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Orkos vs tiranidos guerra por octarius

Guerra de Octarius

La Guerra de Octarius es un gran conflicto que se está librando entre los Tiránidos de la Flota Enjambre Leviathan y el poderoso Imperio Orko de Octarius.

Historia

Antecedentes

A finales del M41, el Imperio fue asediado por la tercera y más poderosa de las Flotas Enjambre Tiránidas encontradas hasta la fecha: Leviathan. Cuando el enjambre invadió todo el sur de la galaxia, el Inquisidor Kryptman buscó desesperadamente una respuesta a la amenaza Tiránida. Fijándose en el Imperio Orko de Octarius, Kryptman diseñó un plan para utilizar al viejo enemigo de la Humanidad contra los invasores alienígenas, y en el mejor de los casos, matar dos pájaros de un tiro.

Kryptman dirigió a varios Equipos de Eliminación especialmente equipados de los Guardianes de la Muerte a las cavernas de Carpathia, a fin de intentar capturar a una progenie de Genestealers vivos en un campo de estasis. La misión tuvo éxito, aunque la fuerza de Kryptman sufrió muchas bajas. Entonces colocó la progenie a bordo del Llama de la Perdición, un Pecio Espacial que emergió de la Disformidad en el camino de Leviathan. Mientras los Genestealers despertaban, destruyó la luna de Gheist para desviar la trayectoria del Pecio directamente hacia el Imperio de Octarius.

Cuando el Pecio entró en territorio Orko, fue abordado por Zakeadorez en busca de botín, pero fueron rápidamente emboscados e infectados por los Genestealers. En poco tiempo, la infestación se había extendido por todo el Sector. Tras unas escaramuzas preliminares con los invasores Genestealers, los Kaudillos de los Hachaz Zangrientaz contrataron al Jefe Zagstruk y a sus Buitrez para interceptar y destruir la infestación. Aunque tuvieron éxito, un tentáculo de Leviathan cambió de rumbo hacía la señal psíquica de los Genestealers e invadió el Imperio Orko. El Diablo de Octarius, Piñonegro, lanzó una contrainvasión directamente hacia la Flota Enjambre, pero a pesar de los esfuerzos de los pielesverdes, una docena de mundos de su territorio quedaron infestados en semanas. Dependiendo de la fuente, la invasión Tiránida se produjo en el 989.M41 o en el 999.M41.

La desaparición de Orrok

Orkos vs tiranidos BN

Guerra total en Orrok

A los Orkos poco les importa la comunicación interplanetaria más allá del lanzamiento de insultos a larga distancia y, por eso, el mundo originalmente imperial de Orrok no pudo hacer nada por prever su destino. Cuando las grotescas Bionaves Tiránidas se amontonaron en el Sistema y las esporas Tiránidas empezaron a oscurecer los cielos, la reacción de los Orkos que habían conquistado Orrok fue únicamente de perplejidad. Se produjo un terrible estruendo sobre los asentamientos y chatarrerías de Orrok y los cielos pasaron de ser azules a ser grises, y posteriormente negros. Los psíquicos Eztrambótikoz de las tribus de Orrok empezaron a farfullar aterrorizados, algo se abría camino a sus espaldas, algo con un hambre infinita que se centraba en la carne Orka como el ojo de un depredador famélico. Unos pocos intentaron dar el grito de alarma, pero ya era demasiado tarde. La tormenta estalló. Junto a la lluvia aparecieron un millón de Minas Espora y cada una de sus glándulas de desembarcos almacenaba una progenie de organismos guerreros. Los Orkos apenas tuvieron tiempo de agarrar sus armas y encargarse de todo lo que quedaba en las redes de defensa de Orrok antes de que la invasión los alcanzara. Oleada tras oleada, los Gantes arremetieron contra las fortificaciones, antaño imperiales pero que ahora llevaban la marca de los pielesverdes. La tierra que había bajo sus pies se convirtió pronto en una manta de piedras color carmesí, de sangre y fluido alienígena.

