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Veredicto del Certamen de Relatos Wikihammer + Voz de Horus ¡Léelos aquí!

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El ¡Waaagh! Dok fue un peculiar ¡Waaagh! Orko que, dirigido por el Doktor Jefe Piñofauze, invadió el mundo desértico T'au de Arkunasha. Allí fue derrotado casi por completo por el Comandante O'Shovah, y eliminado poco después por la Casta del Fuego mientras el Comandante Farsight dirigía la defensa de Dal'yth frente al Imperio de la Humanidad.

Historia[]

El Doktor Jefe[]

Matazanoz orko

Matazanoz del Klan Luna Malvada.

El Kaudillo en el corazón del ¡Waaagh! Dok había sido antaño un Matazanoz en el séquito del tirano Orko Drogbag, llamado Piñofauze. A lo largo de los años, Drogbag no se había dado cuenta de que cada vez que despertaba de una operación en la cabaña del Doktor, el Matazanoz era un poco más corpulento y el Kaudillo lo era un poco menos. Para cuando un Gretchin maltratado chivó a Drogbag de que Piñofauze le estaba "rekortando un poko" cada vez, era demasiado tarde. El Matazanoz Piñofauze partió literalmente en dos al Kaudillo en el subsiguiente duelo por el liderazgo, haciéndolo pedazos con sus radiales gemelas y reclamando el dominio de la tribu en el proceso.

Así comenzó un ¡Waaagh! verdaderamente inusual. En cada Klan o tribu que Piñofauze reclutaba para su causa, los Matazanoz eran tratados como miembros de la realeza. Se obligó a todos los Orkos a recibir al menos una pequeña modificación cibernética, y durante la operación, tanto sus piñoz como sus armas desaparecían inexplicablemente. Con sus Latas Azezinas asistentes cubiertas por delantales dispuestas a respaldarles si un paciente se rebelaba, la Peña de Doktores del Matazanoz Piñofauze llegó lentamente a controlar casi toda la riqueza y el equipo de su partida de guerra.

La influencia del Doktor Jefe se extendió a través del Sistema, y no pasó mucho antes de que el ¡Waaagh! Dok pusiera rumbo al mar de estrellas buscando combatir. Abordando asteroides capturados y convirtiéndolos apresuradamente en crudas naves de guerra, los Orkos se dirigieron a la arremolinada mancha estelar que llamaban "La Gran Koza Revuelta", esperando invadir y destruir lo que fuera que hubiese tras ella. A través de la fisura llegaron a Arkunasha, y a una guerra que pondría a prueba su sed de batalla hasta el límite.

Guerra de Arkunasha[]

Invasión[]

Arkunasha

El planeta de óxido Arkunasha y sus anillos tropicales de biocúpulas.

La cruzada de violencia Orka conocida como el ¡Waaagh! Dok apareció en la vecindad de Arkunasha sin previo aviso ni motivo alguno. De hecho el Waaagh! necesitaba aterrizar debido a la gran cantidad de agujeros que tenía la nave que los transportaba, lanzando al vacío a los chikoz y dejando sin aire el navío. Por ello y sabiendo que el planeta tendría metal podrían reparar la nave y continuar su asalto por las estrellas. Tres meteoritos de hierro ardiente fueron vomitados de los deprimentes cielos dejando unas estelas de humo negro a su paso, apareciendo como una visión apocalíptica.

Cabe decir que dichos meteoritos eran Piedroz, los cuales habían derribado el Vior'la Gal'leath M'shan, un Acorazado clase Gal'leath así como impactando en instalaciones de extracción, como la 7352, perdiendo comunicación con la colonia T'au en ambos casos. Una tras una las instalaciones de extracción y el puñado de drones que las defendían sucumbieron a la invasión orka. A su paso también dejaban restos chamuscados de Tanques Cabezamartillo cuyo blindaje habían quedado completamente agujereados. Los primeros orkos de avanzadilla eran los Zoldadoz de Azalto, dejando su estela de humo negro a su paso mientras disparaban a todo lo que se moviera. A continuación, la fuerza principal estaba formada por el Kulto a la Velozidad, donde centenares de vehículos orkos como Karroz de Guerra, Motoz, Kañonez del Mekániko y Kamiones mezclados, sin una formación aparente.

