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Veredicto del Certamen de Relatos Wikihammer + Voz de Horus ¡Léelos aquí!

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Sigismund Primer Capitán Legión Puños Imperiales

Sigismund, Primer Capitán de la Legión de los Puños Imperiales.

"Portáis la voluntad del Emperador como una antorcha: destruid las sombras con ella."

Versos de Sigismund. Tomo CIV, Verso 1

Sigismund, conocido como Ruina de Reyes y Maestre de los Templarios, fue antes y durante la guerra fratricida de la Herejía de Horus el Primer Capitán de la Legión de los Puños Imperiales y el primer Paladín del Emperador. En la Segunda Fundación se convirtió en el primer Gran Mariscal del Capítulo de los Templarios Negros.

Historia[]

Sigismund sirvió junto al mismo Primarca Rogal Dorn de la Legión de los Puños Imperiales, y lucharía durante toda la Gran Cruzada. Famoso por su audacia y testarudez, tendía a atacar al enemigo de cabeza, sin importar el peligro o la misión que le hubiera sido asignada. Esta tendencia podría haber sido un problema si no hubiera sido un guerrero soberbio capaz de derrotar a casi cualquier oponente. Estuvo presente cuando Dorn se enteró de la traición de su hermano Horus a bordo de la Falange después de que los Puños Imperiales rescatasen a los supervivientes de la Eisenstein, ya que servía como el consejero más cercano y el lugarteniente de mayor confianza de Dorn, y fue el primer Paladín del Emperador de los Puños Imperiales.

Gran Cruzada[]

"Parece menos el campeón de mi hermano Dorn, y más el de la misma muerte."

Sanguinius, refiriéndose a Sigismund

Sigismund era un nombre que resonaba ya en la Gran Cruzada antes incluso de que la oscuridad de la Herejía de Horus le convirtiera en material de leyenda. Nacido en los campos de desplazados de la meseta de Ionus en Terra y reclutado como Astartes en el momento cumbre de la Gran Cruzada, ascendió en rango y renombre gracias a un simple hecho: era un guerrero de letalidad y habilidad sin parangón. Quizás no hubo en aquella época un guerrero más habilidoso en combate, por debajo solo de los Primarcas.

En los campos de batalla de centenares de mundos y las pistas de duelos de todas las Legiones, nunca fue derrotado. El fuego del cruzado ardía siempre con fuerza en él, y si un guerrero podía encarnar el espíritu de noble conquista de la Gran Cruzada, ese era Sigismund. Aquellos que se enfrentaban a él en el círculo de las espadas o combatían a su lado en la batalla hablaban de una furia encadenada por una voluntad de hierro y de un genio inherente para matar que rayaba lo sobrenatural. Fue esta habilidad y este fuego lo que llevaron a Sigismund a comandar a los Templarios de la Primera Compañía y a la posición más elevada en los Puños Imperiales, inferior solo a la del mismo Rogal Dorn.

Durante la Gran Cruzada, Sigismund mostró una visión fría y realista del futuro del Imperio. Mientras conversaba con los Capitanes Garviel Loken y Tarik Torgaddon de los Lobos Lunares, expresó su creencia de que la Gran Cruzada no acabaría nunca:

"Pasaremos nuestras vidas luchando para crear este Imperio, y después me temo que pasaremos el resto de nuestros días luchando para mantenerlo intacto... En el futuro, solo habrá guerra."

Sigismund

También pronunció una impactante afirmación sobre la naturaleza del Imperio y quizás del propio ser humano:

"El espacio carece de límites, como nuestro apetito por dominarlo."

Sigismund

En algún punto anterior a la Herejía de Horus, los Puños Imperiales y los Devoradores de Mundos sirvieron juntos durante un periodo significativo de tiempo. Durante sus campañas, el Capitán de Asalto Khârn y Sigismund se convirtieron en camaradas cercanos, llegando incluso a llamarse el uno al otro "Hermanos Juramentados". Fue durante sus frecuentes duelos en las fosas de lucha de la nave insignia de la XII Legión, la Conquistador, cuando Sigismund se ganó el apodo de "Caballero Negro" por su heráldica personal y adoptó la costumbre de Khârn de encadenar sus armas a sus muñecas con cadenas. Esta costumbre sería imitada más adelante por varios Templarios Negros.

Herejía de Horus[]

Rescate de la Eisenstein[]

Marines puños imperiales sigismund

Fue Sigismund el que dirigió la escuadra de Astartes que acompañó a Rogal Dorn en el abordaje a la Eisenstein, donde encontraron al Capitán de Batalla Nathaniel Garro de la Guardia de la Muerte y este les informó de la traición de Horus.