Para la mente Orka, la mejor forma de defensa es aplastar al enemigo hasta la muerte. No pasó mucho tiempo antes de que una marea de guerreros pielesverdes aullantes irrumpiera precipitadamente entre las hordas Tiránidas. Los hiperagresivos Orkos encontraron a sus adversarios en la vanguardia de la horda Tiránida. Miles de alienígenas de ambas razas murieron en cuestión de segundos con sus espadas y garras hundidas en sus víctimas. Los garrapatos carnívoros y los Devoradores Tiránidos se enzarzaron a ras de suelo, mientras que los Gantes y los Chikoz Orkos se hacían trizas y se acuchillaban sin cesar. Se perdió toda clase de estrategia, sustituida por una furia ciega. Los Kaudillos Orkos y su corpulento séquito de Noblez cargaron contra las progenies de Guerreros Tiránidos y Cárnifex, aplastándose y rebanándose los miembros los unos a los otros. Los grandes Garrapatos Mamut bajaron sus colmillos y embistieron a los Biotitanes, quienes saltaron sobre su nueva presa con tanta fuerza que hicieron temblar la tierra. A nivel microscópico, las células fágicas de los Tiránidos combatían por consumir la agresiva expansión de las esporas Orkas. En todas las zonas, a todas las escalas, entre todos y cada uno de los habitantes e invasores, Orrok estaba acosado por una gran guerra.

Cuando la imparable tormenta de Minas Espora cayó del cielo, todos y cada uno de los pielesverdes que había sobre Orrok se encontraron luchando por su vida. Muchos Tiránidos fueron abatidos por las rebanadoraz, garraz de kombate y balas, pero la horda no pudo ser aniquilada. Lenta e inevitablemente, los Tiránidos empezaron a obtener ventaja. Murmullos de pánico se extendieron por los ejércitos Orkos conforme se iban dando cuenta de que eran superados en número y rodeados. No había ningún sitio al que ir. Cuando cayó la noche, todos los pielesverdes que había sobre Orrok estaban muertos; sus cuerpos se reconstituían y se canalizaban hacia las bionaves para crear aún más Tiránidos. La muerte había llegado al Sector Octarius.

Ghorala

Orkos vs tiranidos batalla

Guerra en Ghorala

Poco después de que Orrok cayese, la Flota Enjambre Leviathan se cernió sobre Ghorala, la base del Kaudillo Pirata Skarfang y su temida Flota de la Zikatriz. Cuando la armada orgánica llegó al Sistema, se encontró con todas las naves Orkas de una docena de años luz a la redonda, así como extensos campos de minas escondidos en el cinturón de asteroides de Ghorala, que destrozaron a las bionaves en cataclísmicas explosiones. Las Kañoneraz Orkas asaltaron a las naves supervivientes antes de que tuvieran tiempo de reaccionar, y la flota Tiránida quedó prácticamente destruida bajo los cañones de Skarfang. Sin embargo, una sola bionave logró atravesar el bloqueo Orko y arrojarse directamente contra Ghorala, sin preocuparse por el dolor o las heridas que iba a sufrir. Mientras caía, lanzó miles de Esporas Micéticas sobre el ecuador del planeta. Skarfang, viendo el planeta de lejos, se dio cuenta de que la batalla espacial había terminado y que la auténtica lucha tenía lugar ahora en la superficie del planeta. Los Orkos, por tanto, desembarcaron en busca de su enemigo.

En la superficie del planeta los Tiránidos eran ampliamente superados en número por los Orkos por primera vez desde que entraron en el Sector Octarius. Sintiendo que una guerra de desgaste acabaría con sus muertes, los enjambres adoptaron tácticas de acecho y atacaron solo a las patrullas Orkas aisladas. Pero los Orkos empezaron a desplazarse en grupos demasiado grandes para los aún débiles grupos Tiránidos. Entonces estos se adaptaron de nuevo y empezaron a buscar causar la mayor carnicería posible enfrentándose a los Orkos en campo abierto. Siempre que estaban a punto de ser destruidos del todo, se retiraban al unísono y se refugiaban en cuevas o bajo tierra hasta la noche, cuando las criaturas sinápticas reunían a las bestias dispersas de nuevo en el campo de batalla para devorar los cadáveres. Los cuerpos tanto de Orkos como de Tiránidos eran consumidos y llevados a Piscinas de Digestión ocultas en las rocosas mesetas del planeta. De forma lenta pero segura, los Tiránidos reunieron biomasa suficiente para aumentar su número. El creciente enjambre cambió sus tácticas de nuevo para enfrentarse a concentraciones cada vez mayores de Orkos, a fin de obtener biorecursos cada vez más abundantes.