El espacio al este del planeta había estado vacío durante años. Un equinoccio, una extraña erupción solar estalló y pareció formar símbolos raros en el cielo. Cuando remitió, la Casta de la Tierra avistó algo que desafiaba toda lógica. Comprobaron y recalibraron sus instrumentos una y otra vez, solo para recibir el mismo resultado. El vacío oriental estaba ahora salpicado con cientos de señales de energía, cada una de ellas emitiendo tanta radiación que no podían ser de origen T'au. Más perturbador aún era que todas y cada una de ellas estaban en rumbo de colisión con Arkunasha.

Semanas más tarde, el planeta estaba envuelto por una guerra a escala total. Una vasta invasión Orka había desembarcado, estrellando gigantescos asteroides-fortaleza en las dunas del planeta con una serie de tectónicos estampidos. La crudeza del asalto Orko había sido lo que le había permitido tener éxito. Las soluciones de disparo de la Casta de la Tierra podían despresurizar o destruir una flota convencional antes de que llegase a la órbita, pero no había nada de convencional en la armada pielverde. Incluso los pesados Aceleradores Lineales que erizaban las biocúpulas T'au habían resultado ser casi inútiles contra las porosas bolas de roca y chatarra arrojadas en su dirección.

Más y más naves Orkas se lanzaron desde el cielo y se estrellaron en las dunas en una terrorífica lluvia planetaria que los T'au dieron en llamar ghoro'kha, o saludo de la muerte. Los Cuerpos de Cazadores y Defensores se apresuraron hacia cada uno de los puntos de impacto, pero los pielesverdes emergieron de los cráteres que rodeaban a los asteroides como agua desbordándose de un caldero hirviente.

Llega el Comandante[]

O'Shovah Farsight Tau

El Comandante O'Shovah junto a su Armadura de Combate XV8 Crisis y con su Espada del Amanecer (la imagen es muy posterior a la Guerra de Arkunasha).

Para cuando el Comandante Shoh y su flota alcanzaron la órbita de Arkunasha, el planeta había sido arrasado casi por completo. Con la excepción de unas pocas fuerzas de ataque altamente móviles dispersas por el desierto, la presencia militar T'au en el planeta había sido destruida en una serie de enfrentamientos desastrosos sin causar grandes bajas en el enemigo. El resto de la población estaba atrincherada en las transparentes biocúpulas que rodeaban el planeta: aunque los Orkos habían destruido la mayor parte de las estructuras conectoras en poco tiempo, no habían diseñado aún una forma de penetrar en los caparazones de varios metros de grosor de los propios hábitats. Cada uno era una isla en un mar de invasores, rodeada por bárbaras hordas que aporreaban y taladraban los gruesos transplásticos que les separaban de su presa. Los T'au de dentro consiguieron una buena oportunidad para estudiar de cerca a sus perseguidores, pero los recursos de los hábitats se estaban agotando, y sus fuerzas militares eran lastimosamente inadecuadas para repeler a los Orkos. Sin el agua de las granjas de humedad de cada biocúpula, la esperanza de vida del pueblo de Arkunasha podía ser medida en semanas, en el mejor de los casos.

Para sorpresa de O'Shoh, su flota de contrainvasión llegó a la superficie de Arkunasha sin el menor estorbo. Todas las torpes naves-asteroide Orkas habían aterrizado, sin excepción, y no habían dejado atrás ningún piquete de acorazados ni aun siquiera estaciones de vigilancia. Parecía como si los invasores estuvieran demasiado ocupados acosando a la población T'au como para preocuparse sobre asuntos tan triviales como refuerzos enemigos. O'Shoh sacudió la cabeza anonadado ante la presunción de su enemigo. Aunque llegaría a conocer demasiado bien la mente Orka, aún tenía que entender que incluso si los Orkos pudieran haber evitado la contrainvasión, no lo habrían hecho.

El Comandante Shoh ya había recibido una extensa descripción de la situación de parte de los T'au atrapados en las cúpulas de Arkunasha, así que pudo formular un plan de ataque apropiado para el inminente combate. Las tormentas de polvo del planeta podían ser evitadas con la cuidadosa vigilancia de la red suborbital de Drones de la Casta de la Tierra; mientras se diera un amplio margen a las tormentas, no había razón por la que estas debieran cobrarse ninguna vida. Los Orkos eran otro problema totalmente distinto. Según las observaciones de la Casta del Aire, parecía haber incluso más bandas violentas recorriendo el desierto que en las primeras semanas de la invasión. Más extraño aún, los escaneos de los Drones habían confirmado algo que los Etéreos habían rechazado originalmente creyendo que se trataba de simples rumores atemorizados: los Orkos que estaban probando las defensas de cada biocúpula estaban volviéndose lentamente más grandes. Hasta el momento, las bestias alienígenas habían rechazado o ignorado todos los intentos de comunicarse o negociar una tregua, y la Casta del Agua no tenía ni idea de cómo proceder. Todo lo que las bestias de piel verde parecían querer era luchar.