Una vez Dorn hubo absorbido la noticia, ordenó a Sigismund que, como su "brazo diestro y fuerte", fuese al Sistema Istvaan para asistir a cualquier Leal superviviente y evaluar la situación. Durante el tiempo que Dorn pasó en aislamiento, Sigismund luchó por aceptar las oscuras nuevas, y sintió que le faltaba propósito. Se encontró con Euphrati Keeler, quien le dijo que Horus iría de hecho a Terra, y que Sigismund tendría que elegir dónde estar. Le dio una visión de la muerte del Imperio y de la suya propia. Una elección daría lugar a su muerte en el espacio a la luz de una estrella desconocida, olvidado. La otra, a una guerra sin fin. También le dijo que su padre le necesitaría antes del fin. Con su resolución sacudida, Sigismund quedó profundamente afectado por la conversación. En consecuencia, solicitó que le fuera permitido quedarse al lado de su Primarca, de modo que el mando de la Flota de Retribución le fue confiado al Capitán Yonnad. Dorn no supo por qué Sigismund solicitaba tal cosa, pero confió en él y no lo cuestionó.

Misión de Marte[]

En los primeros días de la Herejía de Horus, cuando estalló el Cisma de Marte, rugió la guerra por todo el Planeta Rojo entre las fuerzas del Mechanicum Leal y los traidores del Mechanicum Oscuro. Malcador el Sigilita, Regente de Terra, encargó al Primarca Rogal Dorn una misión de vital importancia: asegurar las forjas de Marte. Dorn informó al Sigilita que enviaría al Primer Capitán Sigismund y cuatro Compañías de Puños Imperiales para llevarla a cabo. Las forjas de Mondus Occulum y Mondus Gamma producían la mayor parte de las armaduras y las armas de los Astartes. Haría que sus fuerzas golpeasen allí primero, y cuando estuviesen en manos Leales, los Puños Imperiales avanzarían y asegurarían las demás.

Preherejia cisma de marte sigismund y kane

Sigismund y Kane durante el Cisma de Marte

Las Compañías de Sigismund aterrizaron en Mondus Occulum mientras el resto de la fuerza expedicionaria imperial luchaba por toda la superficie de Marte. Tras un rápido despliegue bajo disparos enemigos a la sombra de Pavonis Mons, trece compañías de los Regimientos de Hoplitas Saturninos del Ejército Imperial avanzaron sobre las líneas de circunvalación en torno a la forja de Ipluvien Maximal. Más al sur, otras dos Compañías de Puños Imperiales y cuatro Regimientos de los Granaderos Jovianos (casi 15000 Soldados Imperiales) bajo el mando del Capitán Camba-Diaz desembarcaron en el complejo de forjas de Mondus Gamma.

Nada de su misión en Marte salió como debía. Camba-Diaz y los Regimientos Jovianos se enzarzaron en una lucha por sus vidas en Mondus Gamma, y las compañías saturninas encargadas de asediar la forja de Ipluvien Maximal fueron rechazadas repetidamente por las horriblemente alteradas criaturas-arma del Mechanicum Oscuro. Aunque el combate resultó desesperado, Camba-Diaz aseguró las forjas de armamento y los silos de munición, pero su Compañía estaba superada cien a uno. Las fuerzas del traidor Lukas Chrom le hicieron retroceder hasta la zona de aterrizaje y sus bajas fueron graves. Sigismund sabía que la fuerza expedicionaria imperial no sería capaz de conservar la forja, pero una gran cantidad de suministros esenciales habían sido asegurados para su traslado a Terra.

Las Compañías de Sigismund habían desembarcado en Mondus Occulum sin saber si tendrían que luchar para asegurar la forja, pero fue un alivio descubrir que el Fabricador Locum Kane aún seguía siendo fiel al Emperador. Sigismund aseguró vastas cantidades de municiones para su envío a Terra, incluyendo casi doce mil servoarmaduras Mk. IV Maximus y el doble de armas. Pero los Leales se habían quedado sin tiempo. A pesar de que los Servidores de Kane trabajaban a plena capacidad, no era lo bastante rápido para cargar todos los transportes, pues los oficiales de las naves de Sigismund le informaron de que una amplia fuerza enemiga se aproximaba, compuesta por infantería, blindados, Skitarii y al menos dos Legiones Titánicas Traidoras que sumaban un total de casi 60 Titanes.