Skarfang pronto se vio atraído por toda la violencia y entró en la batalla personalmente. Con la nueva ansia de guerra que Skarfang inspiraba, los Tiránidos fueron rechazados lentamente. Sin embargo, en respuesta los Tiránidos crearon Lictores para asesinar a Skarfang. No obstante, los garrapatos-mastín malograron todos los intentos de acercarse lo suficiente. Entonces los Tiránidos atrajeron astutamente a Skarfang arrojando mareas de Hormagantes a las líneas Orkas y retirándolas cuando los Orkos se disponían a contraatacar. Skarfang se enfurecía más y más a medida que estas fintas se repetían desde diferentes flancos pero siempre se desvanecían antes de que los Orkos pudiesen pelear como Gorko y Morko mandaban. Al décimo ataque, Skarfang ordenó una persecución. Los Karroz de Guerra y los Kamionez salieron rugiendo tras el enjambre... y cayeron directamente en una trampa. Unas progenies de Venóntropos envolvieron a los Orkos en una espesa niebla tóxica, y los vehículos Orkos se estrellaron a ciegas en las rocas o los unos contra los otros. Mientras los Orkos empezaban a asfixiarse en la niebla, Skarfang se encontró con los Venóntropos y desahogó su ira sobre ellos. Pero cuando la niebla remitió, Skarfang se vio rodeado por Lictores. Todos sus Chikoz habían sido asesinados uno por uno hasta que solo quedó él. Logró dar dos pasos hacia su enemigo antes de que una docena de garras le hicieran pedazos.

Con su líder muerto, los Orkos de Ghorala empezaron a luchar entre sí y se convirtieron en presa fácil para los Tiránidos. Cada tribu fue aislada y destruida en una rápida sucesión, hasta que en cuestión de semanas no quedó ni un Orko vivo en Ghorala. La biomasa del planeta fue convertida en nuevas bionaves y la infestación Tiránida se extendió rápidamente por los mundos cercanos.

La guerra por Octarius

Orkos vs tiranidos

Guerra total en Octarius

Piñonegro, el Diablo de Octarius, radiaba de alegría al escuchar las noticias de la desaparición de Orrok. Después de todo, los Orkos amaban la buena lucha y parecía que los Chikoz de Orrok habían encontrado a alguien con quien combatir. El Diablo empezó a reunir a las tribus de Octarius y a preparar sus defensas. Cuando la Flota Enjambre se lanzase sobre el mundo montañoso de Octarius, se encontraría con una terrible sorpresa.

Los días pasaban tan lentos como cuando a un Kanijo le toca limpiar. Justo cuando el Diablo empezaba a calmar su aburrimiento combatiendo al primero que se cruzaba en su camino, los cielos de Octarius empezaron a oscurecerse y las primeras Minas Espora empezaron a caer. Una gran ovación se extendió por todo el continente de Octarius, haciendo temblar la nieve que se posaba en los picos de las montañas. Por una vez, el combate había llegado a los Orkos.

La invasión no tardó en llegar. La gran cantidad de Minas Espora fue asaltada por andanadas de balas cuando los cañones quad y los kañonez derribadorez de la red de defensa de Octarius abrieron fuego. La cantidad de munición que se disparó al aire fue tal que los Orkos no podían fallar. Pronto, la lluvia se hizo más espesa gracias a los trozos de carne alienígena que se desplomaban sobre las líneas de defensa del suelo. Desde el oeste, unas negras nubes de tormenta parecían acercarse cada vez más, hasta que se reveló que eran un inmenso enjambre de Tiránidos alados. Una tormenta de balas cayó sobre las correosas alas y los caparazones viscosos de las Gárgolas, paralizándolas y haciendo que cayeran en picado sobre los valles de Octarius. Los Kópteroz y Kazabombarderoz, cuyos pilotos tenían ganas de combatir, rugieron en las montañas Orkas y se dirigieron directamente a luchar contra las bestias invasoras.

Cuando los voladorez Orkos se acercaban, algunas de las formas más grandes de las nubes enjambre se convirtieron en horrores alados del tamaño de trenes blindados que caían en picado y arremetían contra los Orkos que se aproximaban. Los salvajes cañones interceptores proyectaban lanzas verdes de energía pura que se dirigían contra los monstruos Tiránidos. Los Zoldadoz de Azalto activaban sus kohetez propulzorez y ascendían hacia el cielo para unirse al combate mientras a su alrededor caían ruinas quemadas, Orkos muertos y fluido en forma de letal lluvia.