En sus meditaciones previas a la batalla sobre el tema, O'Shoh se dio cuenta de que podía trazar paralelismos con ese concepto. Él había estado practicando el arte de la guerra en simulaciones o languideciendo en el limbo del viaje interestelar durante demasiado tiempo. En su corazón, ansiaba volver a poner su vida en riesgo en el nombre del Bien Supremo. El espectáculo de la guerra le llamaba: el ruido, la luz, incluso el derramamiento de sangre, si era honesto consigo mismo. Estas reflexiones fueron su primer paso hacia la comprensión de la psique del Orko, y al alcanzar ese entendimiento, cambiaría las tornas de la guerra de Arkunasha. Aunque los T'au se habían enfrentado a civilizaciones alienígenas antes y emergido triunfantes, en casi todas esas invasiones la Casta del Fuego había tenido la ventaja. Esta era una de las pocas ocasiones en las que la maquinaria bélica T'au sería puesta a prueba en condiciones tan desesperadamente desfavorables. Las simulaciones de entrenamiento siempre incluían módulos en los que los T'au luchaban en inferioridad numérica, de como mucho diez a uno. Aquí, el enemigo pululaba por las dunas en millares de millones. Las fotografías orbitales obtenidas al entrar en la atmósfera indicaron que los Orkos superaban a la contrainvasión de la Casta del Fuego por casi cuatrocientos a uno.

Cuando las observaciones finales de la Casta del Aire fueron transmitidas al comandante durante su descenso, él asintió solemnemente. Los Cuerpos de su Contingente tendrían que usar las armas de la mente antes que el guantelete, dijo; contra la bestia salvaje, una estrategia así era inevitable. Cuando se le pidió que aclarase sus intenciones, O'Shoh desenvainó una de las espadas ornamentales de la pared que había sobre él y la clavó en el brazo del trono de mando, antes de partir su hoja por la mitad. Era una metáfora que se volvería famosa entre la Casta del Fuego durante los siguientes meses.

La Senda de la Espada Rota[]

O'Shovah T'au 6ª Edición miniatura

Miniatura de O'Shovah (6ª Edición)

Los enfrentamientos iniciales contra los Orkos buscaban restablecer las rutas de suministros y poner a prueba las defensas y capacidades de los pielesverdes al mismo tiempo. Tan individualistas eran los Orkos, que no había ningún uniforme ni marcas de estructura militar, y O'Shoh se vio obligado a profundizar más en la mentalidad Orka antes de proceder a trazar una estrategia. Mantuvo a sus Cuerpos de Cazadores en movimiento sobre la superficie del planeta a bordo de Transportes Mantarraya y Armaduras de Combate retropropulsadas, evitando a las tormentas asesinas siempre que se les acercaban. En cada rincón del planeta, hizo matar a distancia a Orkos suficientes como para asegurar que las dispersas bandas estuviesen al borde del pánico. Casi sin excepción, el Orko más grande de cada grupo era el que restauraba el orden. La simplicidad de su estructura militar era tal que había sido ignorada en un principio: en la psique Orka, la fuerza daba la razón, y nada más.

Otra observación que hizo O'Shoh fue que dondequiera que sus tropas atacaban a los arremolinados ejércitos Orkos y después se desvanecían, casi de inmediato estallaban combates incluso si no había ningún enemigo al que enfrentarse. Los drones de infiltración confirmaron sus sospechas. Los Orkos aprovechaban cualquier excusa para atacarse los unos a los otros. Retos de liderazgo, robo de propiedad, e incluso comentarios descuidados servían para provocar un altercado. Se tomaron grabaciones y se enviaron al cuartel general móvil de O'Shoh, un centro de mando con forma de disco que se desplazaba constantemente por las dunas sobre un cojín de energía antigravitatoria.

Después vino un periodo de un año conocido como la Gran Reducción. Farsight ordenó a varios contingentes de infiltración y equipos de Armaduras de Combate que se adelantasen y patrullasen las dunas, localizando y destruyendo a los Orkos más grandes de cada banda con disparos precisos antes de desaparecer sin dejar rastro. Esto empujaba inevitablemente al resto de los Orkos a un frenesí de violencia cuando salían en persecución de sus atacantes antes de volverse los unos contra los otros. La sangre corría tras cada baja cuando los Orkos se enfrentaban por quién debía tomar el mando, y la cuenta de muertos crecía constantemente.