El deseo de Sigismund de cobrarse una sangrienta venganza en aquellos que se rebelaban contra el Emperador luchó con la misión que su Primarca le había dado de asegurar el armamento de la forja de Kane. Reticentemente admitió que debía seguir fiel a su misión, pues las fuerzas dispuestas en su contra eran demasiadas y sus órdenes no permitían gestos fútiles de desafío. Kane advirtió al Primer Capitán de los Puños Imperiales que si tanto Mondus Occulum como Mondus Gamma caían, el Imperio no tendría ninguna forma significativa de recuperar las pérdidas de material que sufrirían luchando contra los Traidores.

Tras apenas unas horas de lucha, Mondus Occulum y Mondus Gamma ardían, y vastas extensiones de maquinaria e instalaciones de Manufactorum habían sido destruidas. La pérdida de tecnología irreemplazable como esa se sentiría en el Imperio durante milenios. Como cometas surgiendo de la superficie de Marte, los transportes imperiales huyeron a los cielos. Las naves de los Astartes y del Ejército Imperial se atropellaron en su prisa por abandonar el mundo carmesí. Pero su misión había tenido éxito y los Astartes Leales habían preservado una gran cantidad de las servoarmaduras más modernas en preparación para la inminente campaña sobre Terra contra las Legiones Traidoras de Horus.

Poco después de su regreso a Terra, Sigismund confesó a Dorn su razón para pedir su permanencia en Terra en lugar de dirigir la Flota de Retribución. Dorn se enfureció, y reprendió a Sigismund. Mostró a Sigismund por qué había pecado de orgullo, y que su error no era distinto al orgullo que empujaba a algunos de los Primarcas a la rebelión. Avergonzado, Sigismund ofreció su vida a Dorn, pero el Primarca rechazó quitársela. Le mantuvo como Primer Capitán para no desmoralizar a los hombres, pero le rechazó como hijo suyo.

Batalla de Terra[]

En la conclusión de la Herejía de Horus durante la Batalla de Terra, Sigismund fue escogido como el primer Paladín del Emperador. Señalado personalmente por el mismo Rogal Dorn, Sigismund recibió el gran honor de servir como el paladín personal del Emperador. Aunque halagado por semejante privilegio, le preocupó solo una cosa: le parecía erróneo oscurecer los sagrados colores de su Legión. El Reclusiarca de los Puños Imperiales que impuso las sagradas bendiciones sobre su armadura y equipo le dijo que no temiese, pues el propio Dorn había ordenado que así fuera. La heráldica dorada de Sigismund había sido cambiada al negro para mostrar que servía al Emperador directamente, igual que el Reclusiarca y los demás Capellanes. Por tanto, había sido distinguido a ojos del Emperador. Reafirmado, Sigismund atravesó las terribles escenas de carnicería, de infierno en la Tierra, retando a todos y cada uno de los Campeones del Caos que encontró a un combate singular, así como a cualquiera lo bastante desafortunado para cruzarse en su camino. Desde entonces, el Capítulo de los Templarios Negros ha seguido honrando a Sigismund continuando la práctica de nombrar a un Paladín del Emperador.

Segunda Fundación[]

Campeon del Emperador preparado

Sigismund, primer Paladín del Emperador, durante la Batalla de Terra.

"El celo hace que todo sea posible, el deber hace que todo sea simple."

Primer Capitán Sigismund

El Paladín del Emperador Sigismund, Primer Capitán de la Legión de los Puños Imperiales, fue elegido por su Primarca como el primer Gran Mariscal (Señor del Capítulo) del recién creado Capítulo de los Templarios Negros durante la Segunda Fundación. El Capítulo tomó la heráldica personal blanca y sable de Sigismund como propia. Elegido como Paladín del Emperador por su ferviente fe en Él y su inextinguible devoción a la Humanidad, los fanáticos guerreros que se convirtieron en Templarios Negros buscaron emular el heroico ejemplo de su antiguo Primer Capitán y actual Señor. Viendo el conflicto que asediaba a las Legiones Astartes en los días de la Segunda Fundación, determinó que un gesto de fe suprema era necesario. Como Gran Mariscal de los Templarios Negros, Sigismund juró un poderoso voto de que tras marcharse de Terra, demostraría su lealtad, sin descansar jamás en la realización de sus deberes contra los enemigos del Emperador. Es un voto que todos sus sucesores en el puesto de Gran Mariscal han renovado, y así comenzó la más grande y prolongada Cruzada Astartes de la historia imperial, una Cruzada que ha continuado ininterrumpidamente durante diez mil años terranos.

Último Combate[]

En el 781.M31, cinco siglos después de su retirada de Terra, Ezekyle Abaddon, ahora el Señor de la Guerra del Caos conocido como Abaddon el Saqueador, regresó al espacio imperial a la cabeza de una gran cantidad de traidores y demonios. Fue el primer encuentro del Imperio con la Legión Negra recientemente renombrada y el regreso de un enemigo brutal y amargo que muchos habían pensado perdido en el cementerio de la historia. Esta fue la primera de las trece Cruzadas Negras.

