionalmente con armamento más pesado. Sin embargo, es raro ver que dependan demasiado del disparo estático, y la función de disparar la munición más pesada es casi siempre cumplida por los monstruosos Aniquiladores. Estas abominaciones se han entregado voluntariamente a la posesión demoníaca para aumentar sus habilidades naturales, y son capaces de transformar sus cuerpos y armaduras en una amplia variedad de armas exóticas. Ya sea una peña de Orkos o un Land Raider imperial, no hay objetivo con el que estos tanques vivientes no puedan acabar.

Cómo la Guardia del Cuervo puede viajar tan rápidamente entre zonas de combate sin la ayuda de transportes convencionales es una cuestión que nunca ha recibido una respuesta satisfactoria por parte del Imperio. La teoría más mundana es que tienen vehículos de transporte bien camuflados lejos de la batalla. En siglos recientes, sin embargo, informes serios afirman haber visto ejércitos de la Guardia del Cuervo apareciendo de, y desapareciendo en, la nada. Esto podría significar que sus naves poseen algún tipo de sistema teleportador de gran capacidad, aunque sólo se les ha visto usar naves de pequeño tamaño. Dado el poder de sus Hechiceros, es posible que tenga que ver con la Disformidad o, puesto que han combatido a menudo contra los Videntes del Mundo Astronave de Ulthwé, podrían haber forzado su acceso a la mítica Telaraña Eldar.

Creencias[]

Tras abandonar Deliverance, la Guardia del Cuervo se fragmentó, y nunca ha vuelto a luchar como una Legión desde entonces. Se dividieron en partidas de guerra llamadas "Aquelarres", y se dispersaron por todos los rincones de la galaxia para llevar a cabo su propia visión de cómo servir mejor a Tzeentch, el Dios del Cambio. Estas misiones con frecuencia son inexplicables, y en ocasiones los han llevado a enfrentarse entre Aquelarres. Con una gran astucia y una paciencia infinita, se ha demostrado que docenas de empujones aparentemente menores a la Historia dados por la Legión han tenido catastróficas consecuencias. Estudiosos y estrategas imperiales han pasado vidas enteras intentando desentrañar el significado oculto tras las acciones de la Guardia del Cuervo, para, como ellos dicen, "desenredar los hilos del destino". El Adeptus Terra lleva a cabo campañas periódicas contra este tipo de investigación, diciendo, con bastante razón, que pensar así sólo invita a la locura, y que ningún bien puede venir de intentar conocer la mente de un Dios del Caos.

Organización[]

Los Aquelarres de la Guardia del Cuervo son dirigidos en el campo de batalla por sus guerreros más poderosos, aunque un examen cuidadoso ha demostrado que los verdaderos líderes son los Hechiceros. Como conexión directa con Tzeentch, la Cábala de Hechiceros guía a los guerreros a su cargo y los dirige hacia cualquier misión incomprensible en la que se hayan embarcado. El número de Hechiceros en un Aquelarre varía según su tamaño y prestigio, y en ocasiones el Aquelarre se dividirá o se fundirá con otro aparentemente por capricho.

Según el Bibliotecario Jefe Mieuren de los Mil Hijos, el éxito de un Aquelarre de la Guardia del Cuevo puede verse en su composición. Los ejércitos más antiguos y establecidos están compuestos principalmente por Escuadras de Asalto. Aquellos que se acaban de separar de una partida de guerra mayor, o que han sufrido graves pérdidas, contienen más Astartes jóvenes armados con bólteres que aún no han manifestado sus capacidades de transformación. Según Mieuren, los Aquelarres rara vez pasan de los cien Marines (sin contar los Engendros y Demonios que los acompañen), pues su estilo de combate consigue con ataques relámpago lo que otros intentarían con un asalto en masa. El número nueve también parece fascinarles, favoreciendo la formación de escuadras de nueve miembros.

Debido al vital papel que cumplen los Hechiceros en el mantenimiento de la existencia del Aquelarre, sólo en las ocasiones más críticas e importantes se verá a un Hechicero superior entrar en combate. Normalmente se envía a los miembros menos importantes de la Cábala en su lugar, pero tal es la importancia que hasta estos tienen, que inevitablemente van rodeados por un cuerpo de asesinos brutales, entidades invocadas y horribles resultados de experimentos genéticos fallidos. Fuera de la Cábala, los Marines son respetados según cuánto pueden transformar sus cuerpos. Los monstruosos Aniquiladores y las Escuadras de Asalto con alas de cuervo son mucho más respetados que sus jóvenes hermanos armados con bólter, pero incluso los iniciados más jóvenes miran con desprecio a los amorfos Engendros. Estos desafortunados han demostrado no estar a la altura de los dones de Tzeentch, y al hacerlo lo han pagado con su cordura.

Semilla genética[]

La sombría perversión de la Guardia del Cuervo por el Señor de los Clones alteró intencionada e irrevocablemente la semilla genética de la Legión: no sólo se traicionó a Corax, sino que su legado genético fue asesinado. Además de los métodos habituales de implantación, quimioterapia y psicoadoctrinamiento, los Hechiceros de la Cábala utilizan otros métodos más esotéricos para crear nuevos hermanos. Muchos de los implantes originales, como el mucranoide, la glándula de Betcher y a menudo el hemastamen están ausentes del cuerpo de los miembros de la Guardia del Cuervo, mientras que el propósito de otros implantes ha sido cambiado radicalmente, y se han añadido otros completamente nuevos. Estos cambios, en particular las drásticas alteraciones del nodo catalepsiano, buscan principalmente mejorar los poderes psíquicos del individuo. En casos prodigiosos, esto lleva a la creación de Hechiceros de increíble poder, y en otros, con el tiempo, estimula capacidades transformadoras. Aunque la remarcable habilidad de los miembros de la Guardia del Cuervo para hacerse crecer alas podría ser debida en parte a una hiperestimulación de la osmódula y la biscopea, nada salvo la hechicería podría explicar la forma en que la ceramita y el adamantio pueden ser moldeados a voluntad en forma de garras y cuchillas. A pesar de la aparentemente infinita variedad de formas en las que los Guardias del Cuervo pueden transformarse, hay una cosa que permanece constante. Igual que su trágicamente traicionado Primarca, su piel es blanca como la nieve y su pelo y sus ojos son negros como la noche. Si esto es parte del inmutable legado genético de Corax, o una amarga e insultante burla a su costa, es algo que sólo sabe con seguridad el Dios de la Transformación.

Grito de Guerra[]

Debido a su tendencia favorecida hacia las emboscadas, el asesinato y las operaciones encubiertas, la Guardia del Cuervo prefiere acercarse a su presa en silencio. El lema de la Legión es simplemente "Nemo me impune lacessit".

Leer más[]

Herejía de Dorn - Historia y Legado de la Traición de Dorn.

Fuentes[]

Extraído y traducido de The Dornian Heresy - The Legio Imprint, creado por el foro Bolter and Chainsword.

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