A medida que más y más Drones de vigilancia enviaban sus informes al Alto Mando, O'Shoh observaba cada grabación con fría fascinación. Poco después, había descifrado no solo el crudo sistema de glifos que los Orkos usaban como escritura, sino también la gutural lengua Orka. Pronto, ya podía decir a sus asistentes lo que ocurriría en cada suceso grabado antes de que tuviera lugar. Sus oficiales bromeaban que debía haber visto ya las grabaciones, pero sabían perfectamente que su comandante simplemente había conseguido entender a su enemigo. Su personal de mando empezó en seguida a llamarle por un nuevo apodo, Shovah, o "de vista lejana".

El conocimiento obtenido de estos mensajes interceptados se filtró rápidamente en la doctrina militar de la Casta del Fuego. Allí donde los glifos Orkos de "Jefe", "Mekániko" o "Doktor" aparecían en un vehículo Orko, los Cuerpos de Cazadores priorizaban su destrucción con disparos concentrados de Tanques Cabezamartillo apoyados por Armaduras Apocalipsis, ralentizando la respuesta Orka al máximo. Aunque los T'au no podían formar las sílabas del lenguaje Orko, los aliados de la Casta de la Tierra de O'Shoh cortaron trozos de audio procedentes de retos e insultos Orkos enviados por las redes de comunicaciones que los invasores habían saqueado a los T'au caídos; enviando los insultos Orkos adecuados en el momento adecuado, O'Shoh desató una oleada de disensiones en todos y cada uno de los clanes y tribus que vagaban por el desierto, provocando una serie de guerras menores en el proceso. En un año, la bestia de piel verde que había invadido Arkunasha estaba mordiéndose su propia cola. Las tácticas de O'Shoh habían distraído a los Orkos hasta el punto de que las fuerzas T'au pudieron llevar agua y comida a la gente atrapada en las biocúpulas y liberar a los restos de la Casta del Fuego de Arkunasha, reforzando aún más sus filas.

La bestia se alza para golpear[]

Orkoz Chicoz waaagh warhammer 40k wikihammer color

Horda de Orkos a la carga.

Aunque muchos en el mando central T'au se felicitaban mutuamente por una guerra bien librada, la mayoría de los invasores Orkos aún vivían. Tanto la población de Arkunasha como la fuerza de contrainvasión conocían ya universalmente a su líder como O'Shovah, o Comandante Farsight. A pesar de este honor, él no estaba satisfecho con su progreso, y sabía que la lucha estaba lejos de acabar. Las tribus más organizadas habían empezado a saquear sistemáticamente las redes de comunicación, las armas y las armaduras de los T'au caídos que quedaban dispersas por las dunas de óxido. Allí donde quiera que quedase un vehículo gravítico ardiendo pero aún flotando sobre el desierto, los Orkos extinguían las llamas con cubos de óxido y lo reaprovechaban, incorporándole motores humeantes y armas de proyectil sólido. Las grabaciones de los Drones de vigilancia mostraron que la casta Orka de los Mekánikos estaba obligando a sus razas esclavas a excavar profundamente en las dunas en busca de chatarra enterrada. Los T'au jamás habrían considerado usar ese material, pero los Orkos lo encontraban extremadamente útil. A medida que más y más vehículos Orkos eran blindados o construidos enteramente con metal oxidado, las hordas se fundieron con el desierto con un tipo de camuflaje accidental.

Peor aún, los ataques sorpresa de las hordas Orkas se estaban volviendo cada vez más frecuentes. La Casta del Aire pronto descubrió por qué: los Orkos veteranos que habían estado luchando en Arkunasha desde la primera invasión habían generado una piel lo bastante gruesa y retorcida como para protegerles de los abrasivos efectos de las tormentas de óxido. Cada vez que estas bandas permitían que una tormenta los cubriese, un puñado de pielesverdes era arrebatado y destruido por los tornados rojos, pero el resto marchaba en relativa seguridad dentro del ojo de la tormenta, a salvo de los Cuerpos de Cazadores que patrullaban el desierto. Cuando la tormenta se estrellaba contra una base T'au, estas manadas vagabundas de Orkos de élite aparecían de las arremolinadas nubes con una furia cruel digna de un Knarloc enfurecido.