En los valles y pasos de Octarius, los soldados Orkos empezaron a refunfuñar y a soltar tacos. Parecía que los artilleros y los voladores se divertían bastante. Muchos de los Chikoz habían empezado a trepar por las pendientes, sujetando las rebanadoraz con la boca por si tenían que saltar al combate. De repente, en un movimiento letal, las bestias acechadoras de los Tiránidos salieron de la nieve y atacaron con sus guadañas y garras dentadas. De los abismos y grietas que había tras los soldados Orkos salieron numerosas progenies de Genestealers; guerreros de múltiples extremidades, presurosos por aniquilar y mutilar.

Los guerreros Orkos chillaron de placer, mientras se pegaban los unos a los otros y aguardaban ferozmente antes de cargar ansiosamente hacia los recién llegados. La aullante marea de guerreroz impactó en el cuerpo principal de las bestias de vanguardia con tal fuerza que lanzaron a los Genestealers de nuevo hacia las grietas, y los Orkos se zambulleron tras ellos mientras la imparable velocidad de la marea verde los llevaba a la muerte.

Los acechantes Lictores escalaban las montañas sin apenas esfuerzo gracias a sus resistentes cuerdas de nervios espinosos, para poder escapar del tumulto iniciado por debajo de ellos. Los abucheos de los guerreros Orkos se silenciaron cuando los Líctores se acercaron a los emplazamientos de los cañones. Uno a uno, los cañones quad se fueron acallando.

En el espacio de unos pocos segundos, la lluvia de Minas Espora se hizo más fuerte y parecía doblarles en ferocidad. Se abrieron todas las cápsulas de toxinas que había sobre la montaña para dejar caer a más bestias sobre la convulsa batalla. Los Cárnifex y Tiranos de Enjambre arremetieron al combate salpicando nieve y sangre, aniquilando a decenas de bestias menores únicamente con su impacto. Cada vez más Tiránidos fluían por los pasos de la montaña para encontrarse con el mismo número de Orkos luchando con uñas y dientes para conseguir llegar a la línea frontal. Los cuerpos caían y los desafortunados impactos de la artillería hacían un ruido sordo y explotaban por todos lados. Nunca antes el mundo de Octarius había presenciado este caos; a medida que salían más y más Minas Espora de las bionaves, parecía que la cosa solo podía empeorar.

Guerra creciente

Tiranidos señor de la horda color

Señor de la Horda

La Guerra de Octarius sigue creciendo en intensidad, y ahora abarca todo el Sector. En el 997.M41 varias huestes de guerra Eldars se unieron a la refriega, atacando a la vez a los humanos locales y a los Orkos. En el 990999.M41, muchos mundos imperiales se vieron atrapados en el fuego cruzado cuando los ejércitos de Saim-Hann se unieron a la guerra, y unidades de los Capítulos de la Guardia del Cuervo, los Cicatrices Blancas y los Salamandras se han unido para defender los planetas asediados. Además, informes recientes sostienen que el Señor de la Horda se ha unido al asalto contra los Orkos de Octarius.

Entretanto, cada acre de tierra del planeta Octarius está envuelto en un sangriento combate entre las dos razas alienígenas. Las Naves Enjambre se reproducen a tal velocidad que la lluvia de Tiránidos desde el cielo hacia territorio Orko no tiene fin. Del mismo modo, tampoco hay escasez de Orkos para continuar luchando, ya que cuando los pielesverdes mueren, sus cadáveres emiten miles de esporas que se establecen y crecen en los rincones más fríos y húmedos de bastiones, grietas y barracones por igual. A su alrededor, los Tiránidos evolucionan y diseñan nuevas maneras masacrar a los adversarios Orkos, al mismo tiempo que los Orkos se hacen más grandes y fuertes para su guerra continua. Los augures y xenosabios del Imperio observan la guerra por Octarius desde lejos, contentos de dejar que sus enemigos luchen hasta la muerte, pero los más sabios saben que la amenaza más seria para el Imperio será aquella que sobreviva a esta batalla.

Fuentes

Extraído y traducido parcialmente de Lexicanum Inglés.

  • Codex: Tiránidos (5ª Edición).
  • Planetstrike.
  • Codex: Orkos (4ª Edición).
  • The Last Ditch, por Sandy Mitchell.
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