Desde la Gran Purga, Abaddon había permanecido dentro del Ojo del Terror, reconstruyendo la Legión Negra como un reflejo vengativo de su antigua gloria. Finalmente, la Legión Negra y los otros Traidores regresaron al espacio real, el primer capítulo de su Larga Guerra contra el Emperador listo para ser escrito en la sangre de los mundos imperiales. Los nuevos regentes del Imperio, los Altos Señores de Terra, no esperaban el regreso de las Legiones Traidoras, por lo que no estaban preparados para enfrentarlos, pero no todos los sirvientes del Emperador habían olvidado a sus hijos descarriados.

Durante esta primera incursión en el espacio imperial, Abaddon se enfrentó al antiguo rey templario, Sigismund, el Gran Mariscal del Capítulo de los Templarios Negros. En este momento, Sigismund era un veterano de más de mil años estándar. La edad lo había devastado, pero ardía de vida. Sigismund informó a Abaddon que había buscado al ex Primer Capitán cuando Terra ardía en los fuegos de la Herejía de Horus, buscándolo día y noche. Siempre hombres menores le habían bloqueado el camino. Siempre morían para que él pudiera vivir. También le dijo a Abaddon que nunca había dejado de buscarlo, no durante tantos largos años.

Luego, los dos guerreros antiguos alzaron sus espadas: la Garra Relámpago que mato al Primarca Sanguinius y había herido de gravedad al cuerpo del propio Señor de la Humanidad conocida como la Garra de Horus; y la Espada Negra con cuchilla de ébano que arrancaron la vida de cientos de campeones del Caos, mientras ambos guerreros se preparaban para luchar entre ellos hasta la muerte. La Espada de los Grandes Mariscales fue entregada a uno de los Hermanos de Armas de Sigismund, quien rápidamente abandonó la cámara cuando Sigismund y Abaddon comenzaron su duelo. Lo que siguió fue una feroz batalla entre dos oponentes muy experimentados, en la que ninguno pudo obtener una ventaja sobre el otro; como si Abaddon todavía estuviera en su mejor momento, debido al poco tiempo que había pasado dentro del Ojo, las habilidades con la espada de Sigismund eran tan afiladas como siempre. Sin embargo, con el tiempo, la edad de Sigismund empezó a actuar en su contra y empezó a cansarse bajo el implacable asalto de Abaddon.

Sabiendo que su vida había llegado a su fin, Sigismund tomó distancia del Señor de la Legión Negra. Abaddon pensó que esta era su oportunidad para terminar su duelo y se apresuró a matar al Gran Mariscal, pero esto permitió a Sigismund dar un golpe que dejó la Espada Negra enterrada en el pecho de Abaddon. Al hacerlo, sin embargo, Sigismund quedó indefenso y Abaddon respondió con un golpe de la Garra de Horus que cortó al Gran Mariscal en dos. Sin embargo, a pesar de esta horrible herida, Sigismund todavía se aferraba a la vida cuando Abaddon se arrodilló junto al maltrecho cuerpo del Gran Mariscal, mientras apretaba la herida en su pecho. Abaddon le dijo amablemente a su antiguo enemigo que lamentaba tener que matar al Gran Mariscal, pero que al menos ahora Sigismund podía descansar por fin. Sigismund respondió no con un juramento al Emperador o al credo de su Capítulo, sino que utilizó lo último de su aliento para increpar al Señor de la Legión Negra.

'Morirás como murió tu débil padre. Sin alma. Sin honor. Llorando. Avergonzado.'

Tras esto, Abaddon reclamó el cadáver de Sigismund y lo mandó a Terra en una fragata capturada a los Templarios, con un breve mensaje a modo de advertencia y declaración de intenciones, declarando el comienzo de la Guerra Eterna de los Astartes Herejes y los sirvientes del Emperador:

"Hemos Vuelto".

Armamento y equipo[]

Durante la Herejía de Horus, Sigismund iba armado con una Armadura Artesanal con Halo de Hierro incorporado, una Pistola Bólter artesanal, granadas de fragmentación y perforantes, y la Espada Negra original, una Espada Modelo de origen desconocido con forma de antigua hoja a dos manos hecha de metal negro sin lustre, capaz de cortar piedra y metal sin esfuerzo ni mella. En manos de Sigismund, la Espada Negra era increíblemente letal, y señores alienígenas y poderosos guerreros cayeron sin número ante ella.

Miniatura[]

Fuentes[]

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