El Comandante Farsight había esperado que los Orkos tuviesen muchos recursos, pero aún no había llegado a apreciar por completo las ventajas otorgadas por su misteriosa fisiología. De hecho, el número de Orkos en Arkunasha estaba aumentando más que reduciéndose lentamente. O'Shovah y sus maestros Etéreos se vieron obligados a considerar el funcionamiento de la reproducción Orka, una línea de pensamiento que ninguna especie civilizada debería seguir. El consejero de la Casta de la Tierra en el que Farsight más confiaba, el joven genio O'Vesa, creía que los Orkos poseían un componente fúngico en su material genético. Mantenía que las esporas que despedían continuamente estaban floreciendo en los desiertos de óxido. Si sus teorías eran correctas, cada mañana las dunas de óxido empapadas por una película de rocío se sacudían y derrumbaban revelando un puñado de inmaduros Orkos de las Dunas, inferiores en tecnología pero ansiosos por pelear.

Cuando se extendió la noticia de que el número de Orkos estaba aumentando realmente, la moral se sacudió como golpeada por una bomba megatónica. Los Etéreos de la expedición insistieron en que era imposible redirigir más recursos a Arkunasha: los T'au estacionados allí deberían superar a este enemigo por sí mismos. ¿Pero cómo podría prevalecer la Casta del Fuego sobre un enemigo que le avasallaba en las distancias cortas y que crecía en tamaño incluso durante la guerra? Farsight se vio obligado a abandonar su programa de asesinatos y centrar su atención en su propio campamento. La moral estaba a punto de hacerse pedazos, y con ella, cualquier oportunidad que los T'au pudieran tener de recuperar el planeta.

El triunfo del espíritu[]

Tau explorador armadura reconocimiento wikihammer

Un Rastreador de Arkunasha acecha a los Orkos para revelar su posición al grueso de las tropas emboscadas.

Desde su llegada a Arkunasha, Farsight había dirigido a varios equipos de ataque a la línea del frente. El Rifle Acelerador de su Armadura Crisis se había cobrado a más dirigentes Orkos que ningún otro. El enviado superior de la Casta del Agua que acompañaba a su expedición, Por'O'Kais, había sacado mucho partido de las victorias de Farsight. Se distribuía propaganda positiva por todas las biocúpulas y bases móviles, pero los ánimos de los T'au seguían hundiéndose. Si el número de Orkos no podía ser desgastado con el armamento y las tácticas superiores de los T'au, ¿qué esperanza podían tener de reconquistar el planeta?

En profundas conversaciones con Por'O'Kais, el Comandante Farsight llegó a la conclusión de que una de las principales armas de la raza Orka era su belicoso espíritu. Los Orkos desperdiciaban poca o ninguna energía en sentir miedo o paranoia, y en vez de eso dedicaban todo su ser a buscar y librar batallas. Los ejércitos pielesverdes gastaban un alto número de vidas persiguiendo a los móviles T'au allí donde los avistaban, incluso si eso significaba sufrir un 90% de bajas en el proceso, pero el último 10% pisoteaba a un Cuerpo de Cazadores si llegaba a alcanzarlo. Era algo crítico, ya que la habilidad en el combate cuerpo a cuerpo de la Casta del Fuego no era rival para la fuerza y la brutalidad de las hordas Orkas. Mientras la guerra proseguía y los gráficos de progreso en el mando central T'au adquirían una inclinación cada vez más descendente, Farsight concluyó lo que sería su obra definitiva sobre la mentalidad pielverde. El Libro de la Bestia, como lo llamó O'Shovah, fue distribuido a todos los Filoardientes de Cuerpo, Shas'ui en Armadura de Combate y Gran Kroot presente en el planeta. La maestría táctica recogida en sus páginas era impresionante. Enseñaba a la Casta del Fuego a pensar como un Orko, a entender su lenguaje, e incluso a luchar con la furia de un Orko en la batalla si era necesario. Sobre todo, les enseñó que su comandante entendía bien al enemigo, y que los T'au aún podían ganar.

En los siguientes años el enfoque T'au hacia la guerra de Arkunasha cambió. La Casta del Fuego dejó de bailar fuera del alcance de los Orkos y de enfrentarse a cortas distancias a la amenaza pielverde solo cuando era absolutamente necesario. Por el contrario, la máquina militar T'au invirtió sus tácticas, llevando a equipos de Guerreros del Fuego y de Armaduras de Combate justo allí donde los Equipos de Rastreadores ocultos en las dunas descubrían a los Orkos. Cuando los Orkos lanzaban una de sus temibles cargas, los T'au se mantenían firmes en el punto de emboscada, poniendo una rodilla en el óxido y descargando una terrorífica red de fuego de apoyo solapado que les cubría cada vez que los Orkos se acercaban. Si algún pielverde conseguía atravesar el tiroteo, se encontraba de frente con una tormenta de luz ardiente, procedente de las Granadas Fotónicas retardadas de la Casta del Fuego. Si era necesario, los pielesverdes serían acribillados a bocajarro o incluso apaleados hasta la muerte con las culatas de los Rifles de Inducción mientras retrocedían ante los estallidos fotónicos, incapaces de defenderse de los vengativos T'au.

Era una táctica peligrosa, quizá hasta un grado innecesario. Pero había inspirado una nueva vida en la Casta del Fuego de Arkunasha. Muchos de los alumnos de O'Shovah se entregaron a la nueva estrategia con un celo particular, especialmente el combativo Comandante Brightsword. El embajador Por'O'Kais se aseguró de que la grabación de Brightsword y su Cuerpo superando a cortas distancias a una carga Orka fuese vista por todos. Hasta entonces, los T'au habían hecho poco más que defender sus biocúpulas. Ahora estaban ansiando la oportunidad de atacar. O'Shovah había puesto fuego en el interior de los pechos de sus guerreros, e iba a quedarse allí. Por todo el planeta, el combate estalló con un renovado fervor. En las redes laberínticas de cañones en el ecuador de Arkunasha, O'Shovah atrajo a las columnas de vehículos Orkos chapados en óxido hacia canales cada vez más estrechos, hasta que con destruir solo un vehículo al principio y al final de cada columna los Orkos quedaron atrapados y fueron masacrados como reses en un matadero. Apenas a unos kilómetros de distancia, ligeros Pirañas llevaron a los Dakkajets y Kópteros Orkos a una danza aérea a través de cañones cartografiados por Drones hasta que, uno a uno, los torpes pilotos Orkos chocaron contra las paredes rocosas en estallidos de fuego.

Los mercenarios Kroot de Farsight se dieron diariamente un festín con la carne de los Orkos de las Dunas, adaptándose al entorno hasta que su piel fue lo bastante dura como para resistir hasta una tormenta de óxido. Vagaban por las arenas con sus manadas de Knarlocs, soportando estoicamente las pérdidas ante los tornados mientras se zambullían en las tempestades para emboscar a los Nobles Orkos ocultos en su interior. Los crueles exploradores pielesverdes que avanzaban por delante de cada tribu fueron espiados y asesinados a su vez por Equipos Miméticos optimizados, dejando al grueso del ejército Orko vagar sin dirección bajo el duro sol del desierto hasta que se desataban luchas intestinas. Por todas partes, las enseñanzas del Libro de la Bestia de Farsight daban fruto. Cuando los Cuerpos de Cazadores dominaban sus métodos, O'Shovah dirigió a sus ejércitos contra hordas pielesverdes que les superaban por varios cientos a uno, y emergió triunfante. De forma lenta pero segura, los gráficos de progreso en el mando central empezaron a cambiar.

Masacre en la Garganta del Necrófago[]

Gargante miniatura orko wikihammer

Gargante Orko.

Durante este periodo sin precedentes de éxito para los T'au en Arkunasha, el pueblo de las biocúpulas fue extraído y trasladado a las fortalezas naturales de las tierras altas, alejadas de las comodidades del hogar pero lo bastante seguras para sobrevivir mientras la guerra rugía abajo. Los Cuerpos de Cazadores siguieron desgastando y erradicando a los ejércitos Orkos que se arremolinaban en las dunas en una serie de ataques Mont'ka inmisericordemente eficaces. Entonces llegó una innovación entre las filas Orkas que cambió una vez más la faz de la guerra.

Aunque el ¡Waaagh! había sido reducido para entonces a menos de una cuarta parte de su tamaño original, los desiertos seguían infestados. Los Orkos de las Dunas se abrían camino fuera de las arenas rojas cada amanecer, y los Matazanoz al frente de los pielesverdes mostraban un talento casi nigromántico para restaurar a los guerreros caídos. La tenacidad del ejército Orko era increíble. Sin embargo, fueron los equivalentes Orkos de la Casta de la Tierra, los individuos conocidos como Mekánikos, los que robaron a los T'au su mayor fuerza.

La Garganta del Necrófago, llamada así por una atrocidad caníbal que había tenido lugar allí entre dos Estirpes Kroot rivales, era un vasto cañón abierto en el desierto que aullaba con feroces vientos. La batalla estalló cuando una gran horda de Orkos intentó atravesar la garganta y caer sobre las biocúpulas que había más allá. En su centro se alzaba un gigantesco bípode armado con un taladro diseñado para penetrar las conchas de transplástico de las cúpulas, y que era tanto un ídolo pagano como un arma de guerra. Farsight no tenía la menor inclinación por saber si funcionaría. Llevó a la batalla a sus equipos, arrasando la columna Orka desde arriba mientras seguía atascada en la garganta. Pero cuando empezó a caer fuego de plasma, brillantes cúpulas aparecieron con un parpadeo sobre cada banda, iluminadas por las energías que llovían sobre su superficie. Incluso el titán taladrador estaba protegido por una cúpula de fuerza, contra la cual los disparos de Rifle Acelerador Pesado de los Equipos Apocalipsis de Farsight se desintegraban en cuanto impactaban.

La batalla que siguió fue tortuosa para los T'au de Farsight. No podían abandonar a su suerte a las biocúpulas, pero su potencia de fuego era prácticamente inútil contra los destelleantes campos de burbujas de los Orkos. El impetuoso y joven Comandante Brightsword lanzó un ataque a corta distancia de Armaduras de Combate contra la peña Orka situada más atrás, y él y su equipo descubrieron rápidamente que la única forma de evitar los escudos era meterse dentro, poniendo a los T'au justo donde los Orkos querían.

Así comenzó la Masacre de la Garganta del Necrófago, la batalla más desastrosa jamás librada durante toda la Guerra de Arkunasha. Cada vez que los T'au penetraban en una burbuja para atacar a los Orkos de dentro, los pielesverdes cargaban de cabeza contra sus enemigos, disparando a diestra y siniestra. Combates cuerpo a cuerpo estallaron a lo largo de toda la garganta, y las atestadas condiciones que los T'au habían querido aprovechar se volvieron en su contra impidiéndoles retirarse nada más golpear. Aunque el propio Farsight empleó un atrevido asalto vertical para inmovilizar al traqueteante y barrigudo taladrador en el corazón de la horda Orka, se vio obligado a ordenar al resto de sus Cuerpos que se retirasen antes de que sus pérdidas fuesen demasiado graves. El Comandante se retiró con reticencia a su cuartel general móvil para reconsiderar su estrategia.

El gran decreto[]

Aun'Shi etéreo tau warhammer 40k Wikihammer

El veterano Aun'Shi sobre una pila de cadáveres Orkos.

Reuniéndose con sus consejeros Etéreos, Farsight solicitó respetuosamente una vez más que se le proporcionasen refuerzos desde Vior'la. La guerra colgaba en la balanza, afirmó: un asalto determinado sobre las posiciones clave Orkas llevaría a un cambio a favor en el rumbo de la campaña. Hubo un prolongado silencio antes de que los Etéreos respondiesen que, de hecho, ya había una nave T'au en camino desde Vior'la. Se negaron a decir más sobre el asunto.

Cuando la solitaria nave de desembarco Orca descendió a Arkunasha, Farsight y sus asesores más cercanos fueron a recibirla en una inmensa meseta natural sobre las tierras altas de Argap. La silueta de la nave eclipsó por un momento al sol rosa del planeta antes de aterrizar en una nube de óxido, asentándose como una raya sobre el fondo oceánico. Los sistemas hidráulicos susurraron cuando una gran rampa se abrió en el morro de la Orca, y los refuerzos prometidos surgieron a la luz: dos guardias de honor ceremoniales y un solo Etéreo.

Farsight se esforzó por tragarse la sorpresa y la frustración que surgieron en su pecho. Un único Etéreo... Su presencia era buena para moral, eso seguro, pero difícilmente podía considerársele como un recurso bélico, y desde luego no estaba a la altura de los Cuerpos de Cazadores auxiliares que O'Shovah había estado esperando. Se volvió hacia sus propios consejeros Etéreos, estupefacto, pero se mordió la lengua. Hizo bien, pues sus actos estaban siendo vigilados muy de cerca.

El recién llegado se presentó como Aun'Shi de Vior'la. Era un veterano de docenas de batallas, como atestiguaban sus muchas cicatrices, y se comportaba con la seguridad de un señor guerrero. O'Shovah hizo una profunda reverencia cuando Aun'Shi se le acercó, observando las formalidades acostumbradas para la recepción de un miembro de la Casta Etérea, pero había una tensión en sus movimientos que preocupó a Aun'Shi. Explicó con cuidado y paciencia a O'Shovah que el Alto Consejo Etéreo de T'au, guiado por la sabiduría del mismo Aun'Va, necesitaba de los remarcables talentos del comandante en otro lugar.

El Etéreo explicó calmadamente que en los siguientes pocos años, la Casta del Fuego debería retirarse completamente de Arkunasha, llevándose consigo a cuantos colonos pudiesen. Él supervisaría personalmente la extracción. No habría más ataques, ni más golpes letales, solo defensa. La meseta sobre la que se encontraban sería su fortaleza, y la protegerían con cada pizca de su ser hasta que todos y cada uno de los T'au hubiesen abandonado el planeta. Esto lo harían por el Bien Supremo, con efecto inmediato.

Farsight asintió secamente ante las noticias e hizo otra profunda reverencia en señal de obediencia. En una parte secreta de su alma, sin embargo, sintió removerse una gran inquietud. ¿Cómo podían abandonar los T'au el planeta cuando la victoria estaba finalmente a su alcance? No obstante, un Etéreo superior había hablado. Un simple comandante no podía esperar apreciar toda la escala de los planes del Alto Consejo.

Durante el curso del siguiente año, Farsight llevó a cabo los planes del consejo de Etéreos al pie de la letra. Consolidando a los civiles T'au en una serie de biocúpulas construidas apresuradamente sobre la Meseta de Argap, defendió la fortaleza natural con cada arma y estrategia a su disposición. Aunque perdió a millares de buenos soldados en el proceso, redujo aún más las filas del ¡Waaagh!, que para entonces ya se había reunido en torno a su nueva posición. Mientras tanto, siguió atacando su estructura de mando, priorizando la muerte de los mecánicos, los médicos y los líderes hasta que no quedó ninguno más entre ellos. En su ansia por guerrear, los Orkos que habían rodeado la meseta se estrellaron sin descanso contra sus defensas hasta que inundaron los valles inferiores con cadáveres. Ninguno de ellos tuvo la visión o la perspectiva para retirarse, y Farsight exterminó sin piedad a todo el que atravesó sus cordones.

Muchos de los pupilos del Comandante Farsight, especialmente Brightsword, pidieron vengar a los caídos. Propusieron un golpe final para exterminar a los alienígenas de una vez por todas antes de la extracción. O'Shovah se negó sombríamente. La ley de los Etéreos debía ser cumplida, respondió, sin importar las circunstancias ni las opiniones. Las palabras supieron a ceniza en su boca, pero estaba totalmente convencido de ellas.

Así fue cómo los colonos T'au fueron evacuados de Arkunasha, y la Casta del Fuego con ellos. Mientras su nave insignia abandonaba el Sistema, Farsight contempló desde la cúpula acristalada de sus aposentos el planeta por el que miles de sus guerreros habían luchado y muerto mientras este se alejaba hasta no ser más que un pequeño punto entre miles de indiferentes estrellas.

Destrucción final[]

La Casta del Fuego regresó a Arkunasha al año siguiente. Con la exhaustiva información cartográfica obtenida por los Drones de Farsight, y con el Libro de la Bestia para guiarles, se ocuparon rápidamente de los Orkos dejados atrás. El ¡Waaagh! ya había sido roto de hecho en la Meseta de Argap, reducido a menos de la centésima parte del tamaño que tenía cuando alcanzó las arenas rojas del planeta.

Los Cuerpos de Cazadores T'au purificaron y reclamaron el planeta en menos de un año, reinstalando a los colonos cúpula a cúpula mientras la Casta de la Tierra devolvía a las conurbaciones a un estado funcional. Pronto, el planeta brilló una vez más como una joya entre las estrellas, pero el Comandante Farsight no estaba allí para verlo: su destino se encontraba en otro lugar. Los T'au habían sido asaltados por un nuevo enemigo, el Imperio de la Humanidad.

Conflicto de canon[]

Según el relato corto The Arkunasha War, escrito en 2015 por Andy Chambers, el líder de la invasión de Arkunasha era el Kaudillo Gorbag Muerdetipejoz (Gorbag Gitbiter, en inglés), y no el Matazanoz Piñofauze (Toofjaw). Esto choca con la información publicada dos años antes en el Suplemento: Enclaves Farsight de 6ª Edición.

Fuentes[]

  • Suplemento: Enclaves Farsight (6ª Edición).
  • The Arkunasha War (Relato Corto), por Andy Chambers.
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